Por Pablo Varas.
Escritor
“Yo no condeno a esos grupos, probablemente sin ellos el daño al país hubiera sido más grande. Cuando se mira el tema en un primer momento, ellos aparecen como los monstruos pero la verdad es que les debemos mucho, en el sentido de haber derrotado a la subversión” Fernando Mathei Aubel. Ex Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea. Miembro de la Junta Militar.
Pasan los calendarios y siguen existiendo casos pendientes en los procesos de violaciones a los Derechos Humanos. Mientras quede un caso en tribunales sin condena o un asesino en libertad, la patria estará en deuda y quedará trabajo pendiente por hacer.
Muchos familiares abandonaron este mundo sin conocer el paradero de sus seres queridos, otros aún esperan el castigo para los culpables que asesinaron bajo el amparo, vigilancia y anuencia de las Fuerzas Armadas. Los que habitan Punta Peuco son la evidencia de lo que durante años se repetía una y otra vez, los criminales usaban uniformes.
“No estamos preparados para considerar estatus de categoría especial a ciertos grupos de personas que cumplen sentencia por crímenes. Crimen es crimen, no es política” Margaret Thatcher
Más de cuarenta años día tras día insistiendo que Chile necesita conocer toda la verdad. No puede un país dejar en la historia para el olvido que los caminos con sus cunetas sean los guardianes de obreros, maestros, estudiantes, actores, pescadores, profesores primarios, médicos que fueron arrancados en esos días de bruma y odio, pero no como un asunto baladí. Los que no están fueron por haber trabajado para un proyecto político/económico/social diferente, un modelo que se cimentaba en una sociedad nueva y teniendo como protagonistas a un hombre nuevo, algo así como millones de chilenos dotados de derechos fundamentales, y en el bien entendido, una patria dueña de sus recursos naturales.
De público conocimiento es que los presos que se encuentran en Punta Peuco, mantiene sus grados militares y reciben un tratamiento económico de elevado sobresueldo. Se debe dejar en claro que las Fuerzas Armadas no generan beneficio al país, todo lo contrario, se llevan una enorme parte de los recursos que necesita Chile. Se le regala desde los tiempos de Pinochet millones de dólares por la venta del cobre. Podríamos perfectamente decir sin equivocarnos que los militares viven de los beneficios y de la fama ganada en una guerra hace más de cien años. Donde los que más cayeron fueron chilenos pobres y que la patria les pidió la vida para defenderla, pero que en realidad esa misma patria no recibió los beneficios de una justa victoria. Los que si ganaron fueron los dueños del salitre y los que tenían acciones en las empresas salitreras. Nada le debemos, le concedemos que estén convertidos en estatuas en las plazas para delicia de las palomas.
Es inaceptable cuando el mundo ya está en los primeros decenios del tercer milenio, Chile no haya podido degradar a los criminales que se encuentran en las cárceles por delitos de Lesa Humanidad. La derecha es perversa, levanta e insiste que los presos enfermos deben morir en sus casas, así esconde que los militares condenados sean puestos en libertad. La UDI/RN debe reconocer que sus presos uniformados y con grados, no fueron torturados y ejercieron el legítimo derecho a la defensa, Lumi Videla no.
En el correcto lugar está Krasnoff Marchenko e Iturriaga Neumann y los otros. Cada día que pasa la sentencia se hace más justa, no para regocijar a la venganza sino para defender la verdad que siempre acompaña a los caídos nuestros y así queda escrita la historia.
SIETE AÑOS lleva sin mover una hoja en el parlamento un proyecto para degradar a los militares condenados por delitos en casos de Derechos Humanos, en este punto casi todos los diputados están de acuerdo, y hacen del tiempo el mejor aliado que es también una forma de dar legitimidad a la impunidad.
“Este proyecto ya tiene bastante tiempo. Sin embargo, hay colegas que los hacen cambiar de comisiones y ahí los hacen morir” Tucapel Jiménez.
Existen sobradas razones para que sean degradados que en nada se parece al caso Dreyfus. En las Fuerzas Armadas chilenas hubo conducta de rendidos frente a otro Estado. Los militares fueron utilizados y se entregaron a sabiendas a la CIA y al Departamento de Estado norteamericano. El coronel norteamericano Paul Wimert, agregado militar, ha dicho que fue el jefe local de la CIA quien le dio 250 mil dólares para que fueran gastados en algunos militares chilenos con los que pudieron contar para ayudar al asesinato del militar constitucionalista.
Una mirada en nuestra historia también debe ser considerada.
En todas las masacres obreras los que han disparado han sido los militares. Más de cien años lleva en la memoria la masacre de la Escuela Santa María de Iquique. La mal llamada pacificación de la Araucanía fue una guerra sin prisioneros, un genocidio.
“Yo estoy en absoluto desacuerdo con degradar a los militares. Creo que detrás de estas personas hay familias y el castigo es privarlos de libertad. Pero si ellos trabajaron su vida al ejército, más allá de la causa que estén purgando, me parece que es un ensañamiento judicial quitarles ese derecho” Jacqueline van Rysselberghe. Senadora UDI.
No hay ensañamiento judicial cuando se le restituyen los dineros fiscales robados por la familia de Pinochet y generales testaferros, son CULPABLES, lo que sucede es que el delito está prescrito, había pasado mucho tiempo, lo que confirma lo sostenido, el paso del tiempo lleva también el manto de impunidad.
En esta batalla son los nuestros los que la han ganado, los que no están, los que fueron asesinados, ellos son la verdad ante la historia y los asesinos su página negra que han escrito. Nada se les debe.
Oscura es también la conducta de los parlamentarios que nada hacen por apurar una ley que les quite sus preseas militares, sus charreteras. Siguen los recursos de todos los chilenos los que pagan los salarios a los presos condenados, los que mataron a los campesinos de Lonquén, o esos campesinos mapuches en Chihuio, casi todos analfabetos, al cura Llidó o a Joan Alsina, a los que dieron la orden de fusilar a Krauss, Barrientos, Barría y otros nueve más en Valdivia.
Lejos está el tiempo de dar vuelta a la hoja. Todavía quedan notables batallas a ganar, la verdad está armada de poderosas razones, eso lo deben saber y también que no habrá pausa… que no habrá.