Por Alejandra Riveros M.
Académica Escuela de Gobierno y Comunicaciones
Universidad Central
El actual contexto de Chile, nos debe permitir el resguardo de seguir siendo distintos y de pensar no de manera unánime. Estamos compuestos por una triada perfecta: lenguaje, cuerpo y emociones. De ahí, la importancia de dar espacio a que estemos conscientes de comunicarnos con nosotros mismos, a ser honestos con la otredad, a reflexionar aún más y poner en práctica esta triada.
A partir de lo anterior, el verdadero desafío de la comunicación es descubrir los puntos que tenemos en común y construir desde esa base. Este momento nos demanda a ser más empáticos, asertivos y sensibles frente a los demás. Nos motiva a desarrollar más valores humanos como el respeto, la solidaridad y la justicia. Nos llama a ser menos prejuiciosos y a ser honestos. Solo así, podremos levantarnos como chilenos y chilenas, integrantes de una sociedad que debe seguir discutiendo, dialogando y llegar a consensos para visionar construcciones en conjunto. Ese es el corazón de una verdadera comunicación.
Tal como dice Humberto Maturana; volvamos a la capacidad de “lenguajear”, donde la conversación sea la protagonista de los vínculos. Volvamos al almuerzo de los domingos, a que, desde las diversas visiones, todos seamos capaces de compartir una misma mesa. El desafío no es pensar todos lo mismo, al contrario. Por eso, el contexto actual de Chile, nos permite regresar al origen, a la génesis de nuestra esencia: volvamos al diálogo, al relato, a la historia. Ahora es la oportunidad para seguir manteniendo viva una cultura, una sociedad, un país.