Por Wilson Tapia Villalobos
Pareciera que ha llegado el momento de poner atención en cómo se manipula a través de los medios de comunicación. El efecto que ello está produciendo en la sociedad es nefasto. A través de un exceso de información -mucha de la cual solo produce temor- todo termina siendo banal, descartable, olvidable. Y a través de una orientación ideológica precisa, se destaca lo que el medio -los poderes económicos y políticos que están detrás de él- desea. A veces, por un descuido o una acción audaz, la verdad surge. Recientemente, es lo que le ha ocurrido al Vaticano y a otras entidades religiosas occidentales, a transnacionales, a instituciones políticas. En general, a quienes ejercen el liderazgo en el esquema de la globalización. Pero como el poder comunicacional es incontrarrestable, sobre todo en países como el nuestro, los “afectados” entregan su versión de los hechos, lo que los deja libres de cualquier sospecha. O recurren a denunciar las presiones a que son sometidos por supuestos contrincantes ideológicos.
Veamos algunos casos recientes. Empecemos por el Papa. En uno de sus contactos con fieles en la Plaza de San Pedro, Francisco respondió a los católicos de Osorno que resisten la designación de Juan Barros como obispo de esa diócesis. Para algunos, la reacción del pontífice frente a la pregunta de fieles que esperaban su bendición en la Plaza, fue sorprendente. Les dijo que no se dejaran sorprender por las falsedades que propalan los “zurdos”. Que todo era una maquinación política contra un sacerdote cuya hoja de vida era impoluta.
El término “zurdos” en Argentina, país del que proviene Francisco, se utiliza para referirse despectivamente a quienes profesan ideas de lo que antes se denominaba izquierda. Por lo tanto, no llama la atención que el Papa utilice el vocablo. Sobre todo que él no es un hombre progresista. Su pasado lo vincula muy estrechamente con la dictadura militar en su país. Jorge Bergoglio se llamaba en ese entonces y en 1979 debió dejar de ser la cabeza de los jesuitas, agobiado por los cuestionamientos que llegaban hasta a hacerlo responsable de la detención de dos sacerdotes de la Compañía de Jesús. Esos dos subordinados suyos estuvieron desaparecidos durante cinco meses.Hasta 1992, Bergoglio se mantuvo en el más absoluto ostracismo. Ese año fue designado obispo auxiliar de Buenos Aires. (Para más información, ver “Los valores y el poder”, 13 de marzo 2013).
Ahora está quedando claro que el Papa Francisco llegó al trono de Pedro para mantener el poder en las manos que corresponden. El hecho de ser latinoamericano le ayudó. Era la manera de hacer ver que se producía un cambio dentro de la curia. Y él colaboró con su cercanía con el pueblo, con su apertura a sus colaboradores más directos, independiente de su condición. Y como los medios de comunicación funcionan, el resto fue sencillo. Jamás se supo el verdadero contenido del informe que había pedido Benedicto 16 poco antes de renunciar al papado. En él se entregaban los detalles acerca de delitos graves en el interior de la curia vaticana. Delitos tales como redes de corrupción homosexual, lavado de dinero, abusos sexuales. El informe solo lo conoció el nuevo Papa. Pero después del revuelo causado por sus declaraciones sobre el obispo Barros, se filtró un documento supuestamente firmado por cardenales conservadores. Estos se opondrían a los acuerdos ya aprobados y que serían el resultado del sínodo sobre el matrimonio y la familia. Un evidente respaldo al Papa y su progresismo.
Otro caso reciente. Eliodoro Matte hizo un conmovedor mea culpa en una entrevista que concedió al diario El Mercurio. Reconoció abiertamente la colusión en que había participado su empresa, la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC). Se trata de un holding forestal y papelero y una de las empresas más poderosas del país.Dijo que no lo hacía para evitar la elevada multa que se le impondría, sino por un deber moral. Pero se salvará de la multa. No adelantó como resarcirá a los millones de chilenos que fueron estafados con el precio de los productos elaborados por su empresa. Tampoco asumió ninguna culpa en el delito. Todo fue responsabilidad de subordinados que ya fueron desvinculados de la CMPC. Tal vez porque el poder los acerca estos dos casos tienen una vinculación extraña. A ambos los une Fernando Karadima, el cura condenado por el Vaticano por abusos contra menores y que la justicia chilena no pudo castigar debido a que los delitos estaban prescritos. La familia Matte era uno de los pilares de la poderosa Iglesia de El Bosque, donde Karadima ejercía su ministerio. Y hasta hoy es visitado por miembros del clan en la casa de retiro a que lo envió la Iglesia.
Ahora sabemos que también Francisco considera que el círculo más cercano a Karadima está libre de culpas, aunque las pruebas digan lo contrario. En ese caso, la Iglesia optó por evitar males mayores, como hacer caer el peso del castigo sobre varios de los obispos actuales que también formaron parte del círculo íntimo de Karadima. No fue lo que ocurrió en la CMPC. Es más fácil contratar a un gerente que crear a un obispo con espíritu de cuerpo e ideológicamente confiable.
Seguramente un Juan 23 era zurdo para Francisco y Eliodoro.
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Por Wilson Tapia Villalobos
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