Por Arturo Alejandro Muñoz
Columnista Granvalparaiso.cl
Dicen que la Historia ha sido escrita por los vencedores. Ejemplos sobran, pero siempre hay una golondrina que no hace verano, una excepción a la regla, logrando interrumpir y llenar de dudas la versión oficial.
Esta es la historia de un hombre que refleja en sí mismo la historia de una nación guerrera y el alma de un continente. América. Más de cuatro siglos han transcurrido desde su época gloriosa, y su figura continúa enhiesta en las mentes de historiadores y poetas, así como también en el alma orgullosa de aquellos que son parte su propia raza.
¿Su nombre? Leftraro, en su propia lengua; Lautaro, para la gente de hoy. ¿Su nación? El pueblo mapuche. ¿Su territorio? El Gulumapu, específicamente la parte del Wallmapu (territorio de la nación mapuche en Chile y Argentina) que este ocupa en el Chile actual, desde la Región del Maule, la del Bio-Bio, la Araucanía, y la región de los Ríos hasta la región de los Lagos, ergo, desde el río Maule (Talca) hasta el archipiélago de Chiloé.
En el mes de febrero del año 1541, el capitán español Pedro de Valdivia y su hueste de soldados ibéricos, junto a un centenar de indios yanaconas provenientes del Perú, asentó sus reales en el valle del Mapocho, donde hoy alza su imponente estructura la ciudad capital de Chile, bautizada en esa época como Santiago del Nuevo Extremo. A doscientos kilómetros al sur de aquel lugar, cruzando el río Maule, comenzaba el territorio de la nación mapuche, siendo además la frontera que antecedía a la tierra de soberbios guerreros que los ejércitos del imperio inca jamás lograron ocupar.
Las huestes españolas, portuguesas, inglesas y francesas ya habían invadido casi todo el resto del continente americano, desde Canadá, Estados Unidos, el imperio azteca, el maya y el Caribe, hasta el imperio inca y las pampas ubicadas al sur del Río de la Plata. En todos aquellos lugares la resistencia de los pueblos originarios había sido valiente, decidida, pero ineficaz. Ello insufló aires de superioridad y perenne victoria a los invasores europeos…hasta que llegaron al Wallmapu. Allí comienza esta historia que se extendió en una lucha de trescientos años, y que podemos resumir en la trayectoria de Lautaro, el gran guerrero mapuche. Daniel Campos resume la historia de Lautaro de la siguiente forma:
Leftraru o Lautaro (Halcón Veloz) nació en el año 1534 en la zona de las grandes selvas del Carampange y era hijo de un importante Lonko de la zona. Fue tomado prisionero en su adolescencia y su cautiverio duró seis años, sin embargo, los historiadores mapuche dicen que su propia gente lo preparó desde temprana edad. Como era la costumbre mapuche antigua, le dieron de beber Lawen de pewtuwvn, remedio de visión. Su familia supo del destino que le esperaba y lo prepararon para que lo realizara como un sabio.
Así, el gran Toqui ya estaba preparado cuando llegó a la actual plaza de armas de Santiago, como caballerizo de Pedro de Valdivia.
Ahí, paciente, reconoció al caballo, lo estudió y aprendió de él. De esta manera lo llevó más tarde a su pueblo y creó cuerpos de caballería y posteriormente la infantería montada, lo que permitió movilizar prontamente a sus fuerzas y recorrer grandes tramos.
Escuchó y aprendió las técnicas del enemigo. Observó sus debilidades, sus tácticas, aprendió de sus fortalezas y de su poderío llevado adelante en nombre de la cruz y la espada. Se controló ante las grandes matanzas de sus hermanos, las mutilaciones de narices y orejas, las incursiones a su propio territorio en busca de “chinitos”, niños mapuche para esclavizarlos. Los trabajos forzosos, la avaricia por el oro y el imperioso anhelo de crear ciudades y explotar la tierra. También conoció a Wakolda (Guacolda), su mujer.
