Por Samuel Fernández Illanes
Analista internacional UCEN
En las recientes elecciones presidenciales, Perú apostó por el pasado, no por el futuro. Ambos candidatos a la segunda vuelta, sin resultados oficiales todavía, apuntan a que será Pedro Castillo quien la obtendrá contra Keiko Fujimori. Dos versiones muy diferentes y contrapuestas que dejan al país partido en dos. Castillo, con una vuelta a los postulados de ultra izquierda de hace más de 30 años, inspirados en el movimiento terrorista de ‘sendero luminoso’, remozado con la ‘revolución del siglo XXI’ de Chávez, a quien cita insistentemente. Fujimori que lo intenta por tercera vez, basada en el Gobierno de su padre Alberto, que ha salido y entrado a la cárcel, acusado de graves violaciones a los Derechos Humanos, corrupción generalizada, y un autoritarismo creciente. Un régimen de hace ya 20 años y que terminó con la fuga al Japón del Ex Presidente, si bien estabilizó la economía del país.
La ciudadanía se ha expresado más por oposición a la otra alternativa, que por un apoyo claro a los dos candidatos resultantes. Lo demuestra, sus reducidos apoyos obtenidos en la primera vuelta y la adecuación de sus programas para conquistar los votos de las otras 16 opciones originales. Se suma, el cansancio de tantos años de postergación, malas prácticas, cambio de Presidentes según la voluntad del Parlamento, una pandemia mal contenida, sin vacunas, y con muertes siempre en aumento. Y por sobre todo, con muy importantes sectores de la población sumida en la pobreza, carencias esenciales, y desilusión de la política tradicional. Por todo ello, ha reaccionado.
Una búsqueda de solución a tantos y graves problemas, muy incierta, sobre todo si Castillo asume la Presidencia. Su modelo radical y estatista a nombre del ‘pueblo’, con todo lo vago que implica, ha quedado demostrado que, aplicada en otros países, no evidencia ningún resultado positivo, ni para las libertades, ni el desarrollo económico, y tampoco, para la alternancia democrática.
La apuesta por modelos antiguos, resulta demasiado alta para obtener el éxito requerido.