Por Faustino Vicente *
Entre las emocionantes manifestaciones que recibimos de nuestra crónica – Olimpíadas, el mayor espectáculo de la Tierra – encontramos como punto culminante el de la madre de un joven con deficiencia física. “El es casi un artista y también practica deportes. Mi interés es el que sea una revelación en la Paralimpíada”, expresó ella. La primera edición ocurrió en Roma (1960) y en esos juegos participaron solamente atletas con deficiencias físicas. El neurólogo e neurocirujano alemán, Ludwig Guttmann, está considerado el Padre de los Juegos Paralímpicos.
A pesar de despertar menor interés comercial, esos juegos sobrepasan el espíritu olímpico, esencia de esta competición deportiva única, cuyo nacimiento se remonta a la antigua Grecia. Más allá de la elevada performance técnica de los atletas paralímpicos, ellos muestran al mundo lecciones ejemplares de vida, que nos conducen a una profunda reflexión sobre cómo se deben enfrentar desafíos y superar límites, en nuestro diario vivir.
Es suficiente que una persona esté fuera de los estándares convencionales para sufrir las crueles consecuencias de esa, mundialmente conocida, llaga social; el prejuicio. Según el genio Albert Einstein (1879-1956) – “Es más fácil desintegrar un átomo, que acabar con el prejuicio”.
El color de la piel, el origen étnico, la opción sexual, el credo religioso, el nivel de educación, la edad avanzada, el desempleo prolongado, la apariencia física, los residentes en una zona de gran violencia, los bajos ingresos y el deterioro físico o mental, son algunos de los objetivos preferidos para la discriminación. La falta de conciencia sobre el respeto a las diferencias. Debemos tener cuidado de no perder nuestra capacidad de indignarnos (y actuar) frente a la injusticia social.
Esperamos que los Juegos de Rio-2016 nos concientice, que los paraolímpicos son atletas de alto rendimiento e que, fuera del campo deportivo, deben tener oportunidades (iguales) para que puedan revelar y desarrollar su potencial.
El principio de la igualdad se encuentra en la Biblia, (Mateo 22, 36-39). “¿Maestro, cual es el gran mandamiento de la Ley? Jesús respondió: Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda tu alma y todo tu entendimiento. Este es el primer y gran mandamiento. El segundo, semejante a este, es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
Un factor positivo es el segmento del Tercer Sector que, a través de las ONG, tienen un excelente trabajo de inclusión social. Para nuestro pensamiento, recordar las famosas palabras de Martin Luther King (1929-1968): “Lo que me asusta no es el grito de los malos,, si no el silencio de los buenos.”
* Faustino Vicente – Abogado, Profesor y Consultor de Empresas y de Organizaciones Públicas – Jundiaí (Tierra de la Uva) – São Paulo – Brasil