Políticos, autoridades de gobierno, empresarios y pañales: ¿una colusión de nunca acabar?

Publicado por Equipo GV 13 Min de lectura

Por Dr. Franco Lotito C.www.aurigaservicios.cl
Académico e Investigador (UACh)

colusion-panalesEn el año 2003, a raíz de los primeros grandes escándalos de corrupción que remecieron a Chile durante el gobierno de la Concertación (hoy Nueva Mayoría), el Presidente Ricardo Lagos y la Concertación, con el fin de evitar el grave impacto político de los numerosos pagos de coimas, casos de cohecho, lavado de activos, sobresueldos, malversación de fondos públicos, indemnizaciones millonarias, etc., relacionados con los casos MOP-GATE, EFE-GATE, CORFO-GATE, ENAP-GATE y un muy largo etcétera, decidieron eliminar las penas de cárcel por delitos de colusión y asociación ilícita.

En función de esta nefasta, incomprensible y reprochable decisión del Gobierno de Ricardo Lagos, es preciso reconocer –con mucho dolor e infinita rabia– que ya no sorprende a nadie el hecho de que cada día salgan a la luz nuevas colusiones de todo tipo y de todos los colores políticos, ya que es un muy buen negocio, altamente rentable, no hay culpables, no hay castigos, las multas son bajísimas y existe impunidad total. ¿La nueva “estrella” de la colusión entre grandes empresarios y la Fiscalía Nacional que optó por no denunciar los hechos en su debido momento? La estafa por montos de dinero que se elevan a cientos de millones de dólares en contra de los chilenos, debido a la concertación de los precios de los pañales, entre CMPC y Kimberly Clark.

Pero no nos adelantemos y hagamos un “breve” recuento de cómo se ha engañado –y se continúa engañando– al pueblo de Chile con el visto bueno (o silencio cómplice, si usted quiere) del Gobierno de la actual presidenta Michelle Bachelet: apenas iniciado el año 2016  tres cadenas de supermercados se dedicaron a vaciar y esquilmar los bolsillos de sus clientes con precios concertados; empresas navieras también se dieron cuenta del “buen negocio” que implicaba la colusión y se concertaron, a su vez, para fijar precios en contra de los intereses de sus miles de clientes; cadenas de farmacias se coludieron y abusaron de millones de chilenos (y lo siguen haciendo a vista y paciencia del Gobierno); colusión de las empresas productoras de pollos que se dedicaron por más de siete años a estafar a los chilenos por miles de millones de dólares con sobreprecios; financiamiento ilícito de campañas políticas, ya sea que se tratara de la campaña de la presidenta Bachelet, de los futuros “presidenciables”, de los senadores o de los diputados de la República; pago de jubilaciones millonarias en Gendarmería por montos obscenos, mientras millones de chilenos obtienen pensiones  miserables y de hambre por parte de las AFP, instituciones avaladas por el Gobierno dedicadas a esquilmar a sus afiliados; emisión de boletas y facturas falsas al por mayor; alcaldes y concejales concertados para defraudar a los municipios, acusados de corrupción y apropiación indebida de dineros fiscales (las fiestas millonarias y los “viajes de estudio” de lujo al extranjero son de antología); gremio de ginecólogos de la provincia de Ñuble coludidos para cobrar altas tarifas y abusar económicamente de sus pacientes; grupo de militares de todas las graduaciones dedicados a robar las platas de Codelco, bajo la fórmula del MILICO-GATE; tenemos a numerosos diputados y senadores –del PPD, PS, DC, RN, UDI, etc.– que  se hacían (y se siguen haciendo) auto préstamos del Congreso –institución que ahora se llama popularmente la nueva “Cutufa” o la “cueva de Alí Baba y su equipo de ladrones”– por montos millonarios, que luego eran descontados en cómodas cuotas mensuales a 28 meses, sin intereses ni reajustes, sumas millonarias que además era dinero sacado de manera “incorrecta” –en realidad, ilegal– del bolsillo de todos nosotros. El listado de las colusiones y estafas es larguísimo y se necesitarían tres páginas adicionales para poder consignarlas todas.

