Por Arturo Alejandro Muñoz
Columnista Granvalparaiso.cl
En noviembre de este año 2021 habrá elección presidencial y parlamentaria en Chile. Desde el año 1973 el viejo Partido Comunista Chileno (PCCh) no había logrado remontar en sus números, manteniéndose en las cercanías del 5% del sufragio nacional, amén de haber erstadoe4xlcuñido de las alianzas que la centroizquierda estructuraba como gobierno. Socialistas, Socialdemócratas y Democristianos, mantenían al PCCh fuera de toda estructura de bloque. Finalmente, hace un par de años, la tienda de la hoz y el martillo fue aceptada en la coalición llamada Nueva Mayoría.
Increíblemente tal vez, la tienda comunista se incorporó al bloque que administraba (y aún administra) el sistema neoliberal, y a decir verdad, ese bloque lo hizo quizás mejor que la propia derecha, la que fue su progenitora.
En los últimos 20 meses ha sucedido lo que siempre temió la conservadora derecha chilena: el PCCh se retiró de la coalición mencionada buscando recuperar parte de la particular historia del izquierdismo ortodoxo chileno, aunque esta vez con muchos guiños al neoliberalismo y pocas sonrisas en favor de expropiaciones, aunque sí de nacionalización de algunos recursos naturales, como el cobre, el litio, el mar y el agua (Chile debe ser uno de los escasos países en el mundo donde el mar y el agua están en manos de empresas privadas).
Lo cierto es que en estos últimos 20 meses el PCCh parece haber renacido y sus guarismos se aproximan al 10% del padrón electoral. Pero, no se trata únicamente de estadísticas electorales lo que aterra a la derecha del país andino (y a muchos socialdemócratas también), ya que en las encuestas de opinión el nombre de un candidato comunista a la presidencia de la república encabeza las preferencias electorales. Se trata del alcalde de la comuna de Recoleta (en la Región Metropolitana), Daniel Jadue Jadue, arquitecto y sociólogo de 53 años de edad.
En muchos sectores del país el temor a un posible gobierno en manos comunistas ha comenzado a germinar, ya que la izquierda local tiene a dos postulantes a la presidencia de la nación, a saber: al propio Daniel Jadue, y a Gabriel Boric Font, egresado de Ciencias Jurídicas y Sociales, actualmente diputado del partido ‘Frente Amplio’ (FA), quienes competirán por la designación al principal cargo público de Chile el domingo 18 de julio próximo en elección primaria representando a la izquierda local.
Cualquier persona desavisada y desinformada respecto de estos asuntos, creería –si se basa en lo que dice y acusa la Derecha- que el Partido Comunista es un gigante electoralmente hablando, que tal vez cuenta con un 40% de las preferencias ciudadanas.
Pero, en estricto apego a la verdad, si se toma como referente la última elección de concejales (mayo de 2021) donde, a nivel nacional, participaron todos los partidos políticos existentes en el país, la vieja tienda izquierdista obtuvo un 9% de los sufragios.
¿Es mucho, o es poco? Bien vale recordar algunos datos sobre este tema. El año 1947, luego que el PCCh formara alianza con socialistas y radicales en el Frente Popular, alcanzó el 16,9% de los sufragios, un número muy respetable que lo colocaba entre los partidos políticos que influían directamente en el quehacer nacional.
Durante el gobierno de la Unidad Popular, el PCCh fue, sin duda ninguna, el partido que más defendió y cuidó la democracia y las leyes. De hecho, ninguna otra tienda inserta en la Unidad Popular fue más leal y consecuente con el presidente Allende y su programa como lo hizo el PCCh.
La página Memoria Chilena (perteneciente a la Biblioteca Nacional de Chile) , nos dice lo siguiente:
<<En los primeros años del régimen militar cientos de comunistas fueron muertos, detenidos desaparecidos, encarcelados, torturados y exiliados; por lo que el partido se debatió entre la sobrevivencia, el exilio y la lucha contra la dictadura. En la década del ochenta, el partido adoptó una política de rebelión para enfrentar la dictadura de Pinochet pero, en cambio, triunfó la estrategia de negociación impulsada por la Concertación de Partidos por la Democracia a fin de reinstaurar el régimen democrático en el país. Al finalizar el siglo XX, su marginación de la alianza de gobierno y el derrumbe de la Unión Soviética le restaron protagonismo y electorado>>
Poco a poco, ese partido ha logrado repuntar en materia electoral. Hoy, ya lo dijimos, muestra un 9% de apoyo en sufragios, y un número de afiliados y simpatizantes que parece ir en aumento. Pero, en términos de comicios, el 9% sigue siendo su realidad electoral.
