Es lo que se observa en las redes sociales donde algunos “comentaristas” que atacan soezmente a articulistas y columnistas tienen oscuro pasado como soplones o colaboradores de DINA y CNI
Por Arturo Alejandro Muñoz
Columnista Granvalparaiso.cl
Muchos derechistas son conscientes que su gobierno está cometiendo gruesos errores políticos a través del ‘decretismo’ usado por Sebastián Piñera en estos primeros meses de su administración, asunto que en algún momento cobrará factura. Los ultra nacionalistas aplauden la fórmula empleada por el principal habitante de La Moneda, al igual que gran parte del empresariado que tiene la convicción irrefrenable respecto a que el crecimiento de un país no está obligado a ser armonioso… conque los empresarios crezcan y se enriquezcan basta. El resto es paisaje.
Sin embargo, sumados los ultranacionalistas con esos empresarios no alcanzan a conformar electoralmente una cifra poderosa y, menos aún, mayoritaria. Ellos sienten el peligro latente de una posible unidad de la izquierda junto a grupos progresistas que se están desencantando con inusitada rapidez del gobierno actual, por el que posiblemente muchos sufragaron en diciembre del año 2017. Es que el programa de Piñera tenía letra chica, demasiado chica y semi oculta. Esa letra es la que conforma la pauta gubernativa, y en esencia es lo que la derecha quiere y exige. Un programa ‘tartufo’, si se me permite identificarlo de alguna manera, pero no el que la mayoría de la gente desea.
Sabedores que la meta propuesta (esa de permanecer 8 o 12 años en el gobierno) es muy difícil de alcanzar si la oposición prospera en sus acciones, los grupos más conservadores abrieron sus puertas a los nostálgicos del pinochetismo, a aquellos que de una u otra forma participaron en la expoliación y desangramiento del país durante la dictadura, a esos que tienen cuentas pendientes con la Historia y con la justicia, pero que han logrado escabullirse de los tribunales y de las funas. Que salgan al baile, dijo la derecha.
Y fue así que los pinochetistas salieron en estampida dispuestos a ‘reventar’ las redes sociales con comentarios y opiniones que procuran crear enfrentamientos a través de insultos, bravuconerías y argumentaciones fútiles, con el único propósito de apagar las opiniones de quienes no concuerdan con las suyas. Esto es especialmente observable en los ‘comentarios’ de pinochetistas que usted puede leer en páginas de la prensa electrónica. Muchos de ellos fueron colaboradores y soplones de las organizaciones represivas de la dictadura. Algunos lo fueron incluso en Europa, durante el doloroso exilio de miles de compatriotas. La libertad de opinión es sagrada, y no se discute, pero a todas luces resulta conveniente tener presente lo mencionado para no caer en el garlito que esos viejo agentes civiles de la dictadura pretenden instalar.
A veces –y cuidado con ello- algunos intentan pasar como “viejos allendistas desencantados”, pero la hebra totalitaria se asoma de inmediato en la siguiente línea. Son caraduras, tenaces, groseros. Su objetivo no es otro que desviar la atención del lector respecto de determinado artículo, columna, párrafo, derivándolo hacia la lectura de insultos y mofas con las que esos ex agentes dictatoriales esperan que la esencia del párrafo o del artículo pase a segundo plano.
Es la nueva técnica que los nostálgicos del totalitarismo creen haber encontrado para combatir la oposición al gobierno actual (mejor dicho, a la derecha), oposición que no obstante en las redes sociales es mayoritaria. De esa forma, los ex agentes junto a nacionalistas desenfrenados y derechistas inadvertidos, confían en que mediante insultos, provocaciones e injurias podrán tapar las informaciones a las que el público accede a través de la prensa independiente y de las columnas de opinión.
¿Cómo creen evitar que la gente se informe de tantos errores, ilegalidades y decisiones impopulares cometidas por el actual gobierno? Es imposible ocultar, por ejemplo, que una vez más el presidente de la república tropezó por enésima vez con la misma piedra llamada ministro de Salud. Vea usted. El Consejo Regional de Santiago del Colegio Médico exigió la destitución de Rodolfo Santander Cruz como nuevo director del Hospital de Urgencia Asistencia Pública, debido a que el año 2007 fue formalizado por violencia intrafamiliar, lesiones menos graves y amenazas que se dieron en contra de una médica becada que se encontraba cursando un embarazo gemelar, del cual el señor Santander Cruz estaba plenamente informado pues era el progenitor. Asegura el Colegio Médico que “tras la agresión se desencadenó un proceso de parto prematuro que desembocó un mes más tarde en la muerte de una de las criaturas”.
