General brasileño amenaza con “intervenir” en el gobierno del gigante sudamericano debido al alto nivel de corrupción existente en las esferas políticas. Trump y el Pentágono se frotan las manos
Por Arturo Alejandro Muñoz
Columnista Granvalparaiso.cl
Muchos no lo creyeron cuando se dijo, hace ya un par de años a lo menos, que en Latinoamérica la derecha conservadora y ultra neoliberal comenzaría una arremetida contra la verdadera democracia para agenciarse de nuevo el poder total. Contra viento y marea.
Colombia, con el criminal gobierno de Uribe y su continuidad inefable remasterizada por un insípido Santos, dio la pauta. Venezuela fue el siguiente paradero, respaldada por la indiscutible ayuda de la rancia derecha chilena, especialmente aquella inserta en el empresariado que recibió las dádivas de la dictadura pinochetista el año 1989 cuando abrió faltriqueras para adueñarse de un centenar de empresas fiscales a precios risibles. El año anterior, 1988, Pinochet había sido derrotado en el histórico plebiscito que ponía fecha de término a su gobierno dictatorial, por ello, a última hora casi, apuró la concreción del mayor robo que registra la Historia del austral país andino.
La derecha ha sido espectacularmente eficaz en su tarea de ‘evangelizar’ izquierdistas mediante el ofertón de aceite fenicio (ese aromático con gustillo a dólar y a euro) travestido de neoliberalismo. En Chile sabemos bastante de ello. Tanto es así, que algunos relevantes políticos brasileños, como los economistas José Serra y César Maia, otrora progresistas anti dictadura, vivieron su exilio en el Chile de la Unidad Popular, regresando a Brasil donde más temprano que tarde cambiaron de chaqueta y se declararon, abiertamente, neoliberales. Habían pasado -ambos- por la Escuela de Economía de la Universidad de Chile, donde de seguro hicieron piel aquello del libre mercado como religión.
Es conveniente aclarar que si bien Serra (fue alcalde en Sao Paulo) y Maia (lo fue en Rio de Janeiro), se casaron con colegas chilenas, el caso de Fernando Henrique Cardoso (que alcanzó la presidencia de Brasil) tuvo un desarrollo algo distinto… él también estuvo en nuestro país, pero ocupando un cargo en una organización supranacional, lLPES (Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social), dependiente de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), cuya sede central se encuentra en Santiago.
Parece increíble, pero sucedió. La nación más conservadora de Sudamérica (Chile) tuvo evidente influencia en líderes de la nación menos ‘colijunta’ del subcontinente, Brasil. Serra, Maia y Cardoso dan fe de ello. Los ‘Chicago Boys’ no intoxicaron solamente al país largo y angosto al que de tarde en tarde atacan terremotos y tsunamis, sino que al parecer lo hicieron con todo el subcontinente. Gran triunfo del FMI y de la Escuela de Chicago encabezada por Milton Friedman en EEU, y por Pablo Baraona, Jorge Cauas y Sergio de Castro en Chile durante la dictadura pinochetista.
Tal vez a los eméritos dirigentes brasileños se les pegó en la piel esa inefable maña chilena de la corruptela, la traición a sus raíces y la apropiación indebida de recursos y dineros fiscales, lo cual ha sido la tónica de la acción cotidiana ejecutada por las dos coaliciones socias del duopolio: Alianza y Concertación (o patrones y mayordomos, respectivamente).
En Brasil, la escandalera desglosada del caso “Lava Jato” derribó al gobierno de Dilma Roussef merced a una acción sediciosa y deliberada que dirigió Michel Temer para acceder él a la primera magistratura de esa nación. Hoy, Temer y muchos de sus asesores y partidarios en las altas esferas políticas y empresariales, se encuentran señalados como culpables de corrupción por la opinión pública y la justicia de ese país.
Entonces, ya millonarios, los derechistas que apoyados por el establishment estadounidense coadyuvaron en el golpe ‘constitucional’ contra la Roussef, comienzan a dejar puertas abiertas a la intervención de las fuerzas armadas como una forma –‘valida’ según ellos- de evitar que la democracia les cobre la factura a través del accionar de la justicia.
