Por Dr. Franco Lotito C.
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Después de haber visto –como silencioso espectador– largos capítulos de la teleserie y culebrón estilo mexicano titulado “FINANCIAMIENTO ILÍCITO DE PARTIDOS Y CAMPAÑAS POLÍTICAS”, muchas personas se preguntan, si alguna vez podremos despertar de esta verdadera pesadilla que representa la clase política de Chile, una clase política que contiene en sí misma la semilla de una infinita mezcla de codicia, mentiras, avaricia y corrupción.
Especialmente, ahora que el diario La Tercera destapó un nuevo capítulo de esta teleserie, donde aparece una serie de conocidos personajes vinculados al PPD y al Gobierno involucrados en nuevos actos de financiamiento ilícito por parte de SQM: Carolina Tohá, Guido Girardi, Sergio Bitar, Samuel Donoso, entre varios otros.
El ex ministro de Defensa y ex ministro del Interior de la presidenta Bachelet, Francisco Vidal, señaló hace un par de meses atrás, que la clase política estaba tan desprestigiada, que no “salía ubicada en las encuestas detrás de los narcotraficantes, solamente porque estos últimos no estaban considerados en las encuestas”. De otra forma, figúrese el lector el resultado final.
Definitivamente, parece que Vidal tenía toda la razón, y es tiempo de reconocer que esta estirpe tan especial viene a representar un cuadro completo de podredumbre y basura que ya no hay cómo disfrazarlo ni dónde esconderlo.
Mucha gente que fue a votar y que le dio a Michelle Bachelet una amplia mayoría para que impulsara un programa de gobierno en favor de la justicia social, la igualdad ante la ley y el progresismo ético se ha despertado de un sueño para caer en una suerte de horrible pesadilla recurrente, por cuanto, este gobierno –a todas luces– no está cumpliendo con las promesas y las grandes expectativas que generó entre los ciudadanos de este gran país que es Chile, una nación que está siendo tratada por la clase política –en estrecha colaboración con los grandes empresarios– como un país bananero tercer mundista, donde hay que hacer lo que ellos dicen, no así lo que ellos hacen, a saber: (a) practicar la expoliación de todo cuanto se pueda mientras se esté en el poder, (b) acrecentar las desigualdades económico-sociales con leyes fraudulentas, como por ejemplo, las Leyes de Pesca y Minería, leyes aprobadas por al parlamento y el gobierno de Chile que sólo favorecen a la élite económica, (c) financiar campañas presidenciales y parlamentarias –de derecha y de izquierda por igual– a través de boletas y facturas falsas (“ideológicamente falsas”) extendidas a empresas que fueron adquiridas de manera corrupta e irregular durante el período más duro de la dictadura pinochetista, (d) establecer un vínculo de carácter claramente incestuoso entre la política y los negocios, donde las colusiones son el pan de cada día (colusión de los pollos, farmacias, transporte, telecomunicaciones, papel higiénico, instituciones financieras, Isapres, AFPs, el fútbol (ANFP) y un largo, muy largo etcétera), (e) luz verde para la reelección indefinida de diputados y senadores, quienes se “apernan” a sus puestos por 20, 25 y 30 años, abusando de sus privilegios y fuero parlamentario, (f) descuido total por mejorar una educación desacreditada y de pobre calidad, una educación que termina, en muchos casos, entregando a la sociedad sujetos cuasi analfabetas funcionales, de los cuales, de acuerdo con diversas investigaciones, entre un 60 y un 70% no entiende lo que lee y tampoco es capaz de elaborar un pensamiento crítico, (g) la existencia de un “MILICO-GATE dedicado a la defraudación de los dineros reservados de la ley del cobre (otra ley que parece inútil), y… ¿para qué seguir?
Una parte importante de las personas que optaron por abstenerse de votar en la últimas elecciones presidenciales, lo hicieron en función de la profunda aversión y asco que experimenta en contra de una clase política corrupta y abusadora, sin que hoy en día importe mucho el color o ideología que representa.
Por otra parte, la forma en cómo ha reaccionado –o en realidad no ha reaccionado– su excelencia, la presidenta Bachelet, frente a los reiterados actos de abuso y corrupción durante su gobierno, la muestra a ella, lamentablemente, como una persona que más bien parece apañar los actos de aprovechamiento político, financiamiento ilícito de campañas parlamentarias y presidenciales, el cohecho y pago de coimas, el tráfico de influencias, etc., actos que también tocan a su propia familia, comenzando con su primogénito, Sebastián Dávalos y su nuera Natalia Compagnon (quien es señalada, hoy por hoy, como la nueva “Quintrala de los negocios” por sus nexos de carácter mafioso), así como los actos ilícitos de varios de sus cercanos colaboradores, como lo fue el caso de su ex ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, o como lo fue el caso del administrador de Palacio, Cristian Riquelme, compadre y amigo íntimo de Peñailillo.
