La historia ocurrida en 1984 se repite nuevamente hoy, 2019

Publicado por Equipo GV 8 Min de lectura

Los personajes tienen apellidos distintos a los de ayer, pero defienden los mismos intereses. Una vez más se engaña y traiciona al pueblo robándole las banderas de lucha y quitándole  las calles 

Por Arturo Alejandro Muñoz
Columnista Granvalparaiso.cl

 

 

CHILE JUSTOEn un país cuya población es de olvido fácil y durante décadas manifestó desinterés en la cosa pública, ser viejo y tener excelente  memoria, es quizás lo peor que puede ocurrirle (y preocuparle) a cofradías políticas amantes de corruptelas y contubernios…de traiciones, para ser directo y claro en la acusación.

Luego de tres semanas de movilizaciones masivas, históricas, con las cuales el pueblo presentó las principales demandas para cambiar aquello que lo agobia y lo esquilma, el gobierno y las cofradías políticas, que habían enfrentado un callejón sin salida, un túnel de negrura absoluta y longitud ignota, encontraron el intersticio por el cual escapar y rearmar el contraataque.

Piñera invitó a los partidos políticos oficialistas y opositores a reunirse en beneficio de lo que llamó “la paz”, cuestión que debe leerse necesariamente como “intereses asociados”, ya que es sabido que para las hermandades politicastras “paz y patria” es el sobrenombre público que dan a “negociados y corruptelas” ejercidas en el beneficio de los integrantes de rodas y cada una de las cofradías partidistas que tienen representación en el Congreso Nacional.

Ocurrió en el año 1984, y mi recuerdo de aquello que sucedió es prístino y tan claro como agua de manantial paradisíaco. Un año antes habían nacido las Protestas Sociales Nacionales encabezadas por el Comando Nacional de Trabajadores. El país ardía en barricadas, enfrentamientos con carabineros y militares en las poblaciones y en las principales avenidas de todas las ciudades. La dictadura estaba acorralada y mostraba signos de derrota. Los trabajadores, los pobladores, los gremios profesionales y los estudiantes eran los dueños de las calles y del pandero. Se adivinaba un cambio radical en la situación del país.

Fue entonces que .Pinochet nombró a Sergio Onofre Jarpa como Ministro del Interior, dos o tres días antes de la Cuarta Protesta que fue, precisamente, la más violenta de todas. A mediados de junio de ese año 1984 Jarpa sacó dieciocho mil efectivos policiales y militares a la calle. Hubo tiroteos, bombazos, incendios, destrozos, apaleos, más de veinte muertos y un desastroso daño a la propiedad pública. Como siempre, en aquella jornada Pinochet estuvo fuera de Santiago mientras  su esposa, Lucía Hiriart, se hallaba con sus hijas en Isla de Pascua.

 

Jarpa invitó a los representantes políticos del llamado “Acuerdo Nacional” a dialogar en La Moneda. Prefería conversar con ellos y no con  los trabajadores, que eran los verdaderos artífices de la lucha contra el dictador.

Luego de conversaciones tensas y extenuantes, se firmó un compromiso político que restó al movimiento sindical su figuración en el primer plano de la actividad nacional. Seguel y Bustos, desde sus lugares de aislamiento, bendijeron esa firma porque el partido al que pertenecían (el PDC) les ordenó hacerlo.

Una vez más, los trabajadores habían sido carne de cañón para que los hombres de los discursos y las mentiras, los vagos de siempre, pudiesen volver a las andanzas demagógicas. Es un hecho de la causa asegurar que Sergio Onofre Jarpa fue quien, involuntariamente tal vez, dio origen a la futura Concertación de Partidos por la Democracia, la cual tuvo sus inicios en aquel inefable  “Acuerdo Nacional”, grupo político que cercenó al movimiento de los trabajadores y les quitó las banderas y las calles, para caminar hacia la reconversión casi religiosa a la fe neoliberal y la conformación de una sociedad de negociados corruptos y venales con el antiguo enemigo…ahora devenido socio en las andadas. .

Eso ocurrió en 1984…militares y empresarios siempre optarán por llegar a acuerdos con políticos y no con organizaciones sociales, con mayor razón si estas son populares y no reconocen dependencia de partido alguno.

¿No es exactamente lo mismo que ocurre hoy, noviembre de 2019? Sebastián Piñera, emulando a Jarpa y a Pinochet, invita a políticos desprestigiados a conversar y acordar una salida a la crisis. No importa cuán delincuentes y traidores puedan ser esos invitados, ni tampoco preocupa (a La Moneda) el nivel de desprestigio que muchos de ellos tengan en las masas electorales. La cuestión es que con el pueblo, con las organizaciones sociales, con la gente, con los movilizados, con esos…¡¡no hay que hablar ni menos aún reconocerles maldita sea la cosa!!

Es un hecho (si me equivoco, recuérdenmelo el 2020) que la intención de oficialismo y oposición no es otra que desmovilizar al pueblo y quitarle las banderas y la calle. Más temprano que tarde veremos a alcaldes y concejales –hoy muy proclives a marchar con el pueblo demandante- desmovilizarse no bien sus respectivas tiendas partidistas se lo ordenen, recordándoles que necesitarán apoyo efectivo para la campaña de las elecciones municipales, cores y gobernadores  de octubre del 2020.

Al momento de escribir esta líneas, varios parlamentarios de oposición han manifestado  acuerdo con la posición del gobierno en cuanto a efectuar un proceso constitucional mediante Convención (o Congreso) Constituyente. De manera progresiva, la idea de Asamblea Constituyente -impetrada por el pueblo movilizado- se va deshilachando en el mundillo político que percola traiciones y negociados en el Poder Legislativo.

¿La Constitución será redactada finalmente por personajes como Piñera, Chadwick, Walker, Letelier Morel, Coloma (padre e hijo), Urrutia, Moreira, Alinco, von Baer, van Ryshelberger, Girardi, Castro y otros similares? ¿Usted confía en ellos?

1984 ha regresado a nuestro escenario político. Si en este ardiente 2019 el pueblo cede y abandona las calles y las banderas, todo habrá sido en vano. Las demandas siguen en pie, sin resolverse, sin atenderse, sin importarle realmente al establishment.

Quizás, y sólo quizás, el inicio de una cesación masiva de pagos en determinadas áreas como los servicios de agua, luz y Tag, pueda remecer al sistema neoliberal y a la sociedad duopólica de intereses mutuos que nos gobierna desde los años mismos de la dictadura.

La verdad es que la lucha recién ha comenzado.

 

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