Por Felipe Vergara Maldonado
Dr. en Comunicación
Académico Universidad Andrés Bello
Son muy pocos los países que pueden contar que lograron terminar con una dictadura por medio de las urnas, Chile es uno de ello. A 35 años de aquel 5 de octubre de 1988, las reflexiones y análisis sobre aquella instancia, siguen presentes en el colectivo nacional. Latinoamérica vivía entonces un proceso de recuperación democrática, luego de años supeditados al poder militar; Argentina, Brasil, Uruguay, entre otros, avanzaban en esa línea, obviamente, no exento de problemas.
Chile logró, a través de un plebiscito donde la opción NO obtuvo el 55,99%, retornar a la democracia perdida el 11 de septiembre de 1973. Hace menos de un mes se conmemoraron en Chile los 50 años del Golpe Militar; sin embargo, el plebiscito del 5 de octubre fue la llave para, 17 años después, volver a avanzar hacia una recuperación de aquella anhelada democracia. El referéndum de 1988 fue el principio del fin de la dictadura, proceso que evidentemente no fue fácil, basta recordar que Pinochet siguió como Comandante en Jefe del Ejército hasta 1998 y luego asumió como Senador Vitalicio.
Aquel 5 de octubre, no sólo fue la puerta a la recuperación democrática, sino que también un paso fundamental para el desarrollo social, político y económico de Chile; con el retorno a la democracia, nuestro país se vuelve a abrir al mundo y a retomar el prestigio institucional perdido con la dictadura; se restablecen relaciones diplomáticas rotas y se empieza a pavimentar la transición hacia una democracia más plena. Ésta fue la primera elección con un Tribunal Calificador de Elecciones, que redundó en la posibilidad de contar con un padrón electoral conocido y registros claros de los mismos, evitando con ello los fraudes detectados en los referéndums de 1980 y 1978.
El triunfo del NO, cimentó el paso a elecciones presidenciales libres y abiertas, que se realizaron un año después y en las que resultó electo el Presidente Aylwin; pocos recuerdan que si hubiese ganado el Sí, se establecía que Augusto Pinochet se perpetuaba en el poder hasta marzo del año 1997.
Cuando se analiza aquel triunfo, surgen varios aspectos relevantes de considerar, por un lado, la insatisfacción con la dictadura existente, pero ésta no sólo generaba un disgusto evidente en la población, sino también temor, y ese era uno de los principales riesgos para la opción NO. La gente no expresaba mayormente su afinidad política, la represión que se observaba en las calles y la polarización de país, hacían difícil vaticinar un resultado esperanzador para la oposición.
Ante esta realidad, una de las principales claves del éxito del NO, fue su campaña, la cual reforzaba constantemente “Sin odio, sin violencia, vota NO”, fue una estrategia electoral que no se concentró en atacar a la otra parte, sino en un llamado a la alegría, la esperanza y en la posibilidad de contar con elecciones presidenciales abiertas para el próximo año. Derrotar una dictadura con un lápiz y un papel, es de los hitos más relevantes de nuestra historia y reflejan la imperiosa necesidad de cuidar y defender la democracia, independiente del color político de quien gobierne.
Ello nos obliga a resguardar los procesos democráticos a los que nos vemos enfrentados, así como también a informarnos y participar de los desafíos político/electorales que vengan, independiente de la afinidad o no que ellos nos generen, la democracia se defiende con más y mejor democracia, y el Voto es la máxima expresión de nuestro derecho y deber ciudadano.