Las primeras investigaciones sobre la explosión del cohete Antares ya apuntaban a que la causa del accidente podía haber estado en un componente ruso realmente viejo. Hoy, la compañía Orbital Sciences responsable del diseño y construcción de Antares ha confirmado que el fallo se produjo en una turboválvula del cohete Aerojet Rocketdyne AJ-26, una auténtica reliquia de los 70 que, sin embargo, seguía utilizándose.
El propio Elon Musk ya criticaba la elección de Orbital Sciences hace dos años. En una entrevista a Wired, Musk se refirió a ese motor en términos muy poco agradables: Uno de nuestros competidores, Orbital Sciences, tiene un contrato de abastecimiento con la Estación Espacial Internacional, y su cohete de verdad suena a broma. Utiliza motores de cohetes rusos fabricados en los 60. Y no me refiero a que su diseño sea de los 60 – me refiero a que el arranque lo hacen máquinas que literalmente se fabricaron en los 60, empaquetadas en algún lugar de Siberia.
Orbital Sciences es competencia de Musk y su empresa Space X, así que no era de esperar que el magnate dijera algo agradable, pero sus palabras al final han resultado ser premonitorias. No es que Antares llevara un motor de diseño ruso. Es que el motor es en sí una pieza literalmente fabricada en los años 70, y actualizada por Orbital Sciences para el cohete.
A finales de los 60, la Unión Soviética invirtió más de 1.300 millones de dólares en un proyecto para construir los motores que supuestamente llevarían al cohete N-1 a la luna. Esos motores eran los NK-33, de los que se construyeron unos 200 hasta la caída de la Unión soviética en 1991.
La producción de los NK-33 se interrumpió, y se ordenó desmantelar los cohetes restantes, pero Aerojet Rocketdyne en realidad los guardó en un almacén donde quedaron en el olvido durante varios años. A mediados de los 90, los motores aparecieron, y la compañía los rebautizó como AJ-26, vendiendo 36 unidades a más de un millón de dólares cada una.
Tanto Aerojet Rocketdyne como Orbital Sciences hicieron no pocos ajustes y mejoras a los AJ-26, pero no por ello dejan de ser máquinas con unas cuantas décadas a sus espaldas. Finalmente, una avería en una de las turboválvulas del motor fue el desencadenante de la explosión que acabó con Antares y con el módulo de abastecimiento Cygnus que iba camino de la Estación Espacial Internacional.
Desde Orbital Sciences han confirmado el fallo y aseguran que retirarán los AJ-26 restantes. De momento no han comentado qué motor reemplazará al veterano componente ruso. Entre los candidatos tienen dos proveedores estadounidenses y uno europeo. Según el CEO de Orbital Sciences, David Thompson, los nuevos cohetes permitirán a la compañía mantener los compromisos del contrato que firmó con la NASA para transportar carga hasta la ISS, y que asciende a 1.900 millones de dólares.
Vía Reuters