Por Mauricio López, Director Ejecutivo de Brain Gestión.
La situación de desigualdad territorial en Chile es un desafío que demanda soluciones creativas y enérgicas. Sin embargo, más allá de las políticas gubernamentales, es fundamental comprender el papel vital que desempeña la asociatividad en este proceso.
El trabajo colaborativo entre empresas, instituciones y comunidades, es una herramienta poderosa para impulsar el desarrollo económico, ya que al unir fuerzas, éstas pueden salvar obstáculos, que individualmente serían insuperables.
La colaboración promueve transferencia de conocimientos, mejora continua y articulación de redes, con aspectos esenciales para el éxito en entornos desafiantes, como la eficiencia, innovación y resiliencia.
Pero la asociatividad va más allá de la mera cooperación, ya que implica la creación de redes sólidas de apoyo mutuo, donde se compartan conocimientos, recursos y experiencias. En este contexto, la incorporación de habilidades tanto blandas como duras, es crucial.
La comunicación efectiva, el trabajo en equipo y liderazgo, son habilidades blandas fundamentales para establecer relaciones sólidas y construir confianza entre los actores involucrados, que permitirán una colaboración fluida y una gestión eficaz de los proyectos.
Por otro lado, las habilidades duras, como la gestión empresarial, tecnología y planificación estratégica, proporcionarán el marco necesario para la implementación exitosa de iniciativas de desarrollo. Sin estas competencias técnicas, las buenas intenciones pueden quedarse en el papel y los recursos desperdiciados.
El Programa Acelera Biobío de Corfo, es un ejemplo inspirador de cómo la asociatividad y la capacitación pueden catalizar el crecimiento económico en regiones desfavorecidas. Al ofrecer apoyo tanto a nivel técnico como humano, esta iniciativa está preparando el terreno para que las empresas locales prosperen y contribuyan al bienestar de sus comunidades.
Sin embargo, el éxito de este y otros programas similares depende en gran medida del compromiso continuo de todas las partes interesadas. Es necesario fomentar una cultura de colaboración y aprendizaje constante, donde se valoren y fortalezcan tanto las habilidades blandas como duras.
En última instancia, el verdadero valor de la asociatividad, radica en su capacidad para generar un impacto positivo y sostenible en el desarrollo económico y social. Es hora de unir fuerzas, compartir conocimientos y trabajar juntos hacia un futuro más equitativo y próspero para todas las regiones de Chile.