Sinfónica con sólido arranque de temporada

Publicado por Equipo GV 6 Min de lectura

Por Jaime Torres Gómez

 

_DSC1218 (Custom)Después de importantes presentaciones de despedida del maestro Leonid Grin como titular a fines del 2018, y luego con deslumbrantes conciertos de verano a cargo del prestigioso director venezolano maestro Rodolfo Saglimbeni, más un esperado y exitoso retorno de Paolo Bortolameolli con La Canción de la Tierra de Mahler, en marzo se retoma la actividad habitual de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile.

 

Cabe señalar que dicha agrupación hoy se encuentra acéfala de titularato, y conforme lo señalado por las autoridades respectivas, no se vislumbran razones necesariamente atendibles como para no dar continuidad a la labor de un maestro titular, máxime considerando la gran labor desarrollada por el maestro Grin. Felizmente, luego del término de su período contractual, es laudable su vinculación ahora como director invitado en la presente temporada.

 

Sin embargo, entre lo argüido, esgrimir una búsqueda de un “maestro titular de transición…” hasta contar con una nueva sala de conciertos, hoy en construcción, casi linda en lo risible.Como axioma, el desarrollo artístico de una orquesta no necesaria y exclusivamente se condiciona ante la infraestructura disponible, máxime si la mejora continua es liderada por una sólida dirección artística. En el caso de la decana orquestal de país, ha dado muestra de tener muy buenas batutas titulares trabajando en condiciones acústicas y logísticas adversas por décadas, no siendo excusa truncar la búsqueda definitiva de un titular so pretexto de la disponibilidad de la nueva sala…

 

Con tal estado del arte, la actual temporada de la Sinfónica ha contemplado directores invitados de distinta procedencia, varios de ellos nacionales de importantes carreras más otros en ascenso que ameritan seguirles máxima atención a sus desarrollos.

 

El primer programa de abono, realizado en el Teatro de la Universidad de Chile, convocó al joven y talentoso director nacional radicado en Alemania Helmuth Reichel Silva (1983), multipremiado en diversas competencias internacionales, como por el Círculo de Críticos de Arte de Chile ante sus notables conciertos junto a la Sinfónica Nacional.

 

Como buena inauguración de temporada, se incluyeron obras de alto tonelaje y de exquisita coherencia programática, como la Suite del ballet “Panambí”, Op. 1a  de Alberto Ginastera, el Concierto para Clarinete de Aaron Copland y la música del ballet “La Consagración de la Primavera” de Igor Stravinsky.

 

Con beneplácito se recibió la Suitede “Panambí”, al parecer jamás hecha por alguna orquesta nacional, salvo una recordada versión de la Orquesta de las Américas junto a Carlos Miguel Prieto en su penúltima gira a Chile. Siendo la música completa del ballet de extraño discurso -desparejo y de caleidoscópica estética-, sin embargo esta suite posee buena congruencia musical, disponiendo de una certera elección de las escenas que proveen atractiva organicidad a temas de raíces vernáculas en clave post impresionista, demandando un escrupuloso trabajo en texturas, timbres y colores. La versión firmada por Reichel Silva, de completo dominio y con notable respuesta de los sinfónicos en todo orden.

 

Después de muchos años de ausencia en las temporadas de la Sinfónica, llegó el atractivo Concierto para Clarinete de Copland. De hecho, la penúltima vez (1979) se contó con una autoridad mundial como John McCaw, y luego en el año 2000 junto al gran maestro Luis Rossi. Ahora se contó con el excelente solista de la Sinfónica, el venezolano David Medina, de importante trayectoria. Con plena naturalidad, Medina se empoderó de la obra, brindando entrañable lirismo y expresividad, amén de un manejo superior en todo el rango dinámico del instrumento. Gran precisión y manejo de los contrastes y matices. El acompañamiento de Reichel Silva, en completo correlato a la autorizada visión del magnífico solista. Y como “necesario bis”, una entrañable versión de un hermoso arreglo de Cristóbal González de “Te recuerdo Amanda” (Víctor Jara), junto a Maria Chiossi, solista en arpa de la orquesta.
Y como “plato de fondo”, la siempre bienvenida Consagración de la Primavera de Stravinsky, felizmente asidua en Chile. Aun cuando sea parte del repertorio habitual de las orquestas locales, su preparación siempre es demandante. Con un  rendimiento de primer rango, sin duda producto de una buena cantidad de ensayos, reflejó las autorizadas indicaciones del maestro Reichel Silva. Con un enfoque de fuerte relieve de las líneas melódicas, lo rítmico de ninguna manera quedó relegado, brindándose un notable equilibrio armónico y a la vez de certero sentido analítico (notable la exposición del inicio de la segunda parte). Grandes logros en dinámicas, fraseos y transparencias. En definitiva, una “consagrada” versión de la  Consagración…

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