¿Podrá lograr la Presidencia de la República el arquitecto comunista Daniel Jadue? Asunto improbable, ya que la centroizquierda y la socialdemocracia –al igual que la izquierda- esperan designar pronto (el 18 de julio próximo) en una elección de ‘primarias abiertas’, a sus propios candidatos o candidatas al mismo cargo. Entre los postulantes destaca hoy día la actual Presidenta del Senado, la demócrata cristiana Yasna Provoste Campillay, 51 años de edad, Profesora de Educación Física, Magister en Administración Educacional, y que también fuera Intendenta de la Región de Atacama (gobierno de Ricardo Lagos) y Ministra de Educación (gobierno de Michelle Bachelet), quien en esas primarias abiertas del mes de julio debería competir con otras dos mujeres de su propio sector centroizquierdista, Ximena Rincón y Paula Narváez, las que en encuestas aparecen muy por debajo de ella. Incluso está pendiente la posibilidad que Rincón y Narváez declinen sus candidaturas otorgando campo abierto y total apoyo a Yasna Provoste.
Por su parte, como nunca antes, la Derecha es consciente de haberse desperfilado y tener hoy escasas posibilidades de continuar en los próximos cuatro años (2022-2026) a cargo del gobierno una vez terminado el período de la administración de Sebastián Piñera, el que hasta este momento cuenta con un escaso 17% de aprobación ciudadana y un 80% de rechazo.
La derecha también deberá designar a su candidato el mismo día 18 de julio en las mentadas elecciones primarias. Cuatro son sus principales cartas, a saber: Ignacio Briones (exministro de Hacienda, gobierno de Sebastián Piñera); Sebastián Sichel (exVicepresidente de CORFO, exMinistro de Desarrollo Social y exGerente de BancoEstado, todo ello durante el gobierno de Sebastián Piñera); Joaquín Lavín (alcalde de la comuna de Las Condes, región Metropolitana), y Mario Desbordes (excapitán de Carabineros, exdiputado y exMinistro de Defensa en actual gobierno de Sebastián Piñera).
¿Un nuevo ‘Naranjazo’ en las elecciones de noviembre 2021?
Al parecer, en esta ocasión, el principal precandidato derechista a la presidencia de la república –Joaquín Lavín- tampoco logrará zafarse de ciertas molestas capas que componen su habitual closet político, cuestión que intentó realizar en anteriores elecciones presidenciales, con resultados negativos, como bien sabemos. Pero ahora, políticamente, para él la situación es distinta, más bien terminal.
En un año electoral como es este 2021, lo acaecido en los recientes comicios de segunda vuelta, o “balotaje”, para elegir a los nuevos gobernadores, viene a presentar la posibilidad de un renovado ‘naranjazo’ para la derecha. Sin naranjas esta vez, sólo con piñas. O mejor dicho, sin un doctor Oscar Naranjo, pero sí con empresarios y derechistas que abominan de todo aquello que huela a progresismo e izquierda.
¿Naranjazo? ¿De qué se trata ello? El año 1964, en una elección complementaria en Curicó, la izquierda triunfó ampliamente con su candidato Oscar Naranjo, lo que llevó a la derecha a retirar su postulante a La Moneda y apoyar a Eduardo Frei Montalva. La similitud con lo que está comenzando a suceder hoy, 2021, es un asunto respecto del cual usted, estimado lector, podrá sacar conclusiones. Veamos esos hechos.
El 15 de marzo de 1964 se efectuó una elección complementaria en la provincia y ciudad de Curicó (a 196 kilómetros al sur de Santiago), para elegir al candidato que ocuparía el sillón en la cámara de diputados, vacante debido al fallecimiento del parlamentario Óscar Naranjo (padre). Ello se producía en plena campaña presidencial, pues en septiembre de ese mismo año 1964 debían realizarse los comicios para determinar quién sucedería a Jorge Alessandri en La Moneda.
Era la época de los “tres tercios” en la política chilena. Derecha, Centro, Izquierda. Un tercio para cada cual. Conservadores y liberales llevaban como candidato al sillón de O’Higgins al radical Julio Durán Neumann; la democracia cristiana presentaba como postulante a ese importante cargo a Eduardo Frei Montalva, y la izquierda propiciaba nuevamente la candidatura de Salvador Allende.
La elección complementaria en Curicó fue vista cual prolegómeno efectivo de la futura elección presidencial de septiembre, y la derecha (conformada por conservadores y liberales como ya dijimos), en esos comicios complementarios curicanos sentía plena confianza en el triunfo de su abanderado local, Rodolfo Ramírez, debido a que aquella provincia (y casi toda la zona central, desde Rancagua hasta Linares) siempre le había sido electoralmente fiel.
Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula ya que el triunfo lo obtuvo el hijo del fallecido parlamentario, llamado también Óscar Naranjo, un médico perteneciente al Partido Socialista, muy querido y respetado por los curicanos. Logró el 39% de los sufragios, derrotando contundentemente al ingeniero agrónomo del Partido Conservador, Rodolfo Ramírez, y al demócrata cristiano Mario Fuenzalida, conocido en Curicó con el simpático apodo de “Vitrola Fuenzalida”.