En América Latina la derecha ha comenzado una nueva arremetida con el único propósito de echar por la borda los cambios –tibios o insuficientes- realizados por los gobiernos socialdemócratas y, muy en especial, por aquellos que han sido algo más radicales, como es el caso de Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia.
No ha sido suficiente para esa derecha el haber tenido éxito ‘evangelizando neoliberalmente’ a la muchos dirigentes otrora izquierdistas en los países del subcontinente; ahora desea todo el poder, todo el gobierno, toda la Historia. Quiere campo libre para desarrollar sus negociados teniendo siempre subyugados a los pueblos como cajas apagadoras y fuentes de recursos humanos a bajo costo.
Es el regreso a las andadas, el retorno al totalitarismo, al estado de sitio, al toque de queda, a la prensa sometida y al pensamiento encarcelado. Es girar en redondo para retomar la expoliación de los recursos naturales y el sometimiento absoluto de la sociedad civil a las órdenes de cuartel. En 1964 Brasil comenzó la saga de dictaduras que asfixiaron a esta América morena con la política de ‘seguridad nacional’. Le siguieron Uruguay, Bolivia, Argentina, Perú… hasta que el turno correspondió a Chile. Al parecer, hoy, año 2017, un sector de la oficialidad brasileña de alto mando estaría dispuesto a repetir la ‘hazaña’ y reverdecer viejos espantos. Ello se deduce de lo que la prensa internacional ha informado recientemente
La revista “Sputnik News” en su versión On Line publicó lo siguiente:
<<Un vídeo de una conferencia en la masonería brasileña ha sacudido una vez más el ya convulsionado panorama político de ese país en referencia a corrupción entre políticos. En la ponencia, el general del Ejército Antonio Hamilton Martins Mourao afirma que “o las instituciones solucionan el problema político, por la acción del Poder Judicial, retirando de la vida pública a los elementos involucrados en actos ilícitos” o las Fuerzas Armadas tendrán “que imponerlo”.
<<El analista y politólogo Miguel Serna (académico de la Universidad Federal de Río Grande del Sur), comentó que los dichos del castrense son “graves”, porque todas las intervenciones militares en el pasado “tuvieron consecuencias de triste larga data, sobre todo en el Cono Sur”. Asimismo, recordó que Martins Mourao estuvo en el sistema de inteligencia “en plena dictadura” y se “autoidentifica” con las acciones del Gobierno castrense. De hecho, el general reivindicó en su ponencia las acciones del régimen militar que estuvo al mando de Brasil entre 1964 y 1985. Afirmó que la generación a la que pertenece “está marcada por los sucesivos ataques” que reciben las Fuerzas Armadas “de forma cobarde y no coherente con los hechos” de ese período. “Tenemos la conciencia tranquila de que hicimos lo mejor”, aseveró.
<<Serna precisó además que este tipo de dichos “no pueden pasar por alto ni ser banalizados” y deben seguirse “con detenimiento” ya que pueden tener consecuencias “en cualquiera de las democracias vigentes”. A criterio del experto, “tiene que haber una respuesta institucional firme”>>
Trump y el Pentágono se frotan las manos. El FMI y los predadores de la banca y las finanzas amplían sus bolsillos, mientras los megaempresarios locales afinan el petitorio que presentarán a las autoridades militares, destacando en él que “todo lo que pueda ser privatizado, TIENE que privatizarse” (siguiendo el ejemplo lenguajeado por el ex presidente chileno Ricardo Lagos en una convención de empresarios venezolanos en Caracas hace un par de años)… y el cobro de impuestos debe ser aplicado a la gente principalmente, pues a las empresas hay que aliviarles la caja de caudales y liberarle las manos para que “emprendan” como les venga en gana.
Algunos militares brasileños en conjunto con megaempresarios transnacionales apuestan al regreso de los silencios y las torturas. Trump y Washington, que no dejan de mirar codiciosamente los llanos de Venezuela, ponen sus fichas en esa misma apuesta.