Se sobreentiende que son colusiones que van directa y claramente en contra de los intereses de la absoluta mayoría de los ciudadanos chilenos, de aquellos esforzados ciudadanos de a pie, de “segunda selección” y sin privilegios de ningún tipo, a quienes, todos los coludidos dicen “servir con esmero y dedicación” (¡Qué risa que da!).

Cada día que pasa, vemos con impotencia y frustración nuevas y diversas asociaciones del tipo incestuoso: colusiones entre políticos y partidos políticos; colusiones entre empresarios; colusiones entre autoridades de gobierno; colusiones entre políticos, autoridades de gobierno y empresarios y así, suma y sigue.

El Partido Socialista (PS) defendió y blindó a Fulvio Rossi, un senador calificado de “sinvergüenza” por sus propios pares, quién se dedicó a recolectar platas ilícitas de SOQUIMICH, con un largo listado en mano de 32 candidatos de su tienda política necesitados de dinero, muchos de los cuales, posteriormente, acusaron al “honorable” senador de “usar su nombre sin su autorización”.

El partido Unión Democrática Independiente (UDI) defendió  a brazo partido y blindó a Jovino Novoa y a Pablo Longueira, otros ex “honorables” senadores y ex ministro sinvergüenzas, acusados por la justicia de usar boletas y facturas falsas para fines “electorales”, enriquecimiento ilícito y de beneficio propio.

El gobierno, por su parte, defendió y blindó a Sebastián Dávalos Bachelet señalando que el hijo de la Presidenta no “hizo nada que fuera ilegal” en el negocio inmobiliario CAVAL, negocio que igual le permitió a él y a su señora Natalia Compagnon embolsarse la bonita suma de dos mil quinientos millones de pesos de una sola vez, donde todos los implicados en este caso de corrupción –con tráfico de influencias incluido– fueron procesados como imputados… salvo, por supuesto, el hijo favorito de nuestra Presidenta Bachelet. Pregunta importante: ¿habrá en Chile igualdad frente a la ley?

Como se podrá advertir, aquí entran en acción tres de las más famosas y conocidas  leyes y dogmas de fe de la política chilena contingente: (a) la “ley de los empates políticos”, (b) la ley de los blindajes corporativos”y (c) el juego del “doble estándar”, donde todos mienten, abusan, manipulan, engañan y se comportan como sujetos hipócritas. A todo esto: la presidenta Bachelet acusó gratuitamente a todos los chilenos de ser “hipócritas y cobardes”.  (¿Habrá hecho la Sra. Bachelet algún tipo de reflexión acerca de su propia cobardía e hipocresía? Existe la posibilidad que, en realidad, haya estado hablando de sí misma).

Todos los actos fraudulentos que hemos visto –y que, por cierto, seguiremos viendo en las próximas semanas y meses, tal como ha sucedido con el caso de la colusión de los pañales–  han sido catalogados por todos los involucrados como: “pequeños errores administrativos”,  “olvidos involuntarios”, “malos entendidos”, “errores de tipeo”, “leves descuidos”, “falta de control”, “desconocimiento de las autoridades” y quizás qué otras tonteras y estupideces más que estos sujetos entregan como explicaciones a la constante expoliación, abuso y robo que sufre nuestro país.

Baste pensar que hay decenas de diputados, senadores, ministros, ex candidatos presidenciales, subsecretarios de gobierno, funcionarios de impuestos internos, funcionarios de gobierno (pasados y presentes), recaudadores de dineros, alcaldes, concejales, operadores políticos y capitanes de la industria que están involucrados en carne y hueso en el gran juego del cohecho, la corrupción a destajo, la manipulación de información, el tráfico de influencias, las estafas reiteradas al fisco, el lavado de activos, el blanqueo de dineros, la comisión de delitos tributarios, la emisión de boletas y facturas falsas, los engaños y mentiras al por mayor, hacer contraprestaciones políticas en proyectos y negocios multimillonarios a cambio de abultadísimas cantidades de dinero y un largo, largo… etcétera.

