La derecha había prometido al país una esperanza de cambio en sus propias filas y sentires. No cambió. Siguió igual o peor que antes. La ‘izquierda oficial’ picó el anzuelo y cambió… pero lo hizo en beneficio de esa derecha que no mutó un gramo su esencia.
Por Arturo Alejandro Muñoz
Columnista Granvalparaiso.cl
Hacía mucho tiempo, desde la primera mitad del siglo pasado, que la derecha chilena no encontraba un camino tan llano y suave como el actual para imponer sus deseos mediante el uso y abuso de las potestades que permite el llevar las riendas del gobierno.
Ni siquiera la dictadura cívico-militar, armas en ristre y asesinatos y torturas de por medio, tuvo un camino con las bondadosas características que posee el escenario que Sebastián Piñera, y sus socios, han encontrado para desarrollar lo que se supone es un programa de gobierno.
Desde el triunfo del NO el año1988, Chile ha tenido una izquierda atomizada, convertida en verdadero archipiélago de pequeñas islas e islotes (grupos, referentes, grupúsculos, etc.), sin lograr levantar cabeza y menos aún presentar una propuesta sólida. Aparecieron entonces, en el horizonte de la política, Gabriel Boric, Giorgio Jackson y Vlado Mirosevic dispuestos a ‘reinventar’ la izquierda, aunque Mirosevic siempre se presentó como un “liberal”, postura política que en Chile está lejos de lo que se considera ‘izquierda en serio’, mientras Jackson mostraba sin tapujos su tibieza ideológica desde los años de la dirigencia universitaria cuando acompañaba a Camila Vallejo en las luchas estudiantiles. Restaba Boric… una especie de “esperanza provinciana” venida del austro y del cual poco se sabía realmente. Hasta ahora, que se supo lo suficiente.
Pero, en la vieja izquierda (así como en la añosa y vetusta derecha) hay cuestiones que nunca cambian.
La derecha había prometido al país una esperanza de cambio en sus propias filas y sentires. No cambió. Siguió igual o peor que antes. La izquierda picó el anzuelo y cambió… pero lo hizo en beneficio de esa derecha que no mutó un gramo su esencia. La mesa dirigencial del Frente Amplio, específicamente de Revolución Democrática y del Movimiento Autonomista, así lo ha demostrado. Dicen ser de Izquierda, pero no lo son. Dicen no ser coadyuvantes de la Derecha, pero sí lo son. Allendistas no son… marxistas tampoco. Atacan con alevosía a los gobiernos de Nicaragua, Cuba, Venezuela, Bolivia, Corea del Norte… y lo hacen con el propósito de ganar espacios a nombre (oculto, por supuesto) de la derecha económica. Sus acciones los delatan, hablan por ellos, los muestran en su desnudez.
¿Qué otro liderazgo podría desestibar electoralmente a la derecha? Se menciona al alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, como potencial candidato a la presidencia de la república. Dirigiendo con éxito la comuna santiaguina donde ejerce como edil, ha demostrado que méritos, conocimientos e ideas le sobran para postular al sillón de O’Higgins. Sólo tiene un elemento en contra. Es miembro del partido comunista, y ello significa que un porcentaje de la temerosa bandada de ex concertacionistas y ex nueva mayoría (PDC, PPD, PRSD e incluso algunos PS) se negarían a entregarle el sufragio. A los hechos me remito. Revísese la Historia Política de Chile y se podrá confirmar lo dicho, como también podrá confirmarse que el partido comunista ha sido en nuestro país una de las tiendas partidistas más democráticas y respetuosas de la ley. Quizás, la mejor de todas en ese aspecto.
Pero, la izquierda no solamente se encuentra hoy día fragmentada y dispersa, sino también ha dilapidado estos años en cuanto a conciliar un programa de gobierno que sea representativo del sentir de la sociedad civil. El triunfo del neoliberalismo a partir de 1989 cuando los muros ideológicos se derrumbaron, la dejó sin respuestas y sin propuestas. ¿Qué puede ofrecer hoy esta izquierda chilena a la gente, que no sea más de lo mismo, vale decir, ‘humanizar’ el sistema y proteger un tantito poco al Estado, si ello también lo ofrece la “derecha blanda” (que es una de las caras de la derecha económica y en nuestro país se llama Evópolis y Liberales)?
En otras palabras, la actual izquierda ‘oficial’ (esa que cuenta con parlamentarios en el Congreso Nacional) ha seguido las aguas de la derecha desde el día siguiente del plebiscito del NO en 1988, dedicándose de lleno a administrarle el sistema al megaempresariado, al FMI y a las transnacionales; y lo hizo de maravillas, ya que los insaciables mega empresarios catalogaron a Ricardo Lagos Escobar como “el mejor presidente que Chile había tenido en su Historia”…y Lagos había sido –no lo olvidemos- la gran esperanza izquierdista. Para refrendar lo anterior, las transnacionales españolas, hace algunos días nada más, le dieron una verdadera fiesta agradeciéndole sus acciones privatizadoras realizadas durante su gobierno. Nadie se explica por qué las AFP’s aún no hacen lo mismo.
“Heraldo Muñoz”, me sopla un amigo cuando pregunto quién podría ser un buen oponente el año 2021. Lamentablemente, don Heraldo es un socialdemócrata, ergo, un buen mayordomo del patronaje derechista y un mejor sirviente de los edictos emanados de la Casa Blanca y de la OEA, y lo ha demostrado sin ambages. Si eso es lo mejor que puede mostrar la “izquierda oficial”, significa que la derecha continuará ganando el partido…y por abultado marcador. A esa izquierda sólo le queda la remota posibilidad que Michelle Bachelet acceda a ser candidata el 2021.¿Accesderá ella a dejar la comodidad y prestancia de la ONU para meterse en berenjenales chilenos? Está por verse.
Lo concreto es que va a ser difícil quitarles la corona a candidatos como Joaquín Lavín y Cecilia Pérez, o como el inefable José Antonio Kast. Gracias a las debilidades, carencia de programa consensuado y desunión de la izquierda, es más que posible que la derecha gobierne hasta el 2025. Al menos, así se observa hoy, a dos años de la futura elección presidencial.
Las luces de alerta ya están encendidas.