Por Jaime Torres Gómez
Los tiempos que corren no son favorables para el Teatro Municipal de Santiago ante la grave crisis financiera que se ha dado a conocer hace pocas semanas, situación que inevitablemente plantea interrogantes respecto a lo que se viene.
Lo anterior amerita un profundo análisis de causa-efecto con una óptica de amplio horizonte, donde forzosamente debe discurrirse (y sincerarse) hacia cambios profundos que rompan paradigmas respecto al perfil de lo implementado hasta hoy… y encontrar así un debido equilibrio -oferta y demanda- de la viabilidad real por el consumo de los productos de esta manufactura artística en el mercado objetivo actual.
En lo inmediato, los desarrollos de todas las temporadas del Municipal (ópera, ballet y conciertos) han ostentado correctos resultados promedio, y con innegables fortalezas respecto al año pasado en lo que a ópera se refiere, después de haber sido la peor temporada lírica en décadas…
Conforme lo consignado en una crítica anterior, hubo un excelente inicio con la Forza del Destino en abril pasado, dando natural optimismo para los resultados posteriores, y constatado hacia mitad de temporada en títulos como Caballero de la Rosa y Così fan tutte. No obstante la gravísima situación del Municipal (con masivos despidos, mediante…), la actividad sigue desarrollándose normalmente (en apariencia), esperándose no se tengan sobresaltos en lo que resta de las temporadas del histórico coliseo artístico nacional, y mantener así la fidelización del público.
Después de 32 años se reeditó “El Caballero de la Rosa” (Rosenkavalier) de Richard Strauss, ópera fundamental del repertorio germano y excesivamente ausente en Chile. Con un magistral libreto de Hugo von Hoffmannsthal, esta obra muestra la genialidad de Strauss en brindar perfiles psicológicos y las circunstancias que rodean a los personajes, traducidos en un arte musical superior. Y siendo recurrente en Strauss, gran protagonismo le otorga a la orquesta (de virtuosismo a borbotones), asimismo requerimientos muy particulares de vocalidad en cada rol.
Traída desde Colombia (Teatro Mayor de Bogotá), se trató de una puesta no más que correcta, e incluso al umbral de lo escolar. Con una respetuosa régie del argentino-colombiano Alejandro Chacón, se extrañó mayor rutilancia, especialmente en el segundo acto y antes con una modesta recreación de los aposentos de la Mariscala, a la vez una burda (caricaturesca) ambientación del último acto, dándole extraña congruencia al todo.
En lo musical, se contó con una idiomática dirección de Maximiano Valdés, no obstante una respuesta a ratos desconcentrada de la orquesta, denotando cansancio producto de la bestial exigencia previa al venir saliendo de difíciles programas de conciertos y ballet, como antes de una larguísima Forza del Destino (evidenciando mal criterio programático de la Dirección Artística del Municipal, al sobredimensionar las capacidades reales de la orquesta…). De menor jerarquía fue la dirección de Pedro Pablo Prudencio en el segundo elenco -más extravertida que profunda-, de mermado refinamiento y de inconvenientes tempi (muy agitados, denotando más ansiedad que brío), no traduciéndose en un idiomático resultado.
Del elenco, hubo variados resultados, destacándose un excelente Octavian con la famosa Sophie Koch (quien vino de reemplazo), una insuficiente Mariscala a cargo de Celine Byrne (no dando el physique du rol en el primer acto, aunque algo mejorada en el tercero), un ridículamente caricaturesco -aunque de ajustada vocalidad- el Baron Ochs del bajo Jürgen Linn, una timbrada Elbenita Kajtazi como Sophie, un notable Patricio Sabaté como Faninal y un deslumbrante David Junghoon Kim como el Tenor Italiano. Del segundo elenco, triunfos proporcionales para la totalidad del mismo, inéditamente casi todo chileno para una ópera donde antaño imposible contar con voces ad hoc. Triunfal la Mariscala de Paulina González, quien debió estar sin duda en el primer elenco; a la vez, convincente Evelyn Ramírez como Octavian, no obstante no poseer la vocalidad ideal para el rol, lo mismo Catalina Bertucci como Sophie. Interesante material del joven bajo alemán Johannes Stermann como el Baron Ochs, y solvente Javier Weibel como Faninal.
Y finalizando la trilogía Mozart-Da Ponte programada por la actual dirección artística del Municipal, llega “Così fan tute” con el mismo equipo de Bodas de Figaro y Don Giovanni. A priori, era interesante abordar orgánicamente esta trilogía (en tres años consecutivos) con un único equipo artístico, sólo que la aplastante producción escénica (con la misma escenografía -fija- de Roberto Platé en cada título) desde un inicio no constituyó el marco ideal, a pesar del variable aporte de Pierre Constant en la régie (muy bien en Bodas de Figaro, como deplorable en Don Giovanni). Ahora en Così… los resultados fueron más equilibrados, con un interesante primer acto con un ingenioso uso de lo lúdico, aunque extraño en el segundo, de inminente opacidad, no obstante la luminosidad del primero con una acertada apertura hacia los exteriores.
Como en los demás títulos de la trilogía, estuvo dirigida por Attilio Cremonesi, manteniendo un enfoque en apariencia históricamente informado, traducido en un orgánico muy reducido de músicos y texturas en estilo barroco (casi sin vibrato en la cuerda, entre otros). Lamentablemente, a lo largo de toda esta trilogía, Cremonesi no logró una debida homologación estilística entre cantantes y orquesta, amén de rígidas marcaciones que no facilitaron comodidad de fraseo a los cantantes. Mejores resultados se apreciaron en la dirección del segundo elenco con Pedro Pablo Prudencio, brindando mayor organicidad del todo.
De los elencos, en general hubo correctos resultados, destacándose una eficaz Paulina González como Fiordiligi, el barítono Orhan Yildiz como Guglielmo (de muy buen material), Rihab Chaieb como Dorabella, a pesar de estar algo fuera de estilo, el tenor Andrew Stenson en un ajustado Ferrando, Marcela González en una estupenda Despina, y en menor medida José Fardilha como Don Alfonso, ya conocido en el Municipal, que en esta oportunidad (función de estreno) acusó graves problemas de afinación. Del segundo elenco, sólidos Santiago Bürgi como Ferrando, Eleomar Cuello como Guglielmo y especialmente Patricio Sabaté como Don Alfonso.
En suma, una temporada de ópera que se realiza con un correcto nivel promedio, avizorándose un normal desarrollo en los títulos que restan, sólo bajo el supuesto de estabilidad en las condiciones globales al interior del Teatro Municipal de Santiago…