Como se acabaron los designados y vitalicios, sobraba plata; y en lugar de restituir esos fondos al fisco, acordaron por unanimidad repartírsela entre ellos, que son tan necesitados.
Juan Carlos Araya Durán, profesor – Talcahuano
(12/10/06)
Nuevamente nuestro parlamento nos sorprende. Ahora son los senadores. Tras la eliminación de los designados y vitalicios, había que determinar qué hacer con las dietas que éstos percibían. Colocados ante ese trance, y con una ética digna de cualquier filósofo griego, determinaron repartirse en dinero entre los senadores elegidos por la ciudadanía. Tocaban dos millones de pesos mensuales por nuca.
Tan patriótica decisión concitó la unanimidad de los votos tanto de la derecha como de la Concertación. En resumidas cuentas, nuestro Congreso es el único lugar de Chile en donde los empleados se fijan el sueldo y cuánto quieren ganar mensualmente. No seria nada de criticable esta situación, si no fuera por el hecho de que la productividad y asistencia a las sesiones no es para nada digna de elogios.
Recientemente un grupo de parlamentarios, entre diputados y senadores, estuvieron una semana en Venezuela: nadie sabe para qué y nadie sabe tampoco quién los envió, por supuesto no fue la Presidenta. Sea como fuere se quedaron allí durante una semana sin producir, que es para lo que le pagamos todos los chilenos con nuestros impuestos. En cualquier otro trabajo si uno falta un día, se le descuenta; si son varios se le despide. En nuestro parlamento, en cambio, no sólo no se puede despedir a los diputados y senadores incumplidores, sino que las actitudes de este tipo son el pan de cada día, mientras un cerro de leyes esperan por la aprobación y rechazo de los congresales.
Es cosa de examinar los porcentajes de asistencia de los parlamentarios para darse cuenta de por qué estos cargos son tan apetecidos y hay peleas a muerte en los partidos políticos por obtener un cupo en este tan favorable empleo. ¿Donde están todos esos que querían luchar por mis derechos o que prometían acabar con las desigualdades sociales? Ahí están profitando de todos nosotros.
Espero que pronto se reforme el sistema binominal para poder también acceder yo humildemente al parlamento, ya que con esa dieta arreglo todos mis problemas económicos y aun me sobraría para el ahorro. Creo que esta idea la deben estar pensando muchos chilenos, ya que las ventajas están a la vista y son enormes: se trabaja poco, se viaja harto y se come bien. Con estas ventajas comparativas, no hay empleo que le supere, ni siquiera el de un gerente de una empresa productiva; menos un empleado administrativo como el suscrito.
Estoy pensando seriamente en anular mi voto en las próximas elecciones parlamentarias; no quiero que ayude a elegir a ninguno de estos señores que protagonizaron esto que considero un escándalo. Lamentablemente, como estoy inscrito en los registros electorales, debo obligatoriamente sufragar; otra cosa sería si el voto fuera voluntario, creo que la sorpresa que se llevarían los parlamentarios sería mayúscula y que la abstención ganaría lejos. Y así se quejan los políticos de que los jóvenes no se inscriban y vote. El ejemplo de probidad que la mayoría de ellos da a la gente es pésimo. Lejos de aprender en los 17 años de dictadura, nuestros políticos se están poniendo al día por todo lo que no recibieron esos años, y eso constituye un golpe a mansalva a nuestra frágil y desprestigiada democracia.
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