Retroceso preocupante en playas chilenas: Pérdida de ecosistemas marino-costeros e impacto en el turismo

Publicado por Equipo GV 6 Min de lectura

Por Francisco Barriga Quiñones, académico de la carrera de Administración en Ecoturismo de la UNAB Sede Viña del Mar.

La erosión costera es un problema que afecta a muchas zonas litorales del mundo y se evidencia claramente en las playas. Los procesos de erosión y sedimentación costera han existido siempre y son uno de los principales agentes a la hora de modelar la costa y las playas como las conocemos hoy en día. Si bien la configuración de la costa se debe a una combinación de factores naturales, el ser humano y sus actividades han repercutido significativamente en nuestras costas y playas.

Según estudios del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN), algunas playas en Chile están experimentando un retroceso preocupante debido al aumento de los niveles de erosión, con tasas de retroceso que en algunas playas han llegado a superar los cinco metros por año como en el caso de Algarrobo. El estudio que se realizó entre Arica y Chiloé también da cuenta de que el problema es grave en playas urbanas y turísticas como Valparaíso y Viña del Mar (Reñaca, Torpederas y Caleta Portales). Esta erosión se debe principalmente a alteraciones y modificaciones en cuencas hidrográficas, eventos extremos cada vez más frecuentes y con mayor impacto, acelerada urbanización en playas y dunas, y en áreas que aportan sedimentos, entre otros factores.

La situación en el país es preocupante, dado que la urbanización en las zonas costeras expone y pone en peligro vidas humanas y bienes materiales frente a amenazas naturales cada vez más recurrentes. También se observa una pérdida de ecosistemas marino-costeros que proporcionan importantes servicios ecosistémicos a la sociedad, y el retroceso de las playas hace que los principales atractivos turísticos (playas) de los destinos costeros pierdan valor, afectando negativamente a las economías locales. Por ende, la erosión costera debe ser un problema relevante para ser abordado y así trabajar en las adaptaciones necesarias frente al cambio climático.

Bajo este escenario es lógico preguntarse, ¿qué se puede hacer para frenar o reducir el retroceso de las playas? Frente a esta pregunta existen varias respuestas, y cada una de ellas dependerá del sector o localidad en el que se desee abordar el tema, ya que una solución específica para una playa no necesariamente lo es para otra. Algunas de estas soluciones incluyen los arrecifes artificiales, la alimentación artificial de playas, la restauración de dunas, entre otros. Algunas de ellas se han aplicado en playas del país con cierto grado de éxito. Pero sin duda, la acción más necesaria hoy en día es generar una Gestión Integrada de las Áreas Litorales (GIAL), entendida como un proceso que promueve el desarrollo sostenible y que permita gestionar las zonas costeras a través de la integración de los componentes terrestres y marinos del litoral.

El desafío no es menor, más considerando que actualmente existe una superposición y confusión de las funciones que distintos organismos tienen en el litoral (municipios costeros, Armada de Chile, concesionarios privados, Ministerio de Bienes Nacionales, entre otros). Además, los instrumentos actuales de ordenación territorial están obsoletos y no consideran aspectos socio-ecológicos (la Política Nacional de Uso del Borde Costero tiene 30 años de vigencia). En los últimos años, la presión demográfica e inmobiliaria en el litoral ha ido en aumento, y existe escasa voluntad por parte de los tomadores de decisiones para trabajar en pro de una mejor gestión de nuestra zona costera.

Es en este contexto, en el que las playas, como sistemas naturales y principales motivos de viaje de las personas a los destinos costeros, constituyen un valioso atractivo turístico. El turismo juega un rol clave en la gestión de las zonas costeras. Hoy en día, las playas son gestionadas (ya sea por un municipio o por un privado) de manera separada e independiente al resto de la zona costera en la que se encuentran inmersas. Un instrumento que busque una Gestión Integrada de las Áreas Litorales (GIAL) permitirá marcar las directrices para transitar hacia una correcta gestión turística de las playas.

A pesar de que se necesita un enfoque que vaya más allá de una visión sectorial de la costa, es imprescindible una gestión que considere a las playas como un sistema socio-ecológico importante para el bienestar de los habitantes de los destinos turísticos costeros y de los turistas, que cada vez demandan mayor calidad en las playas.

Con una correcta gestión integrada, podremos asegurar que nuestras playas no solo se preserven, sino que también sigan siendo un pilar fundamental para el desarrollo económico y el bienestar social en Chile.

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