Por Miguel García Corrales, Arquitecto del Paisaje
Académico Universidad Central
Recientemente, Santiago ha sido galardonada con el premio a la “Ciudad Destino Líder” de Sudamérica. Este reconocimiento internacional refleja que, al menos desde la perspectiva de los visitantes, las cosas van en la dirección correcta. Sin embargo, todas las ciudades son complejas y no están exentas de problemas.
Desde la perspectiva de los habitantes, el paisaje urbano de Santiago pierde sistemáticamente valor. La aparición de rayados carentes de sentido agrede constantemente nuestro patrimonio urbano, mientras que la publicidad y las señalizaciones innecesarias nos privan del placer de contemplar las vistas de la ciudad. Los cables omnipresentes interrumpen las fachadas y desvalorizan muchos barrios de Santiago.
Hoy, el desafío es conjugar ambas miradas y seguir proyectando el futuro. Es fundamental educar a nuestra población en la valorización del paisaje urbano como un elemento que aporta a nuestra calidad de vida. Al final del día, los ciudadanos valoran caminar por calles limpias y despejadas, comprensibles y amables.
Sin duda, existen otros problemas en nuestra ciudad, originados en la coyuntura social y económica que enfrentamos como humanidad. Sin embargo, los tres problemas mencionados se han enquistado en nuestras ciudades y hoy parecen formar parte de una muletilla urbana que todos conocemos, pero que nadie parece capaz de erradicar.
Estos problemas urbanos, relacionados al público, se agudizan hacia las comunas de menores ingresos y tienden a desaparecer en las comunas o sectores más ricos de la ciudad, en pleno periodo de elecciones municipales y regionales, invito a nuestras autoridades a pronunciarse y aportar a la democratización en la calidad del paisaje urbano.