¿Cómo esperan entonces los ex agentes y los nacionalistas evitar que la gente ni siquiera sospeche que el presidente Piñera –o algunos de sus ministros y asesores- se sientan en la ley y en la opinión pública?
Para indignación de esos ex agentes y de los nacionalistas a ultranza, el canal de televisión Mega (indiscutiblemente un medio de información derechista), provocó un soponcio a muchos adherentes al gobierno con la emisión de un programa titulado “Efecto mariposa” el cual dejó en entredicho la actuación de la Armada chilena la madrugada del 27 de febrero de 2010, cuando un terremoto sacudió la zona central del país. El programa –en horario ‘prime’, conducido por José Luis Reppening- estableció que fue el SHOA (Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada) quien le insistió a la entonces presidenta Bachelet y a la directora de la ONEMI que “no había riesgo de tsunami”. La única duda que permanece es aquella pregunta que muchos se hacen: ¿fue grave inoperancia del SHOA, o fue un complot de la Armada contra la presidenta Bachelet y la jefa de la ONEMI, cometido con la anuencia del recién electo Piñera Echeñique?
¿Cómo ocultar también el verdadero origen de la aplicación a bayonetazos del sistema neoliberal en Chile? El documental ‘Chicago Boys”, exhibido por TVN (en horario de trasnoche dominical), mostró a uno de los fundadores de ese grupúsculo que impuso sus clasistas y expoliadoras teorías económicas gracias al cobijo que les dio el almirante José Toribio Merino, asegurar que ellos eran “como una mafia”. A confesión de parte…
Difícil en extremo es poder tapar verdades que ya no requieren más argumentos que los conocidos, cual es, por ejemplo, saber que somos uno de los países con mayor desigualdad en el mundo (la brecha económica es tal vez la más escandalosa del continente); saber también que somos el único país del planeta donde el agua está en manos de empresarios privados; y a la vez somos conscientes que algunas megaempresas destruyen nuestros glaciares, depredan nuestros bosques, contaminan nuestros ríos, lagos y borde costero, así como nos someten a pagos monetarios abultados –execrables- para acceder a derechos básicos como la Salud y la Educación.
Imposible les resulta minimizar (menos aún “derrotar”) la ola feminista que se ha convertido en verdadera marea de honor y justicia histórica para las mujeres. Querrán anularla, manejarla o tal vez derribarla. En último término buscarán una forma para desacreditar esa lucha, insultando a las líderes y ninguneando a todos quienes formen parte del movimiento, amenazando, injuriando, mofándose… aunque lo cierto es que tal batalla la perdieron antes de iniciarla. Pero, que lo intentarán, no cabe duda.
En esta especie de contraataque destaca además una situación gravísima y preocupante. Los antiguos cuadros del pinochetismo se han desmadrado. Uno de ellos, condenado y supuestamente encerrado en la cárcel de Punta Peuco, el ex teniente coronel Álvaro Corbalán, autor de crímenes de lesa humanidad, ha contado con la venia de algunas importantes autoridades para abandonar el recinto carcelario durante algunas horas y presentarse en un céntrico hotel santiaguino donde lanzó oficialmente un libro de su autoría.
Esta inaceptable situación demuestra, sin lugar a error, que los asesinos de lesa humanidad, habiendo sido declarados reos y pese a estar cumpliendo condena, pueden salir de sus cárceles para pasear como Pedro por su casa mediante cualquier subterfugio que no resiste análisis jurídico, pero que habla claramente respecto del tipo de ‘democracia’ que anima a un gobierno derechista.
Tal cual escribió una tuitera (@siquieresmelees), esto es Chile hoy: “Que país OCDE ni que nada, con autoridades que entran y salen de sus cargos aún antes de asumir, (con) criminales de lesa humanidad escribiendo libros, hasta “bananero” nos queda grande”.