Finalmente, un día cualquiera escapó de sus captores y retornó a su nación. Apareció por primera vez peleando por su pueblo en la Batalla de Tucapel un 25 de diciembre de 1553; al mando del toqui, los Weichafe dan muerte a Pedro de Valdivia.
Entre los líderes mapuches destacó el Toqui Lautaro (Luan-taro o Leftraru= Halcón o ave veloz, en mapudungun), quien habría nacido hacia 1534 en las proximidades de Tirúa y Carampangue, en la cordillera de Nahuelbuta, hijo de un lonko llamado Curiñancu. Tenía apenas once años de edad cuando fue capturado por soldados españoles y convertido en yanacona, o indio de servicio, en la caballeriza de Pedro Valdivia, experiencia que le dotó de un gran conocimiento de la cultura española, especialmente en lo referido a armas y tácticas de guerra.
La avanzada española comandada por Pedro de Valdivia había fundado ciudades con relativo éxito y derrotado a las poblaciones nativas, sometiéndolas a la encomienda y trabajos. Durante los primeros enfrentamientos los indios demostraron que su concepción de la guerra difería de la europea. Influenciados por la cultura Inca, los reche consideraban la guerra como una batalla ritual, antes que una empresa destinada al exterminio total del enemigo.
Hacia 1550, en su condición de indio sirviente, Lautaro observó los duros castigos que los españoles infligieron a los indígenas en las batallas de Andalién y Penco. Decidió abandonar a los españoles y en diciembre de 1553 apareció como el principal líder en la Batalla de Tucapel, primer levantamiento indígena de importancia en Chile. Lautaro habría adquirido protagonismo al informar en reuniones o cahuines de linajes, clanes y lonkos como Colocolo, sobre la vulnerabilidad de los españoles (armaduras pesadas, inutilidad de la pólvora con la lluvia) y las ventajas de utilizar modalidades de combate de origen hispano, como armas y caballos.
Rompiendo con las normas que regían la batalla ritual prehispánica, en esa Batalla de Tucapel, Lautaro y los reches(*) salieron victoriosos, capturando y dando muerte al gobernador Pedro de Valdivia. La elección de la localización del combate y el empleo de olas sucesivas de ataque como estrategias militares por parte del Toqui Lautaro fueron cruciales para asegurar la victoria.
El gran Toqui había ideado ropa de defensa, escudos y cascos con cuero de lobo endurecido, armaduras y parapetos móviles para contener las armas de fuego. El garrote arrojadizo, lazos para botar al enemigo de los caballos. Para defenderse de la caballería ideó pozos tapados con ramas en donde el lugar de paso era forzoso; estos eran de tal profundidad que impedía la huida.
Estableció el uso de fortificaciones tanto frente al enemigo como en retaguardia, lo que les permitía proteger la retirada. Creó formaciones de piqueros en tres líneas de combate, las combinó con la acción de los honderos por los flancos. Ideó el mimetismo, asemejarse al terreno, el procedimiento de explorar los terrenos antes de combatir y elegir previamente el campo de batalla. Inventó la “guerra fría” o guerra psicológica, haciendo circular noticias que desmoralizaban al enemigo.
En febrero de 1554, dos meses después de la muerte de Pedro de Valdivia, Lautaro nuevamente demostró su liderazgo en la Batalla de Marigüeñu, donde aplastó al contingente comandado por Francisco de Villagra. Esto le permitió destruir y saquear completamente la ciudad de Concepción, práctica que será un antecedente del malón de los siglos XVII y XVIII, cuyo objetivo era obtener el máximo de bienes del grupo atacado.
Entre 1554 y 1555 la introducción de enfermedades europeas causó estragos en la población reche. Además de una peste de tifus, se vivió durante este período una falta de alimentos que atenuó la intensidad y frecuencia de los enfrentamientos.
Ello alentó al gobernador Francisco de Villagra a repoblar Concepción. A fines de ese año Leftraru la destruye por segunda vez, y en 1556 inicia su primera campaña al valle central, el Maule, para destruir Santiago, pero tras un ataque de los españoles decide regresar al sur.