Ninguno de todos estos sujetos recibió ni siquiera un coscacho o, por lo menos, una reconvención pública por sus actos delictivos, especialmente, si se lo compara con la multa de 19 millones de pesos que le impuso el Servicio de Impuestos Internos al pescador artesanal de Chiloé, Gerardo Díaz, por pescar en aguas industriales concedidas de por vida a siete familias chilenas gracias a la (fraudulenta) Ley de Pesca gestionada por el (des)honorable senador Jaime Orpis y con el alegre acompañamiento de otros diputados y senadores como Guido Girardi, Marta Isasi, Andrés Zaldívar, etc., así como con la venia del Gobierno de Piñera y Bachelet. Para qué hablar del terrible drama que viven ahora miles de pescadores artesanales de Chiloé, la décima región y parte de la Región de los Ríos
O el cierre de un pequeño negocio por parte del Servicio de Impuestos Internos, porque su dueño vendió un Tic-Tac de $300 sin boleta. Muy probablemente otra habría sido la “reacción” de la justicia y del Gobierno si el dueño del negocio hubiese entregado una factura o una boleta “ideológicamente” falsa por 35 millones de pesos.
Parece que la famosa frase de Maquiavelo “el fin justifica los medios” sigue vigente y funcionando a las mil maravillas en Chile, hasta el grado que el nuevo agente de Chile en la Haya –designado por Bachelet en noviembre de 2015–, el incombustible militante del PS, José Miguel Insulza, se atrevió a justificar y defender abierta y públicamente –y a brazo partido– nada menos que a Pablo Longueira, un recalcitrante militante de la UDI, quién se dedicó durante muchos años –y mientras era senador de la República– a entregar información privilegiada y altamente sensible a algunos grandes empresarios a cambio de jugosos y millonarios montos de dinero. Incluso más: José Miguel Insulza en una suerte de “defensa corporativa” llamó a Longueira un “gran hombre” y un “gran estadista”.
¡Hasta dónde hemos tenido que llegar! Quien fuera hasta hace menos de un año atrás, nada menos, que el presidente y el garante internacional de Chile Transparente, aparecía en febrero de 2016 justificado y avalando el acto de “compartir información privilegiada entre el mundo político y los empresarios”.
Cerremos estas reflexiones, señalando, finalmente, que la confianza en la clase política chilena no sólo está trizada, sino que está totalmente quebrada. Ni la propia presidenta se escapa de esta triste realidad luego de ver reducido su capital de confianza por parte de la ciudadanía a un exiguo 29% en la última encuesta de abril de 2016, completando todo un año con un nivel de aprobación menor al 30%, no obstante el gran regalo que le hizo al país de educación gratis al 50% de los estudiantes universitarios menos privilegiados.
Hoy en día existen pocas dudas que los mandamases y caciques que rigen los destinos del duopolio político chileno (Nueva Mayoría y oposición) se han revelado como una verdadera mafia transversal ávida de poder y dinero, y ya les importa un comino aparecer ante la opinión pública como lo que son: una manga de sinvergüenzas que se dedican a cuidar sus puestos y a no soltar la teta del erario público -que es plata de todos los chilenos- que los sigue alimentando. La poca vergüenza que les quedaba se acabó cuando comenzaron a aprobar leyes que sólo los favorecen a ellos: incrementos millonarios de sus dietas parlamentarias, rebaja del período de prescripción penal por todos los delitos que cometan ahora y en el futuro, no asisten a las sesiones del Congreso cuando se trata de cuidar los intereses de los ciudadanos (caso de los pescadores artesanales) y cuando lo hacen son tan desprolijos y peligrosos como un mono con gillette, legislan a espalas de la ciudadanía y en favor de las grandes corporaciones (ley de pesca, ley minera, etc.), venden información privilegiada cambio de jugosos montos de dinero y… para qué seguir. ¿Alguien se sorprende cuando el 94% de la ciudadanía indica que no le cree a la clase política? (Se entiende que el 6% restante, son ellos mismos y sus familias que en las encuestas señalan que “creen” en sus parientes políticos).
¿Quieren recordar una serie de hechos que se van acumulando en el historial del acontecer político actual? Entonces es preciso leer este artículo, donde no se salvan ni los representantes de la Nueva Mayoría (o Nueva pillería) ni los representantes de la oposición. Donde los que un día aparecen apuntando con el dedo a los políticos con ideales “opuestos”, al día siguiente son ellos los señalados. A medida que se van desarrollando las investigaciones de casos que se han ido destapando, van quedando al descubierto todo tipo de actos, cuyo fin último siempre apunta a financiar a los actores políticos a cambio de favores a los empresarios, porque cualquier persona medianamente inteligente puede llegar a la conclusión que los generosos aportes que empresarios de distintos sectores productivos hacen a los políticos o a partidos políticos no es por bolitas de dulces o por la hermosa estampa de los señores diputados y senadores.
Hace bien estar recordando esta espiral de eventos, que sin duda deberán ser considerados al momento de votar en las próximas elecciones. El problema que se está produciendo con la crisis de credibilidad que tienen los políticos en general, es grave, ya que prácticamente no se está salvando nadie en quien depositar el voto de confianza.
¡Excelente recomendación y análisis de la realidad política de nuestro país VAMZ! Las personas deberíamos despertar a tiempo y comenzar a analizar desde ahora a qué persona honesta queremos entregar nuestro voto. Y los más seguro, es que deberá ser alguien nuevo en política, por cuanto ya hemos visto lo que han hecho los actuales “caciques” de la política: mentir, hurtar, abusar. robar. vender información privilegiada, afilarse los bigotes, etc.
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