Por Jaime Sierra
Durante mucho tiempo hemos sido testigos a través de decenas de videos publicados en los medios sociales, de golpizas y asesinatos ocurridos a ciudadanos en manos de policías, a lo largo y ancho de EEUU, aunque mayormente en su zona centro-sur. Algunos de estos fueron grabados por terceros, otros grabados y subidos a la Internet por los mismos patrulleros, otros por las propias cámaras al interior de los cuarteles policiales, y los menos, por cámaras callejeras.
Los métodos son variados, palizas entre dos o más agentes, disparos, y otros métodos tan poco edificantes como crueles y cobardes, contra hombres y mujeres detenidos, desarmados y ya sometidos.
Todos los que vimos los programas de lucha en la televisión, sabemos, porque lo hemos visto, que el método de presionar el cuello con la rodilla es una de muchas técnicas de inmovilización que existen en esa actividad, tal como torcer los brazos por atrás, o doblar la muñeca, etc. Pero esta es particular, porque de tratarse de una lucha en igualdad de condiciones, se requeriría de inmovilización de las articulaciones simultáneamente, pero esto no ocurre. En la forma en que la aplican los policías no inmoviliza el resto del cuerpo, ya que el contrincante está rendido, y se deja hacer. Nada de esto es deportivo.
Esta técnica, como la que se empleó contra George Floyd, en Minneapolis, se aplica siempre sobre una persona que ya está inmovilizada, indefensa, sin presentar resistencia, y en custodia directa de aprehensor, quien ocasionalmente se convierte en su torturador o incluso en su verdugo, y que además, es en este acto res-guardado por sus colegas, los que cierran filas alrededor de la acción, del delito en curso, escondiéndolo. Estos pasan a convertirse inmediatamente en cómplices de un delito o de un crimen incluso, practicado con alevosía, pero confían en no serlo.
Al igual que en muchas parte del mundo, incluido Chile, las policías y los agentes represivos confían en que no serán acusados, juzgados, ni condenados ni que se le quitará sus beneficios adquiridos. Esta seguridad es la que los hace actuar contra las demás personas, (el pueblo, los clientes de su servicio), al cual previamente se les ha enseñado en forma sistemática, a despreciar, incluso a odiar, como si se tratase de una especie distinta e inferior, sin calidad humana, y que en su contra se puede usar y se le está permitido usar cualquier fórmula, método, herramienta, o procedimiento para aplacarlo, someterlo, separarlo, (disolver una manifestación o reunión), infiltrarlo, o castigarlo, mediante la presentación de cargos.
Allá, las víctimas son preferentemente gente de color, (afroamericanos), latinos y en general personas pobres, en situación de calle. Acá, son mapuches o etnias históricamente pasada a llevar o violentadas, indigentes, pobladores y manifestantes.
En Chile, la rodilla al cuello también se aplica, así como aplastar con la rodilla de diversas formas, porque es una técnica aprendida de la escuela norteamericana. He visto a guardias (vigilantes), de ciertas entidades públicas reteniendo a civiles por la fuerza aplicando la rodilla en la cabeza, o de forma penetrante, sobre las costillas, con resultado de romperlas, entre los gritos desesperados del apresado. Son actos de crueldad que debes cumplir como uniformado (o vigilante), como bautismo de fuego, para ser confiable.
Estas señales deben ser insumo para el diseño policial, incluyendo sus causas para suprimirlas.