Cuando no es un virus es un hongo el que afecta a sus comunidades, algunas de las cuales están viéndose diezmadas en todo el mundo debido a su causa. Por ello, se suceden los estudios que investigan su impacto, como el que esta semana publica la revista Science.
En este caso las víctimas son una docena de especies de salamandras y tritones, muy vulnerables a un hongo de origen asiático que ha llegado a Europa. Según explican los autores, entre los que hay investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), este hongo quitridio, denominado Batrachochytrium salamandrivorans, ha causado estragos en cinco especies de salamandras de Holanda y Bélgica, pero los científicos advierten que puede propagarse rápidamente a otros países europeos y a América.
Por ello, piden que se refuercen los controles a las mascotas exóticas que se importan. “En los dos brotes que ha habido hasta ahora, ha desaparecido más del 90% de las poblaciones afectadas”, asegura Jaime Bosch, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y coautor del artículo.
El patógeno provoca una enfermedad llamada quitridiomicosis, que causa lesiones en su piel. La piel juega un papel muy importante en el sistema respiratorio de estos anfibios, por lo que el patógeno afecta a su respiración y a su capacidad para absorber agua y minerales esenciales.
El tráfico de especies, sostienen los científicos, habría facilitado la expansión de este hongo y su introducción en Europa. Por ejemplo, millones de tritones vientre de fuego (Cynops orientalis) de China son importados cada año en Europa y EEUU para ser vendidos en tiendas de animales exóticos.
Este hongo fue detectado en Europa el año pasado. Fue entonces cuando este equipo de investigadores decidió estudiar 35 especies de anfibios para establecer cuáles corrían mayor riesgo. Así descubrieron que sólo las salamandras y los tritones eran vulnerables a este patógeno (al menos para una docena de especies que viven en Europa y América del Norte resulta letal). Sin embargo, ranas y sapos no mueren por su causa.
“Los anfibios tienen defensas químicas en la piel precisamente para combatir a muchos hongos que, de otra forma, colonizarían su piel desnuda. Los hongos quitridios son un grupo muy grande (hay más de 1.000 especies en todo el mundo), pero sólo dos afectan a vertebrados, y sólo a anfibios”, explica Bosch.
El otro hongo al que se refiere es Batracochytrium dendrobatidis, un patógeno parecido al hongo descrito en Science que también afecta a la piel y, por tanto, al sistema respiratorio de los anfibios, y que ha infectado a más de 520 especies en todo el mundo y ha puesto a algunas ranas y sapos en riesgo de extinción. Por eso, los investigadores urgen a actuar pronto porque creen que el hongo detectado en Europa el año pasado tiene el mismo potencial destructor.
Tras detectar las especies vulnerables a este nuevo hongo, realizaron un análisis a 5.000 anfibios de todo el mundo, lo que les permitió precisar que el patógeno probablemente se originó en salamandras en Asia hace 30 millones de años y entró en Europa recientemente. Al parecer, en 1861 ese patógeno se había detectado ya en anfibios de Tailandia, Vietnam y Japón.
Hay dos especies particularmente vulnerables al nuevo hongo: el tritón americano de lunares rojos (Notophthalmus viridescens), muy común como mascota, y la salamandra de piel rugosa, (Taricha granulosa). En las pruebas realizadas en laboratorio, el 100% de los animales moría al estar en contacto con ese hongo. Por su parte, el tritón crestado, protegido en Europa, es una de las especies que muere rápidamente tras resultar infectado.
Los científicos creen que el hongo Batrachochytrium salamandrivorans tampoco ha alcanzado todavía a América, pues examinaron 1.400 ranas, salamandras y tritones de diversos lugares de América del Norte y del Sur y no encontraron rastro de su presencia. Sin embargo, advierten que entre 2001 y 2009, 2,3 millones de tritones procedentes de China -y que son potencialmente portadores de este hongo- llegaron por barco a EEUU para su comercialización como mascotas. Sólo haría falta que algunos de ellos estuvieron infectados con ese hongo, advierten, para que se expandiera por el continente.
Hasta ahora se han descrito un total de 655 especies de salamandra en todo el mundo. Se trata de un animal que no se deja ver mucho debido a sus hábitos nocturnos y su carácter solitario, pero algunas de sus características le convierten en un anfibio muy atractivo para los investigadores.
Tiene brillantes colores, puede regenerar miembros perdidos y es capaz de producir una toxina venenosa que le ayuda a deshacerse de sus depredadores (resulta inocua para el hombre). Todo ello contribuye a que sea un anfibio longevo. La salamandra común, por ejemplo, puede llegar a vivir 25 años en el medio salvaje, una edad que se dobla cuando está en cautividad. Hongos como Batrachochytrium salamandrivoran sin embargo, pueden acabar con ellas.
Vía elmundo.es