Karolama, se llama elegante barrio de la capital de EEUU que perdió tranquilidad y limpieza con la llegada de Ivanka Trump y su familia a la ex casa de Andrónico Luksic. Es lo que denuncian y rechazan los residentes del lugar.
Por Arturo Alejandro Muñoz
Columnista Granvalparaiso.cl
El sábado 25 de marzo, la cadena estatal de televisión de Canadá –The Canadian Broadcasting Corporation- publicó una noticia que acusa cuánto y cómo ha cambiado el barrio desde que llegaron allí, recientemente, Ivanka Trump y su esposo Jared Kushner, junto a sus tres hijos.
Como bien sabemos, Ivanka es la hija del actual presidente estadounidense, Donald Trump, quien la considera su “mejor asistente y asesora”, y se encarga de varias tareas encomendadas por su padre en relación a las acciones de gobierno, cuestión que ha provocado quejas y fuertes críticas lanzadas por los opositores del partido Demócrata ya que ambos, Ivanka y Jared, trabajan en la Casa Blanca en calidad de asesores del presidente..
Esta vez, las quejas no provienen de ningún círculo político, sino de los vecinos de Ivanka y su prole. Los excesos de una familia cuya cabeza principal destaca por la soberbia, la prepotencia y el ninguneo a todos aquellos que no comulguen con sus ideas, se están instalando en lugares donde antes de su llegada la tranquilidad y sana convivencia eran los aspectos dominantes.
El barrio en cuestión – Kalorama neighbourhood- se ubica a tres kilómetros al norte de la Casa Blanca, y la mansión que según la cadena Canadiense fue comprada (no arrendada) por una compañía norteamericana a un “billonario chileno” (Andrónico Luksic), y arrendada a Ivanka Trump- está situada en el corazón mismo de esa vecindad donde habitan personas poseedoras de mucho dinero, las que además estaban habituadas a convivir con figuras públicas y personajes relevantes. De hecho, los Obama estuvieron residiendo en ese barrio largos años, y la tranquilidad había seguido siendo la reina del lugar, y también el CEO de ‘Amazon’, Jeff Bezzos, así como el ex secretario de estado, Rex Tillerson, viven allí.
Christopher Chapìns, presidente del Consejo de Vecinos, cuando los Trump arribaron a esa vecindad dijo a la prensa: “nos agrada que figuras políticas como los Obama, los Kushner y los Tillersons vivan en nuestro barrio”. Hoy las opiniones son distintas.
Los vecinos estaban, pues, acostumbrados a ver agentes del servicio secreto rondando por sus calles, y de vez en cuando observar la llegada de móviles de canales de televisión y prensa en general…pero, nada de ello, nunca, perturbó la paz del barrio… hasta ahora.
Los residentes de ese barrio elegante de Washington DC dicen que Ivanka Trump y su esposo Jared Kussher no son buenos vecinos, ya que desde su llegada una insospechada cantidad de vehículos ocupa los estacionamientos públicos en varias cuadras, y excesivo es también el número de agentes de seguridad y de camionetas del servicio secreto que día y noche circulan por el barrio, impidiendo además –con presencia hosca y órdenes a viva voz- que los residente del lugar puedan realizar tranquilamente sus paseos rutinarios y que los niños jueguen en los jardines aledaños.
Aún más, con el arribo de los Trump-Kuscher algunas veredas fueron cerradas por el servicio secreto, quien las ocupa día y noche argumentando asuntos de “seguridad nacional”, a la vez que la basura (en enormes bolsas) se amontona frente a la mansión de US$5,5 millones de dólares que –de acuerdo a lo informado por la cadena estatal de televisión canadiense- fue vendida por el chileno Luksic a una compañía que, a su vez, la arrienda a Ivanka y su prole.
Es cierto que –por ley- el Servicio Secreto tiene la responsabilidad de proteger la vida y la seguridad de la familia presidencial, pero en este caso los vecinos han informado de una excesiva y agresiva presencia de agentes en el barrio, tal cual si el país se encontrase en guerra y temiera ataques aéreos del enemigo. Además del ruido intenso y rutinario provocado por motores de automóviles, motocicletas, sirenas y walkie talkies de losa gentes y de policías varios.
Todos estos asuntos, aparentemente ‘normales’ si se trata de proteger la seguridad de personajes públicos, no causarían extrañeza ni demasiada molestia en un vecindario chileno de clase media o de clase popular donde es costumbre soportar a vecinos que suben al infinito el volumen de sus equipos de música, y el ladrido inacabable de perros junto con la rompedera de tímpanos provocada por vendedores de elementos variopintos: pan, gas licuado, verduras, etc.
Pero, en un barrio habitado por personas económicamente acomodadas, la cosa cambia… y cambia aún más si algunas de esas personas tienen comunicación fluida con redes políticas, mediáticas y empresariales, como al parecer es el caso del barrio Kalorama, en Washington DC.
Para alguna prensa, y para varios dirigentes políticos de la actual oposición al gobierno de Trump, lo que está acaeciendo en ese barrio capitalino es una gráfica perfecta de lo que le espera no sólo a la nación del norte, sino a muchos otros países que se encuentran en la mira y bajo la prepotente soberbia del mandatario.
La verdad sea dicha, a nosotros –los chilenos- poco nos importa el comportamiento de Ivanka y su troupe, no obstante debemos tomar nota de lo que sí interesa. Que los Trump-Kushner sean considerados residentes desagradables en un barrio elegante de la capital de su propio país, es una cuestión que esperamos no se replique en la política de “buena (o mala) vecindad” del jefe de familia con respecto a Latinoamérica, pues si la soberbia y la prepotencia la aplican -sin contenciones siquiera- en su propia nación (y contra personas de clase alta), sumado ello a la evidente desprecio que muestra el Presidente de EEUU respecto de inmigrantes y razas varias, nada bueno es dable esperar entonces de su política referente a los países del resto del continente, exceptuando Canadá, por razones casi obvias (país de lengua anglosajona, altamente desarrollado y perteneciente a la Commonwealth británica).
En nuestro país, el candidato a la presidencia de la república, Sebastián Piñera, lanzó su campaña teniendo como respaldo una frase: “Buena Onda”. Al igual que Donald Trump, Piñera es mega millonario, atolondrado, fantasioso y con un ego que le supera en estatura y peso, características que le pueden convertir (si acaso ya no lo es) en un mal vecino… para el país.
¿Podrían entenderse bien dos mandatarios soberbios, intransigentes y, digámoslo sin ambages, cuyas familias les ayudan poco en materias de imagen ante la ciudadanía? No sólo EEUU está en peligro con Trump, también lo está Chile, vecino menor en el barrio de los poderosos.