REDES SOCIALES Y PRENSA ‘OFICIAL’, ¿QUIÉN MIENTE MÁS?

Publicado por Equipo GV 7 Min de lectura

Pese a la multiplicidad de notas poco confiables que hay en las redes sociales, estas no se equivocaron al pronosticar lo que hoy ocurre en el país, mientras la prensa ‘oficial’ continúa, peligrosamente, omitiendo y amañando información.

Por Arturo Alejandro Muñoz @aralmu
Columnista Granvalparaiso.cl

 

prensaCuando la gente –no  toda, pero sí la mayoría- afirma que el Congreso Nacional es una cueva de ladrones, ¿exagera o acierta?  Casi siempre aquella prensa que se ha dado en llamar ‘oficial’, vale decir, la perteneciente a las dos grandes cadenas de medios informativos (o desinformativos), EMOL y COPESA, insiste en desacreditar a las redes sociales tildándolas de los mismos pecados que ella ostenta con una falsa dignidad sustentada en décadas de mentiras y ‘amañamientos’ de las informaciones.

Realmente, duele decir (o escribir) que se ha perdido toda confianza en los actuales  moradores de esa cueva de Ali-Babá que conocemos con el pomposo nombre de Poder Legislativo. No hay contubernio, negociado, asunto tramposo, traición ni corruptela que tales habitantes –salvo contadas excepciones- hayan dejado de ejecutar en los últimos cuatro lustros procurando beneficiar al poderoso,  perjudicando a la mayoría. Y lo han hecho conscientemente…sin lugar a dudas.

Cuando los problemas afligen al país, entonces, cual bandada cohesionada en un organismo único, los parlamentarios salen a pontificar contra sus propios yerros… culpando a otros, por supuesto. El mismísimo gobierno, perdido en la inmensidad de su ineficacia, insiste en menguar los líos mediante la entrega de bonos por aquí, bonos por allá, logrando sólo el incremento de los problemas y el aumento del rechazo ciudadano.

Digamos también que los principales dirigentes de esa falsa oposición (‘falsa’ porque son uña y mugre con el bloque oficialista), cada vez que emiten declaraciones  provocan ira más que risas. Hasta hace algunos meses, las mentadas declaraciones arrancaban carcajadas irónicas… hoy obligan a apretar puños y rechinar dientes. La imagen pública de la casta política chilena está al mismo nivel que aquella de las cofradías megaempresariales, es decir, por los suelos. Ambas son gemelas paridas por la codicia, la corrupción y el amor a la depredación medioambiental y social. Por ello se protegen, se apapachan, se apoyan, ya que saben a ciencia cierta que no pueden sobrevivir por separado.

En esencia, lo que importa a los poderosos comerciantes y mega empresarios es el mantenimiento de un sistema que, para el grueso de la población, resulta  marcadamente injusto en lo económico y clasista en lo social. Pero, no hay mal que dure cien años… aunque lo proteja el dinero y la política. Definitivamente, muchas de nuestras regiones no son aptas para soportar este sistema neoliberal impuesto a machete y farándula por un duopolio que gobierna desde 1990. No es eficaz ni sustentable, como ha quedado demostrado en las últimas semanas a través de la grave crisis medioambiental que desnudó las múltiples carencias que afligen a millones de compatriotas, los cuales viven lejos del ombligo de Chile.

El duopolio que administra el país desde el año 1990, logró echar por tierra el principio básico de toda democracia en serio, cual es la separación de los poderes del estado. Acá, tales poderes están férreamente unidos sólo por la argamasa billetuda que les proporcionanlos grandes capitalistas para que cumplan a cabalidad los requisitos de esta “democracia protegida de la Democracia”.

Lily Pérez, una devota derechista toda su vida, hoy miembro del movimiento “Amplitud”, alarmada por el color ultrista que está retomando el viejo sector conformado por RN y la UDI, manifestó hace algunos días: “nuestra derecha se ha puesto extremadamente momia” (sic). ¿Esto constituye novedad? Por cierto que no, ya que incluso los “periodistas” de los canales de la televisión chilena –cipayos de esa derecha- se han especializado en omitir informaciones, amañar informaciones, falsear informaciones y mantener, ante sus patrones, esa bestial tendencia a la genuflexión obsecuente y entreguista,  que es propia de la acción conocida como traición a los valores y principios éticos de la profesión. ¿Tales periodistas habrán cursado un post grado para esos efectos?

En este momento, de la caldera comienza a emanar demasiado vapor. En el Congreso, en La Moneda, en Casa Piedra, en la SOFOFA, nadie realiza intento alguno por evitar el descalabro que se avizora. Pareciera que deseasen “morir con las botas puestas”, valga la paráfrasis para decir que se hundirán con la bandera al tope, soslayando lo que está sucediendo –no sólo ahora, sino desde hace tiempo- en Castro, Cucao, Ancud, Puerto Montt, Valdivia, Concepción, Araucanía, Santiago, Valparaíso, Petorca, Caimanes, Coquimbo, Freirina, Antofagasta, Tocopilla, Arica….  ¿habrá comenzado, lentamente como acaece con las cosas graves en sus prolegómenos, la temida “explosión social”?  Y si así fuese, ¿de quién es la culpa, la totalidad de la culpa?

Las redes sociales –aún a pesar de la multiplicidad de informaciones poco confiables que en ellas se observa- lo han venido pronosticando desde el año 2012. Recién ahora, tres calendarios más tarde, alguna prensa ‘oficial’ ha comenzado a referirse a este asunto, aunque lo hace susurrando y, era que no, culpando a las víctimas y no a los victimarios, tal como mucha de esa misma prensa actuó en el negro período 1973-1990 culpando a los detenidos desaparecidos de sus propios asesinatos.

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