Por Bruno Lima Rocha
Es impresionante como la misma verdad factual, puede generar sentidos diferentes. Gente que considera inevitable la medida de Alexis Tsipras, cuando escogió dar seguimiento, a través de una negociación con la Troika europea, compuesta por las mismas instituciones, que desde hace cinco años, están dilapidando y saqueando las riquezas del pueblo griego.
La Troika es compuesta por el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Económica Europea (CEE) y el más conocido y poco afamado, Fondo Monetario Internacional (FMI). La solución final sería aceptando, cómo inevitable un pacto social, con la congelación de salarios, conforme a lo implementado por Herr Merkel en Alemania, país líder de la zona euro y de facto potencia hegemónica en las esferas política y económica del viejo continente. El mecanismo de intervención es por supuesto la propia Troika.
Una de las instituciones miembro de este mecanismo de intervención, el FMI, reconoció públicamente que tal “acuerdo” era impagable y por tanto sería necesario un perdón considerable para la “deuda” griega. El olfato – irrefutable e innegable – es que la ciudadanía del país escogió en la urna y de forma directa, para negar este acuerdo imposible de ser ejecutado y tampoco hubo aceptado, asumir la deuda como suya, exigiendo como mínimo la misma ser auditada.
Más allá de la racionalidad o alegación – falsa – de pragmatismo, concretamente el pueblo fue a las urnas – de forma oficial y no consultiva como los plebiscitos simbólicos que realizamos en Brasil – para decir no al espolio. Para sorpresa de casi todos (no de este analista que aquí escribe, conforme puede ser comprobado por observaciones mías, en la semana anterior al referéndum) el primer-ministro griego hizo todo al contrario, referenciando al Parlamento como locus decisorio y no las calles, como lo he manifestado a inicio de julio.
No son pocos aquellos – en Brasil – vn a defender la supuesta inevitabilidad de la postura de Tsipras. Respetables reformistas y excelentes analistas internacionales están considerando que Tsipras fue “responsable y no demagógico”. El elogio se da porque el primer ministro griego reconoce las condiciones ingratas y su habla asume la condición de chantaje, admitiendo que a Grecia ha sido puesta de rodillas, una vez que no obtuvo señal verde alguno de potencias mundiales. Delante del silencio de Estados Unidos, Rusia y China, después de la “cara de paisaje” de potencias medias cómo Brasil, Sudáfrica e India, a Grecia, por la lógica de la geopolítica, no tendría otra alternativa.
Realmente, a través de la geopolítica no sólo no hay otra vía, como no hay camino alguno dispuesto, a respetar la soberanía de los pueblos y el esfuerzo por la reconstrucción de la democracia realizado el domingo 5 de julio del corriente año, al final del referéndum. No es posible analizar una salida popular observando el juego de oportunidades y circunstancias entre los Estados a través de sus instituciones permanentes, conjunto de fracciones de clase dominantes y élites dirigentes transitorias.
La prueba *cabal está en la propia composición del gabinete de Tsipras, al menos en su primera formación. La élite dirigente no se predispuso y tampoco podia aguantar la presión, por armar la democracia griega, dando aire para la nueva institucionalidad alimentada por la rebeldía, lo que justamente permitió la elección del Syriza.
El problema de esta crítica, seguida del elogio pragmático a Tsipras es de otra orden. O estos analistas no ven, o no reconocen que hay una mayoría griega, que tiene una fuerza política motriz dispuesta a todo. Tal fuerza política, es compuesta por un conjunto de fuerzas conflictivas entre sí, pero con condiciones de levantar un programa mínimo común, ni que este sea el respeto de las mayorías. Esta es la mayor potencia de la sociedad griega y el mayor patrimonio de Grecia contemporánea.
El Producto interior bruto (PIB) de Grecia es cerca de 3% del total del PIB de la Unión Europea. Después de los años de altos gastos (la fiesta como decían en España antes del explotar de la burbuja inmobiliaria) y robos capitaneados en el gobierno de la Nueva Democracia (2002-2009) y con la consultoría de Goldman *Sachs, teniendo al frente el criminal financiero Mario Draghi, “riqueza” es un concepto en disputa en la sociedad helénica. Papandreu fue elegido en 2009, después de una rebelión popular, que hubo terminado con el stock de gas lacrimógeno en el país y, siguiendo la tradición de los socialdemócratas (en el caso, partido PASOK), traicionó la confianza de sus electores y firmó la rendición del país en mayo y junio de 2010.
Syriza se forma como coalición a partir del rechazo a la política tradicional y también la cultura política de dirección vertical del KKE (Partido Comunista de línea estalinista). Hay una correlación bastante lineal entre los votos de protesta y las protestas físicas, como las luchas sociales directas promovidas por las bases organizadas o no por estalinistas, socialistas democráticos o anarquistas. Quién está organizado impulsa la masa indignada. Ahora, la mayoría no militante se ve delante de la traición histórica. Reconstituir esta confianza popular puede costar más una década, si es que la misma será reconstruida.