Y después de las elecciones… ¿qué?

Publicado por Equipo GV 9 Min de lectura

Serán duros cuatro años. Más duros habrán de ser si quien gobierne desea echar abajo las tibias reformas iniciadas durante la actual administración

Por Arturo Alejandro Muñoz
Columnista Granvalparaiso.cl

 

elecciones chilePreocupación… y razonable. Eso es lo que recorre mente y espíritu de muchas personas al momento de reflexionar respecto de las próximas elecciones. El asunto no se ahoga ni termina en los resultados que arrojen las urnas, pues, siendo brutalmente sincero, es un hecho indesmentible que los ganadores en esas elecciones presidencial y parlamentarias –sean del partido que sean- poco y nada cambiarán el actual estado de cosas en el país, o mejor dicho aún, con ellos tampoco se moverá un centímetro el sistema imperante.

Los cálculos efectuados por los más optimistas expertos en materias electorales señalan que un 50% del padrón no concurriría a sufragar el domingo 19 de noviembre. Los escépticos, en cambio, creen que el ausentismo bordeará el 70%.

Supongamos que el 60% de los ciudadanos con derecho a voto no concurriera ese día a entregar su opinión en las urnas. Si ello ocurre, la mayoría abstencionista estaría invalidando, políticamente, los resultados de los comicios. En el caso del nuevo presidente de la república, este llegaría al cargo respaldado por un exiguo porcentaje de la ciudadanía, ya que su apoyo oficial no superaría, en estricto rigor estadístico, el 25% del padrón electoral, habida consideración que el 40% de votos estaría repartido entre los ocho postulantes a la Presidencia.

Por ello, sea cual sea la ganadora o el ganador, deberá ser consciente que habrá una amplia mayoría de chilenos mirando su actuación con ojos extremadamente críticos. El año 2018 será difícil para quien esté en La Moneda. Es posible avizorar una época tensionada mediante movilizaciones, paros y huelgas que, sin duda, provocarán desórdenes y enfrentamientos con la autoridad. Ello no se remitirá sólo a estudiantes y a algunos grupos de trabajadores; la razón indica que el ajetreo tendrá un espectro social más amplio, pues serán variopintas las organizaciones sociales que saldrán a exigir el cumplimiento de promesas y reformas.    Ahí estará, cómo no, más del 60% de ese mismo padrón electoral que se negó a sufragar.

Por otra parte, la fragmentación (‘archipiélago’ le dicen) que caracteriza hoy a la izquierda y en menor medida a las otras corrientes políticas, avala el temor de una época conflictiva y difícil para quien ocupe la primera magistratura, ya que la existencia de múltiples pequeños referentes que se han desgajado de los troncos principales, además de aquellos que nunca se han alineado a ninguna de las coaliciones duopólicas, impedirá al futuro gobierno –y también a la oposición parlamentaria- aglutinar la fuerza y el número necesarios para tramitar o derribar ciertos proyectos de ley.

Quienes se dedican a los análisis electorales hablan de lo mismo que usted ha leído en las líneas anteriores. Hay una especie de “empate técnico” que dividirá a la cofradía política y, consecuentemente con ello, a gran parte del país. Vea usted lo siguiente.

El sitio web “Tresquintos Chile”, dedicado a los análisis políticos y pronósticos electorales, realizó hace algunas semanas una simulación de los posibles resultados electorales que podrían darse en los 28 distritos que elegirán 155 diputados, y en las siete regiones que elegirán 23 senadores.

De acuerdo al análisis efectuado por el sitio ya indicado, el Partido Comunista (PC), el Frente Amplio (FA) y el Partido Democristiano (PDC), obtendrían entre 9 y 12 diputados. Por su parte, la Nueva Mayoría (NM) –incluyendo al PC- obtendría entre 61 y 66 diputados, mientras la Derecha lograría elegir entre 69 y 75. Una equilibrada balanza con dos platillos principales: NM y Derecha.

Si lo anterior se produce, es un hecho que el PDC y el FA serían quienes puedan romper el empate cuando sea necesario, pues les cabría la responsabilidad de “decidir” los proyectos, puntualizando que entre ellas existe poca o nada similitud ideológica, amén que en los temas valóricos sus respectivos programas difieren kilométricamente.

Lo dicho; serán duros cuatro años. Más duros habrán de ser si quien gobierne desea echar abajo las tibias reformas iniciadas durante la actual administración de Michelle Bachelet.

Súmese a ello los asuntos no resueltos, entre los cuales destacan nítidamente el problema sito en la región de la Araucanía con la nación mapuche, la renacionalización del cobre y de algunos recursos naturales (litio, por ejemplo) y el como instalar industrias que permitan darles valor agregado, y los nunca solucionados problemas en salud, previsión y educación… De estos últimos sin lugar a dudas el más urgente, por el macro desastre social que está causando y sus consecuencias en la feroz desigualdad y concentración del ingreso es el de la previsión y el nefasto papel de las AFPs.

Como lo demuestra el ingeniero y economista de CENDA, Manuel Riesco (*) en dos videos que pueden verse en las columnas que él escribe y están publicadas en Blogs de radio Bio-Bio, no habrá posibilidad alguna de solucionar el grave problema previsional y la enorme pobreza de la tercera edad, ni la desigualdad creciente que ello está provocando; difícil será solucionarlos sin eliminar el perverso sistema de las AFPs, que no es un sistema de seguridad social sino uno de ahorro forzoso destinado a generar enormes ganancias a sus dueños (70% empresas extranjeras) y a las empresas aseguradoras que venden “rentas vitalicias”, recursos baratos para especular usurariamente a la banca, al retail, al capital accionario y a los recursos financieros de algunas decenas de grupos económicos y transnacionales que controlan dos tercios del PIB de Chile.

Es claro que continuarán pendiendo sobre el gobierno de turno –cual espada de Damocles- temas relevantes para gran parte de la opinión pública, tales como la Asamblea Constituyente, la Reforma Constitucional, la libertad y variedad de prensa, la brecha económica, la sindicalización, el transporte urbano, la regionalización, legislación de inmigración, la lucha contra la delincuencia, etc., etc.; asuntos todos que dirán ‘presente’ en las calles de Chile a partir de marzo del 2018.

Por ello, la pregunta que titula esta nota es válida. Después de las elecciones… ¿qué? ¿Más de lo mismo? ¿Lo mismo? ¿Qué?

(*) Los videos de Manuel Riesco se explayan sobre las AFPs, el papel que juegan en la contrarrevolución neoliberal iniciada con el golpe del 11 de septiembre de 1973 y la regresiva y recesiva reforma propuesta para ellas por el gobierno Bachelet, que sólo agravará los problemas.

El proyecto del gobierno es altamente regresivo para el empleo y las Pymes y sólo beneficia a los grupos financieros extranjeros dueños del 70% de las AFPs, a la banca nacional y trasnacional que especula con esos fondos y a unas decenas de grupos económicos y trasnacionales que lucran (US$12.000.000.000/año) con el usufructo de los excedentes (y el PODER) de US$500 millones de dólares mensuales y del fondo acumulado de US$180.000.000.000 (sí, leyó bien: ciento ochenta mil millones de dólares).

 

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