En 1557 inicia su segunda campaña contra Santiago para lograr la expulsión del enemigo. Reclutó a los seiscientos mejores weichafe de la zona y avanzó a la ciudad del Mapocho. Ante la información de la marcha de Lautaro, los santiaguinos pensaron abandonar Chile para siempre y regresar al Perú pues temían seriamente por sus vidas.
Sin embargo, algunos indios promaucaes -que habitaban el valle central chileno- habían sido duramente castigados por Lautaro, lo cual les motivó a la traición. Informaron a Francisco de Villagra el lugar donde las huestes mapuches descansaban preparando el ataque a Santiago. Ese lugar era Peteroa, a orillas del río Mataquito.
En la madrugada del día 29 de abril de 1557, las tropas hispánicas de Francisco de Villagra atacan sorpresivamente el campamento del Toqui. Lautaro falleció en pleno combate atravesado por una lanza española; sus guerreros resistieron por más de cinco horas contra las fuerzas de Villagra, pero fueron derrotados. El cuerpo del Toqui fue desmembrado, y su cabeza, ensartada en una lanza, exhibida en la Plaza de Armas de Santiago.
La nación mapuche continuó su lucha contra el invasor europeo, la cual se extendió durante trescientos años sin que se produjesen vencedores ni vencidos. Otros grandes guerreros siguieron comandando las batallas durante los siguientes tres siglos, Toquis magníficos que la Historia recoge con respeto y admiración en un episodio que bautizó como “La Guerra de Arauco”.
La figura de Leftraro-Lautaro fue la insigne enseñanza de libertad e independencia, de amor al terruño y defensa de lo propio. Por ello, los Libertadores de América –Francisco de Miranda, Simón Bolívar, José de San Marín, Bernardo O’Higgins y otros- al momento de fundar la Logia con la que se comprometieron a entregar sus vidas por la independencia de sus países, la bautizaron con el nombre de “Lautarina”, debido a que el primer americano que –lanza en mano- gritó LIBERTAD…fue Lautaro, Leftraro…el Toqui inmortal.
*RECHE = Desde la temprana época colonial, las sociedades indígenas de estas regiones se les denominó “Araucanos”, concepto que tradicionalmente ha englobado y uniformizado por igual a todas las poblaciones nativas. Esta denominación popularizada por los españoles, posiblemente se trataba de una castellanización del vocablo de origen quechua “auka” o “purum- auka”, que los Incas asignaban para describir a los indios rebeldes o enemigos salvajes.
Desde fines del siglo XIX y principios del XX, estudiosos como Tomás Guevara y Ricardo Latcham, discutieron la validez del término “Araucano”, dado que éste no daba cuenta de la heterogeneidad existente entre los indígenas. A partir de ese momento se comenzaron a formular clasificaciones y sub-clasificaciones de las poblaciones como mapuches, picunches, pehuenches, promaucaces, puelches, etc,
Posteriormente, etnohistoriadores y etnolingüistas como Horacio Zapater y Adalberto Salas, estudiosos del mapudungun y las fuentes documentales coloniales como los Vocabularios Jesuitas , advirtieron que en realidad las sociedades indígenas que vivían en estos territorios no utilizaban ninguna de estas expresiones clasificatorias para identificarse.
Es así como el término “mapuche” no fue utilizado sino hacia la década de 1760, en la segunda mitad del siglo XVIII. Antes, en el siglo XVI, los indios utilizaron para auto-designarse el vocablo “reche” (re=auténtico, puro, verdadero; che= gente). La auto-identificación de reche, como “gente verdadera”, destacaba la distinción entre las poblaciones originarias y aquellas extranjeras.
Es por esta razón que cuando se aborda el temprano siglo XVI, período histórico en que se despliega la resistencia de Lautaro, resulta más preciso referirse a “reche” y no a “mapuche”.
(“Memoria Chilena”, Biblioteca Nacional de Chile)