Por Jaime Torres Gómez
Con beneplácito, se recibió el tradicional programa con obras nacionales que la Sinfónica Nacional de Chile ofrece en septiembre, confiando nuevamente su curatoría al reconocido musicólogo Dr. Luis Merino Montero, y siendo dirigido en esta oportunidad por el maestro nacional José Luis Domínguez.
Cabe consignar el sólido precedente del año anterior, con un homenaje a los Dos Allendes, es decir, al emblemático Pedro Humberto Allende junto a su sobrino Juan Allende-Blin, compositor radicado por décadas en Alemania y de descollante trayectoria internacional.
En esta oportunidad la temática giró en torno a otra relevante figura como Enrique Soro (1884-1954). Si bien no se trató de un monográfico de obras en sí mismo, se dispuso de piezas relacionadas con el mismo Soro, como un estreno mundial de Andrián Pertout en torno a su figura, una obra del compositor italiano avecindado en Chile LuigiStefano Giarda -contemporáneo y cercano al compositor- más el emblemático Gran Concierto para Piano del mismo Soro.
De las dos presentaciones, se asistió a la última, lamentándose el poco público, sin duda por la vecindad del largo fin de semana de Fiestas Patrias, instándose a futuro sea programado en una fecha que facilite una mayor concurrencia…
Comenzando con el estreno de “Aire para Soro” (2018) del chileno radicado en Australia Andrián Pertout (1963), esta magistral estilización desconstructiva de una “cueca” (en parte inspirada en el Tercer Aire Chileno de Soro), presenta notables variaciones (más una buena cantidad de permutaciones) de su ritmo básico, amén de un atractivo mosaico contrastante de secuencias dinámicas y rítmicas. De magnífica y frondosa orquestación, además incluye una inteligente disposición de gritos y palmas de los mismos músicos, acentuando su carácter vernáculo. Sin duda, una obra de exportación e ideal de ser incluida en futuras programaciones… La respuesta de los sinfónicos, de total colaboración y ajuste a las indicaciones de la batuta.
De LuigiStefano Giarda (1868-1952) se incluyó el Poema Sinfónico“Más allá de la Muerte”, una obra de carácter místico que dialoga con el misterio de la muerte y su trascendencia. Estrenada en 1923, es precursora, junto a La Muerte de Alsino (Leng), de la música programática en Chile. No obstante su riqueza armónica -con amplia gama de matices y magníficas texturas tímbricas-, no necesariamente plasma un discurso de completo interés, al percibirse raramente expansiva y difusa en sus desarrollos (como un forzado agregado del coro final (a cargo de la Camerata Vocal de la Universidad de Chile), de poco interés…). De certera libertad estilística, hay una directa influencia (y hegemonía) de Puccini eincluso algo de Arrigo Boito (al inicio de la tercera sección incoada por los cellos, violas y contrabajos, recordándose el comienzo del tercer acto de Mefistofele, de aterrador carácter…). Muy buen cometido de los sinfónicos y coreutas, magníficamente liderados por el maestro Domínguez.
Y con el “Gran Concierto para Piano en re mayor” de Enrique Soro, finalizó esta temática presentación. Injustificadamente ausente en las programaciones de las orquestas nacionales por más de veinte años (la última vez con una magistral versión de Malcolm Troup junto a una Filarmónica soberbiamente dirigida por Michelangelo Veltri, en 1995), se justipreció la reedición de una obra de grandes relieves y de cautivante progresividad auditiva.
Directamente emparentado con su Sinfonía Romántica, ambas obras develan al más genuino Soro, de declarada raigambre romántica (o post romántica), independizándose osadamente de las corrientes composicionales de la época. Junto a una inteligente administración de las formas, hay una atrevida libertad expresiva servida de atractivas ideas generadoras temáticas, asimismo una riqueza armónica perfilante de certeros desarrollos (sin dispersiones) amén de un notable manejo cíclico (a lo Franck), brindándosele inmejorable unidad. Sin duda, una obra que merece mayor periodicidad de programación, como una mayor difusión internacional…
En esta oportunidad se convocó a María Paz Santibáñez, excelente pianista nacional radicada en Francia por décadas. No obstante su irreprochable musicalidad (hermoso toucher y profundidad de ideas) no logró brindar mayor presencia a una obra en sí muy demandante en lo expresivo, al no darse debida proyección sonora, siendo opacada constantemente por la gran masa orquestal, en parte por la inmisericorde acústica del Teatro de la Universidad de Chile, debiéndose, subsecuentemente, resolver mejor el balance solista-orquesta por parte del director musical… Sin embargo, hubo momentos entrañables en las exposiciones de las cadenzas de los movimientos extremos, especialmente el último, validando la completa solvencia de la solista.
En suma, una presentación que volvió a confirmar la actualidad de Enrique Soro, servida de interesantes complementos en torno a su figura, y la validación de seguir ofreciendo programas temáticos dedicados a la música nacional.
Comprendo que es difícil acceder a la información acerca del repertorio abordado por las orquestas de regiones a lo largo de su desconocida historia, así que no es de extrañar el error acerca de la última interpretación del Concierto en re mayor de Soro. Más cauto habría sido decir “injustificadamente ausente en las programaciones de las orquestas santiaguinas [en lugar de “nacionales”] por más de veinte años”. Por lo menos en Concepción, la última vez fue en el concierto “Homenaje a compositores penquistas” de la Orquesta Sinfónica Universidad de Concepción en 2003. Con Víctor Hugo Toro como director invitado, la orquesta abordó obras de Wilfried Junge, Carlos Zamora y Enrique Soro, incluido su Concierto, con Marcella Mazzini como solista.
Saludos desde Conce.
Felipe Elgueta Frontier
Redactor de programas
Orquesta Sinfónica Universidad de Concepción
Nuevamente Jaime Torres permite al lector de sus columnas, recrear vivamente la situacion observada. Un acierto sin duda. Sin embargo, para quien tiene casi ninguna posibilidad de asistir a estos eventos musicales, resulta casi frustrante saber que hay presentaciones tan entretenidas en Chile que uno no podra conocer. Aunque Jaime Torres se encarga de pormenorisarla de manera didactica y amena. Gracias por esta columna de critica musical.