Existe una verdadera matriz mafiosa del engaño político-económico dedicada a defraudar de manera impune y sin castigo alguno al erario público y al bolsillo de los chilenos, mientras tanto, las autoridades de gobierno hacen como que gritan, que se lamentan y rasgan –de manera hipócrita– vestiduras por tantos casos de corrupción, pero… siguen haciéndose los lesos y mirando pasivamente para el lado, ya que la impunidad reina por todos lados. (Basta observar el silencio cómplice en relación a los gravísimos escándalos que envuelven cada semana al SENAME, una institución del estado responsable por la muerte de más de 1.300 menores, así como de golpizas, abusos, prostitución de otros miles de niños y niñas más).

Todos los días aparecen en las noticias los nombres rutilantes, tanto de “estrellas” políticas, así como del ámbito empresarial que están involucrados en diversos escándalos económicos, políticos y de corrupción que se suman a los nombres de muchos “viejos estandartes”: Jaime Orpis, Fulvio Rossi, Guido Girardi, Jorge Pizarro, Rodrigo Peñailillo, el ex presidenciable Lawrence Golborne, el ex “honorable” senador Jovino Novoa, el ex presidenciable Andrés Velasco, el ex presidenciable Pablo Longueira, el “honorable” Osvaldo Andrade y señora, el ex presidente Sebastián Piñera, Ena von Baer, Pablo Zalaquett, Carlos Bombal, el ex presidenciable Marco Enriquez-Ominami, Iván Moreira, Ernesto Silva, Alberto Cardemil, Alberto Undurraga, Pablo Wagner, Sebastián Dávalos, Natalia Compagnon, Andrónico Luksic, Eliodoro Matte y… para qué seguir listando gente. La lista sería interminable y de nunca acabar.

Baste decir, que de acuerdo con el sociólogo Giorgio Boccardo, quien investigó el “incesto” –más bien violación– entre la política y los grupos económicos chilenos (que Boccardo denomina “colonización empresarial sobre la política”), él señala que esto es de “vieja data” e involucra a todos los partidos y orientaciones políticas, sin importar su ideología, por cuanto, lo sucedido con la Nueva Mayoría –ex Concertación– y Chile Vamos –otrora Alianza– “da cuenta del peso que tienen los grupos empresariales para financiar transversalmente a todo el sistema político. O sea, la derecha tiene a los Matte y Penta;  la Concertación a los Luksic, Paulmann y SOQIMICH; y el PRO y Enríquez-Ominami a los Cueto”. Simple, claro y directo.

Digamos, finalmente, que Jorge Schaulsohn (ex PPD) y Edgardo Boeninger (ex DC) deberían ser elevados a la categoría de verdaderos santos y profetas en su tierra, cuando en el año 2006 comenzaron a destapar la olla de la corrupción y a hablar, con razón, de la “IDEOLOGÍA DE LA CORRUPCIÓN” que salpicaba  transversalmente –y con mucho excremento– a los distintos partidos políticos de la ex Concertación y la ex Alianza. Por el pecado de decir la verdad, además de colocarles una mordaza en la boca, casi los queman vivos en sus propios partidos políticos. Faltó muy poco.

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1 Comment
  • Un buen resumen noticioso para cerrar el año. Hay que mantener este tipo de noticias fresca en la mente de la gente, y aunque sean repetitivas y los temas lo aborden distintos autores, deberían servir para que, de una vez por todas, los chilenos dejen de apoyar con su voto en futuras elecciones a tantos políticos corruptos, oportunistas, con sed de obtener poder y, de paso, a enriquecerse a costa de coimas y beneficios varios que reciben en bandeja de plata de parte de los grupos económicos que los apoyan.
    Prima la sensación de impunidad, y la aplicación de condenas ejemplificadoras son sólo ilusiones y sueños que tenemos los chilenos que miramos impotentes, indefensos y desprotegidos todos los ilícitos de distinta índole: colusiones, cohecho, pago de coimas, asalto a las arcas fiscales, desprotección y no respeto por los derechos humanos de los niños, injusticia y desigualdad social, etc., que muchas veces quedan en nada o son sobreseídos, es decir, son sólo pan y circo para el pueblo como en la antigua Roma.
    Qué triste espectáculo que tenemos que ver y vivir día a día. ¿Habrá alguna esperanza de que las cosas cambien?

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