Por Francisco Doren
Experto en economía y fundador de www.fondoalerta.cl
La utilización política de los principales temas que preocupan a la población es obvia. Y las posturas van desde la solidaridad total hasta el ahorro individual puro.
Ninguno de esos extremos funciona y tendremos que encontrar una solución mixta, pragmática y, por sobre todo, sostenible. Es parte de lo que dijo la presidenta Bachelet.
Esta solución debe mezclar dos ingredientes esenciales en un delicado equilibrio:
- Sacrifico personal (ahorro individual)
- Solidaridad (ahorro colectivo)
Como en cualquier problema económico, la esencia del problema es la escasez de recursos.
Supongamos por un momento que el estado tiene los recursos suficientes como para garantizar sostenidamente una pensión mínima de $700.000 (escojo esa cifra porque corresponde a la remuneración promedio de los cotizantes a las AFP), el efecto inmediato sería que al menos la mitad de los cotizantes dejaría de ahorrar, no les convendría. ¿Para qué sacrificar consumo de hoy si el estado me garantiza una tasa de reemplazo de 100% o más?
Por otro lado hay personas que no pueden ahorrar. Los niños, los incapacitados, los cesantes, los adultos mayores, que no pueden ser dejados a que se las “arreglen por su propia cuenta”.
Agréguele al cóctel que en promedio un 40% de los trabajadores no cotiza ni paga impuestos.
A la sociedad le conviene que las pensiones se financien en su mayor parte con el esfuerzo individual, que exista un incentivo de trabajar formalmente y que puedan, al término de su vida laboral disfrutar de una merecida pensión, sin ser una carga para el estado.
El riesgo de excesivas garantías es que los incentivos para el trabajo bien hecho, la perseverancia y el ahorro desaparezcan de nuestra cultura.
Los subsidios, justificados en muchos casos, deben ser reservados exclusivamente para aquellos casos que lo ameriten. No como en los casos denunciados últimamente, en que las pensiones de vejez e invalidez que otorgan los sistemas de reparto que aún quedan vigentes en el país, son moneda de cambio para pagos de favores y favoritos del régimen de turno.