Por Sabrina Devia Astorga
Académica de la Facultad de Educación, U. Central
Según lo establece la Ley General de Educación, esta semana se dio inicio a un nuevo proceso de actualización al curriculum escolar de 1° básico a II Medio. La novedad de este proceso, recaerá en una activa participación de profesores, docentes y académicos que desean proponer desde sus áreas, a la luz de los avances y mejoras que han estudiado durante todos los años que ha demorado la actualización curricular, con la expectativa de ser escuchados y considerados.
Algunos considerarán que la formación ciudadana es clave, otros pensarán en potenciar las habilidades del siglo XXI, más de alguien creerá que es necesario repensar con una mirada en la sustentabilidad, en la relación de las personas con la naturaleza y, en otro polo, estarán quienes dirán que no pueden quedar fuera las habilidades para desenvolverse con la inteligencia artificial.
Todas son relevantes, sin duda debemos avanzar en estos ámbitos, pero también se presenta una oportunidad para repensar el curriculum desde lo que cada localidad de nuestro país necesita, en función de las posibilidades que cada territorio requiere.
Como sistema educativo, debemos corregir aquello que claramente no ha dado resultado. Necesitamos un cambio curricular y didáctico en la alfabetización inicial. Mucho podemos proponer, con miras hacia aprendizajes que efectivamente sean pertinentes, pero no olvidemos que la lectura y la escritura son prácticas sociales y que, sin ellas, poco y nada podemos entender de formación financiera, sustentabilidad, sexualidad, educación socioemocional, entre otras tantas que ya comienzan a resonar.
Enseñar a leer y escribir no puede seguir siendo una asociación de fonema a grafema, no pueden seguir siendo prácticas de apresto, se deben corregir, de lo contrario seguiremos siendo la sociedad que decodifica, la sociedad que no comprende.