Por Jaime Torres Gómez
Columnista Cultura
El panorama orquestal de la Región de Valparaíso es más modesto en relación a otras regiones, reflejado ante el virtual no funcionamiento de lo que llegó a ser la Filarmónica Regional, a diferencia de otras regiones que cuentan con proyectos de agrupaciones clásicas y sinfónicas estables.
Hoy en día las orquestas que han logrado sobrevivir en la Región -y con continuidad de funcionamiento- son fundamentalmente de formato camarístico, amén de algunas conformaciones juveniles más grandes. Así, dentro de aquellas profesionales y estables, figura la Orquesta Marga Marga -devenida en una Fundación del mismo nombre-, que después de varios años sin presenciarla, fue posible asistir a su último programa realizado en el Club Naval de Valparaíso con repetición en el Palacio Rioja de Viña del Mar, este último de excelentes condiciones y con una activa temporada musical.
Con nueve años de actividad, esta agrupación está inserta en el marco del Programa de Orquestas Profesionales Regionales del Ministerio de Cultura. Importante ha sido la continuidad y cobertura de presentaciones más allá de la Región. Su conformación base es de cuerdas, expandiéndose a otros instrumentos conforme los requerimientos, siendo interesante la variedad del repertorio abarcado – desde el siglo 16 al 21-, imprimiéndole innegable flexibilidad. Y de comprometido cometido ha sido la difusión de compositores chilenos, reflejado en el programa presenciado al incluir un interesante estreno de una obra nacional.
Dirigida por su titular Luis José Recart, de solvente formación, y con un magnífico criterio programático, la presentación comenzó con una cuidada versión del Concerto Grosso Op. 6 Nº 7 de Arcangelo Corelli (1653-1713), como parte de la integral de los 12 concerti grossi de dicho compositor que esta agrupación está divulgando. Buen trabajo en texturas, claridad de voces y calibrado ensamble general.
Seguidamente, una notable versión de la Sinfonía de Cámara Nº 8 de Felix Mendelsohn (1809-47). Compuesta tan sólo a los 13 años, es presagio de lo que serían sus futuras obras. Gran manejo de los contrastes y claridad armónica superior (soberbio manejo de las transparencias y del contrapunto). La versión ofrecida develó en plenitud las bondades composicionales de la obra, con buen equilibrio de voces (muy bien los pasajes fugados), dinámicas, buenos diálogos instrumentales (excelente el segundo movimiento, con logros individuales y grupales de los solistas de viola, cello y contrabajo) y arrebatadoras progresiones expresivas.
Del emergente compositor nacional Alvaro Gallegos (1979) se ofreció el estreno mundial de “Irlanda”. No excediendo los cinco minutos de duración y confiada para un orgánico de cuerdas, responde a un explícito carácter evocativo tras la admiración del compositor hacia la cultura e historia de Irlanda, catalizado tras un anhelado viaje de luna de miel junto a su esposa. Adhiriendo al recurso de la “improvisación controlada”, se aprecia un certero manejo de lo aleatorio muy bien engarzado con citas a la armonía modal (en sus pasajes melódicos, de vernácula reminiscencia). Sin duda, una obra de magnífica factura, de inteligente uso de los recursos dispuestos, y de celebrada calibración de las proporciones sonoras y discursivas. Muy atenta y comprometida respuesta de los margamargüinos junto a su autorizado director.
Como colofón, “Chile en Latinoamérica”, un atractivo orgánico de música popular de Violeta Parra, Inti Illimani y otros en arreglos de Felipe Alarcón, compositor en residencia de la Orquesta Marga Marga, junto a un arreglo de la cautivante “Alfonsina y el Mar” de Ariel Ramírez más una idiomática versión de la “Suite Lumiere” de Astor Piazzolla, dando término a un ecléctico y atractivo programa de una orquesta estable regional con innegable solidez artística.