Agustín y la búsqueda de la verdad

Publicado por Equipo GV 4 Min de lectura

Por Daniel Sánchez Brkic
psicólogo y académico de la Facultad de Ciencias Sociales, U.Central

 

Daniel Sánchez - Defendiendo la tareaLa muerte del director del diario El Mercurio ha generado diversas reacciones en el mundo político, empresarial y social. Resulta incorrecto desde esta tribuna elaborar un juicio al fallecido señor, toda vez que, al menos en mi experiencia, no lo he conocido. Tampoco podré hablar de lo que tristemente generó su accionar como director de un diario de circulación nacional en un periodo, por decir lo menos, oscuro de nuestra historia republicana.

Sin embargo, sería prudente reflexionar sobre la forma de comprender el sentido profundo de la búsqueda de la verdad, las construcciones de argucias para desviar la atención y las innegables miradas que producen elementales fantasías en las personas. Al respecto, la búsqueda en ese sentido implica destrabar los miopes análisis que suelen hacerse cuando las situaciones salen de nuestra zona de seguridad (confort). Es éste el llamado que le hacemos a jóvenes en proceso de formación: “descubran qué nos tiene que mostrar la vida”; “confronten sus miedos y busquen allí el refugio de la esperanza”. Éstas son las palabras que algunos educadores repetimos constantemente a fin de producir en nuestra juventud el ansiado cambio social que nos pertenece como especie.

Agustín Edwards probablemente pasará a la historia (al igual que muchos) como un hombre que manejó a miles de compatriotas que, en su búsqueda de libertad, caminaron por un sendero de esperanza. Pasará a la historia como un hombre que colaboró en el desvío de las informaciones a fin de crear un país y realidad fantasiosa. La historia ha ido demostrando que efectivamente la cuestión social, política y económica vivida en ese sombrío tiempo era diferente de cómo se creyó.

Pero eso no es todo. Hemos visto palabras y lecturas llenas de odio, resentimiento y violencia hacia la muerte de un ser humano; una persona que, más allá de sus convicciones, ha sido influido por un conjuro de poder que lo instaló en un espacio de doctrina. Llenando nuestra sociedad de Mercurio, un compuesto tóxico y mortal cuyas emisionesa la atmósfera contaminan todos los ecosistemas.

El dolor de algunos resulta complejo comprenderlo como justificación de la violencia. Podrá argumentarse lo mismo de Jesucristo, Nelson Mandela, Salvador Allende o tantos más. La muerte (y consecuente reparación personal de la misma) resulta compleja de dilucidar y comprender.

Nuestra juventud tiene en sus manos la hermosa posibilidad de recambiar estas doctrinas autoritarias y totalitarias, en sus manos habita sin dudar el germen de toda transformación y es, desde esta tribuna, necesario dotarlos de las valientes herramientas que posibiliten su emancipación, sus miradas que les otorguen libertad, responsabilidad y visión de futuro.

La muerte de A. Edwards quedará como siempre para el debate de los dinosaurios. Para nuestros jóvenes, por el contrario, una posibilidad de ‘mover el timón’ de nuestra sociedad, esta vez con afecto, colaboración y respeto; una cuestión que el Dr. Humberto Maturana viene hablando hace muchos años y que algunos educadores desde el mundo universitario creemos como la única herramienta de salvación para nuestro país. Recuerde usted que sí se trata de generar cambios, éstos deben ser desde fuera de la trinchera y no asegurado dentro de ella; además, y muy probablemente, el talud nos contamine de mercurio.

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