Por Samuel Fernández I.
Facultad de Derecho, UCEN
Los cambios mundiales de la pandemia han readecuado situaciones internacionales y las políticas exteriores, nuevamente reevaluadas, a riesgo de quedar desfasadas. Todos los países han sido afectados y sería irreal no considerarlas, aunque algunos quieran imponerse para modificar el ámbito mundial. Ocurre entre potencias predominantes que buscan los vacíos o inacción de las otras, en su beneficio, creando diferendos, y posicionándose una vez superada la crisis.
No obstante, hay avances en la ONU, que parecía inactiva. Resoluciones sobre cooperación internacional del acceso mundial a medicamentos, vacunas y equipos médicos para enfrentar el virus; asistencia en su control, contención, liderazgo y solidaridad mundiales. Otra Decisión que amplía el procedimiento, llamado del Silencio, que si no se rompe un acuerdo, al circular por 72 horas, se considerará adoptado. Un llamamiento del Secretario General sobre la explotación y fragilidades, ante el incremento de medidas represivas, hambrunas, deterioro económico, liquidez global, deudas soberanas, y moratoria. En lo regional, la alerta sanitaria de la OEA y efectos en poblaciones indígenas. Chile, ha reactivado la cooperación multilateral en América Latina y Caribe, de donantes a refugiados y migrantes, asumiendo la Presidencia Pro-témpore del Proceso de Quito, y reactivado los diálogos en Prosur y Grupo de Lima. Hay prioridad en la política consular y solución de tantos problemas de repatriación.
No se trata de modificar los grandes principios de la convivencia internacional, sino ajustarlos con realismo pragmático, no voluntarista, sin adicionar puntos de fricción.