Por Jaime Torres Gómez
Continuando con la temporada oficial de la Sinfónica Nacional de Chile, llega la Tercera Sinfonía de GustavMahler, en esta oportunidad bajo la dirección de Leonid Grin, maestro titular de dicha agrupación.
Las presentaciones se dieron el Teatro de la Universidad de Chile y en la magnífica Aula Magna de la Universidad Santa María (USM) de Valparaíso, sin duda la sala de mejor acústica de Chile e ideal para esta compleja obra.
Felizmente, todas las veces que la Tercera mahleriana ha sido programada por la Sinfónica Nacional -siempre con deslumbrantes resultados-, ha tenido repetición en la Aula Magna de la USM (con Volker Wangenheim, quien dirigió su estreno en Chile en 1977, luego en 1986 con Francisco Rettig y 2000 junto a Juan Pablo Izquierdo), no siendo excepción en esta oportunidad.
De fuertes complejidades musicales e intelectuales, más exigentes requerimientos técnicos, esta sinfonía obedece a una suerte de visión panteísta en lo intelectual, aunque un tanto caleidoscópica en lo musical dada la heterogeneidad de las temáticas, aunque bien resuelta como orgánico. Títulos como “Pan despierta; llega el verano”, en el primer movimiento, “lo que me cuentan las flores en la pradera”, del segundo, “lo que me cuentan los animales del bosque”, del tercero, “lo que me cuenta el hombre”, del cuarto, “lo que me cuentan los ángeles”, del quinto y “lo que me cuenta el amor”, del sexto, jalonan un contenido de atractivo relato, servido de una amplia batería de recursos musicales magníficamente dispuestos, como el uso de motivos recurrentes en varios movimientos, especialmente en esbozos del primero con desarrollos en el último, asimismo una copiosa variedad rítmica, tímbrica y colorìstica.
Con profundo conocimiento de la obra, la versión firmada por Leonid Grin privilegió una certera visión del todo, imprimiendo empático carácter a cada movimiento -de individuales mundos, aunque perfectamente correlacionados-, obteniendo admirable organicidad. Grandes logros en transparencias, acentos y matices raras veces percibidos, como en el lied del cuarto movimiento con texto del Zarathustra de Nietsche, con un idiomático color vernáculo (judío) en el solo del oboe.
La Sinfónica, en estado de gracia… , demostró pleno profesionalismo, con un resultado de excelente ajuste y esmaltado sonido. Magníficos logros en la mayor parte de los pasajes solísticos y de conjunto.
Excelente cometido de la mezzo canadiense Nora Sourouzian, de atractivo material (hermoso timbre y buena proyección) más un admirable sentido del “decir” del texto, asimilándose completamente a la notable concepción del maestro Grin en su conjunto. Asimismo, de innegable oficio la sección femenina (sopranos y contraltos) del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, y debidamente preparado el Coro de Niños del Colegio Almendral de La Pintana, dirigido por Marcela Serrano.
En suma, una sólida versión de la Tercera Sinfonía de Mahler, y sin duda de lo más relevante ofrecido en la actual Temporada Artística de la USM, perfilada como una de las más atractivas en los últimos años…
Cómo estás Jaime, tanto tiempo sin vernos. Excelente tu crítica, muy inteligentemente ilustrada. Acá todavía estamos deslumbrados por Barenboim y su orquesta de la Stadatkapelle Unter den Linden y una fenomenal versión de Tristán e Isolda, inolvidable. Espero encontrarnos en algún momento. El viernes veré a Stefan Lano con la Sinfónica en la Ballena Azul. Te envío un fuerte abrazo.
Querido Jaime: muy buena tu critica. Te aporto un dato: las veces que se hizo bajo las batutas de Wangenheim,Rettig y JP Izquierdo, la solista fui yo. Es una obra magnífica y muy querida.
un abrazo
Carmen Luisa