Las alarmas se encendieron en la derecha, puesto que allí dudaban que su candidato a La Moneda -el radical Julio Durán Neumann- pudiese triunfar frente a la arremetida de Allende. Además, la Iglesia Católica, que históricamente había apoyado a ese sector de la política criolla, esta vez manifestaba inclinarse hacia el nuevo partido –la Democracia Cristiana-, tienda que en plena ‘guerra fría’ se presentaba como alternativa al capitalismo y al socialismo, con la bendición del Vaticano y el visto bueno de los Estados Unidos de Norteamérica.
El inesperado triunfo del socialista doctor Naranjo remeció a conservadores y liberales. Entendieron que fracasarían en septiembre y que Allende y el socialismo -aliados con el partido comunista- serían los nuevos gobernantes. Entonces, en un acto que meses más tarde terminaría degollando a ambas tiendas derechistas, decidieron bajar la candidatura del radical Durán Neumann y apoyar oficialmente a Eduardo Frei Montalva, quien ganó la elección presidencial obteniendo el 56,09% de los sufragios contra el 38,9% obtenido por Salvador Allende, y el 4,98% del tozudo Julio Durán que se presentó con el solitario apoyo del Partido Radical.
De ese modo, Eduardo Frei Montalva llegó al gobierno apoyado por una mayoría absoluta y, además, también con mayoría a su favor en el Congreso Nacional. Meses más tarde, los partidos conservador y liberal sufrirían una estrepitosa baja en las preferencias electorales, cayendo hasta detenerse en un escuálido 12,9%, lo que obligó a ambas tiendas a desaparecer como tales y dar nacimiento a un nuevo referente derechista, el Partido Nacional (PN), antecesor de tiendas como la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN). .
Todo lo anterior fue producto del “Naranjazo” de Curicó, acaecido en el mes de marzo de 1964.
¿Es posible un nuevo ‘naranjazo’ hoy día?
Todo es posible, pues si bien hoy las circunstancias y contextos históricos, sociales, económicos y políticos son diferentes a los que había en la década de 1960, encontramos ciertos rasgos de similitud entre ambos períodos que se acentuaron a partir del plebiscito constitucional, y se refrendaron con los resultados de estos recientes comicios de balotaje para elegir gobernadores regionales.
Si las encuestas no se equivocan, es casi un hecho que en las primarias del próximo mes de julio, Joaquín Lavín contaría con el apoyo mayoritario para ser el candidato de la derecha al sillón presidencial. Sin embargo, él no es del pleno gusto de todo el conglomerado derechista. Allí muchos pispan que don Joaquín podría incluso quedar fuera de un balotaje contra un candidato de línea progresista o, incluso, de línea izquierdista.
Según varios dirigentes del hoy alicaído bloque Chile Vamos, el ’fantasma’ del candidato comunista, Daniel Jadue, preconiza no sólo una derrota de la derecha sino, también, un gobierno a cargo de la gente de la bandera de la hoz y el martillo. Eso les aterra, y con mayor razón les provoca temores constatar que los otros precandidatos de su propio sector –Mario Desborde, Ignacio Briones, Sebastián Sichel- cuentan con menos apoyo y certezas de triunfo que el propio Lavín. Además, las dos últimas palizas electorales recibidas (Plebiscito Constitucional y Balotaje Gobernadores), ratifican las razones de tales miedos.
Así, muchos derechistas comienzan a mirar –una vez más- hacia la Democracia Cristiana. Ya lo hicieron concretamente –hace escasos días- apoyando a Claudio Orrego, para darle el triunfo como Gobernador de la Región Metropolitana. Pero, el asunto mayor es ahora la Presidencia de la República. Si ayer fue Allende el ‘fantasma’ que asusta a los conservadores, hoy es Jadue.
Desde las sedes políticas ubicadas en la calle Suecia (UDI) y en la avenida Antonio Varas (RN), ambas en Santiago, hay quienes estarían dispuestos a mirar hacia la mesa del Senado que preside una mujer, Yasna Provoste, democristiana que impensadamente ha irrumpido en la escena presidencial alcanzando lugares de avanzada según muestran las encuestas.
¿Tiene hoy día fuerza suficiente la derecha para llevar al triunfo en noviembre a alguno de sus candidatos? ¿Qué será más relevante para esa misma derecha, arriesgarse en una elección de dudoso resultado, o afianzar sólidamente la salud del actual sistema económico a través de otro gobierno, cualquiera sea este, pero que asegure derrotar a su enemigo acérrimo, el abanderado del partido comunista y de la muchachada del Frente Amplio?
Desconocemos aún la respuesta; sin embargo, en los fríos hechos ya se está esparciendo el olor a azahares que preconiza un posible nuevo “Naranjazo”