Por Ignacio Paz Palma
Periodista y académico U.Central
“Es el Napoleón del crimen, Watson. Es el organizador de la mitad de los hechos delictivos que tienen lugar en esta gran ciudad… Tiene un cerebro de primera. Permanece inmóvil, como una araña en el centro de su tela, pero esta tiene mil hilos y los conoce perfectamente todos. Él no hace apenas nada. Solo planea. Pero sus agentes son muchos y están bien organizados”.
Lo anterior es un extracto de la novela El Problema Final, una historia de Sherlock Holmes, lo leí en el medio Interferencia.cl y calza perfecto en el relato que se escribe por estos días en esta franja de tierra, porque de verdad ¡la cosa se puso buena!
Hace poco más de una semana conocimos la corruptela entre Sergio Muñoz, ex director de la Policía de Investigaciones (PDI) y Luis Hermosilla, el abogado. En el momento no imaginamos los alcances, aunque algo podíamos intuir.
Lo concreto, Hermosilla manifestó la necesidad de sobornar a Impuestos Internos (SII) y a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) y así obtener información privilegiada que les permita taponear la investigación del caso FACTOP, contra la familia Sauer. Por su parte, con Muñoz, se intercambiaban mensajes donde el leguleyo le pedía información de ciertas investigaciones y el PDI se las daba. Una jugada magistral para tomar ventaja en el partido.
Esos datos, que tan servil facilitó el policía, permitieron por ejemplo, adelantarse en las pericias sobre el otro ex director de la PDI, Héctor Espinoza; el caso Minera Dominga, que involucró al ex presidente Piñera, cuyo principal destino fue su primo y ex ministro del Interior, Andrés Chadwick; el caso Enjoy que también salpicaba al presidente empresario; además de investigaciones relacionadas con el alcalde de Vitacura, Raúl Torrealba e indagaciones referidas al ex intendente de la Región Metropolitana, Felipe Guevara.
Ahí vamos hasta hoy. Esos son los alcances del abogado sin escrúpulo, el que defendió casos por violación a los derechos humanos en dictadura y sin miramientos representó años después a la familia de Jaime Guzmán, el ideólogo político del dictador. Además, cubrió legalmente a los pedófilos Claudio Spiniak y al cura O`Reilly, ambos muy cercanos a la elite. Otro de sus clientes fue Miguel Crispi, asesor del presidente Boric, en el caso convenio. El hombre no da puntada sin hilo, como una araña.
¿Qué viene ahora? Solo queda estar atento a este caso donde nuevamente la aristocracia criolla, empresarial y política se ve envuelta en un escándalo de proporciones. Lamentablemente la historia nos muestra que sus miembros muy pocas veces cumplieron las penas que merecen en estos ilícitos, sin embargo, es una buena oportunidad para que las instituciones encargadas de investigar e impartir justicia den un golpe a la cátedra. Caiga quien caiga, como dijo la ministra Vallejos. Y ojo, que la red es muy amplia y difícilmente se quedará en un solo sector. Sin embargo, las dudas son legítimas, sobre todo ahora que se buscará una y otra vuelta de tuerca, como reptar en los rincones del Código Procesal Penal para ampararse en el secreto profesional, a pesar que el mismo gremio advirtió a Hermosilla que esa figura no protege a los abogados involucrados en delitos, pero triquiñuelas hay muchas y como dijo alguna vez Saul Goodman “Si estás los suficientemente comprometido, cualquier mentira puede funcionar”.