Por Gerardo Coppelli
Facultad de Derecho, Universidad Central
Esta semana hemos conocido, a través del último Informe de Política Monetaria del Banco Central (IPoM), entre otros indicadores, las estimaciones de crecimiento para el año 2017.
Como ya es habitual, no una ni dos veces, ni tampoco de forma excepcional, sino que durante años y reiterado en el tiempo, el Banco Central debe corregir sus proyecciones… a la baja.
En particular, su proyección en el mes de diciembre de 2016, para el año 2017, se encontraba en el rango del 1,5% a 2,5%. Producto del nuevo “recorte” en la estimación, se prevé un crecimiento en torno al 1% y 2%. En septiembre de 2016, nos proyectaba entre un 1,75% y un 2,75%.
De lo señalado, no resulta extraño que el Banco Central ajuste sus proyecciones en la medida que diversos factores, tanto externos como internos, puedan incidir en dichas proyecciones. Lo que ya resulta, a lo menos confuso, es que hace ya por tanto tiempo, el Banco Central equivoca sus estimaciones en un único sentido.
Importante resulta hacer memoria. Para el año 2016, la proyección de crecimiento en septiembre de 2015, era entre un 2,5% y 3,5%, para luego en diciembre de 2015, bajarla entre un 2% y un 3%, en cualquier caso, lejos del 1,6% real obtenido. Claramente proyecciones que sólo el Banco Central veía, quizás también el Ministro de Hacienda.
No sólo esta última, todas las proyecciones conocidas en los últimos años, han resultado groseramente erradas, con una generosa pero ingenua visión confiada y positiva de los resultados económicos del país. No debemos olvidar la intervención de un grupo transversal de parlamentarios, a inicios del año pasado, en donde hizo ver esta situación, solicitándole al Banco Central mejore sus cifras, dado el constante error de proyección a la baja de su indicador de crecimiento.
Resulta difícil que, con los conocimientos de tan distinguidos miembros de su Consejo, y las herramientas que poseen para formular sus estimaciones, puedan errar tan sistemáticamente sus cifras, con explicaciones que resultan tan obvias como absurdas.
Pareciera ser que sólo el Banco Central, tanto bajo la actual presidencia como la anterior, vea en los mercados, tanto internos como externos, factores o elementos que nadie más ve y que permitan suponer los crecimientos que nos ha manifestado en los últimos años. Parece ser nuestro deber recordarle al Consejo del Banco Central, que su misión es entregar y proporcionar a la comunidad información de carácter técnico, la verdad de las cosas, proyecciones objetivas, y no proyecciones permeadas por la sola confianza, para eso suficiente tenemos con el Ministro de Hacienda y el poder ejecutivo en general.
La posibilidad de error en las estimaciones está latente y ciertamente los agentes que inciden en su determinación son innumerables. Es por ello que resulta a estas alturas imperioso, pedir al Consejo del Banco Central, provea al mercado de información objetiva y veraz, que permita efectivamente la toma de decisiones empresariales, de inversión y sociales, ya que con la tendencia de sus cifras se ha transformado lastimosamente en un proveedor más de información errónea y confusa, de la cual difícilmente alguien se podría fiar.