Por Manuel Ahumada Lillo
Presidente CGT.
Fuente: Edición Primera Piedra
Harto se ha dicho y escrito sobre el conflicto en Chiloé en estas últimas semanas. Como se hace siempre respecto de cualquier cosa que altere la aparente tranquilidad sobre la que se mueve este país. Así fue cuando lo de los cerdos en Freirina, el gas en Punta Arenas, las manifestaciones de contratistas y subcontratistas, los derrames de petróleo, la lucha de los trabajadores forestales, los marítimos y un largo etcétera.
El grueso de la acción social se limita a solidaridad por redes, envío de alguna delegación al epicentro del conflicto y cuando se puede (porque las carencias las tenemos todos) ayuda material que siempre es bienvenida. Así, se va pasando de un conflicto a otro sin que se asuma abiertamente que el responsable es el sistema y que lo que corresponde es rebelarse contra él. Claramente hay un problema de dirección, de intereses contrapuestos que permanecieron ocultos mientras se construía el petitorio y que afloran cuando se logra romper el cerco de los dueños de las comunicaciones. No podemos desconocer que en los grupos que demandan hay algunos que resultan más permeables que otros a la musiquita del sistema.
Por último, está el siempre latente interés político, esa maldita costumbre de tratar de apropiarse de la dirección del conflicto, llevarlo para los intereses particulares y tratar de construir desde allí plataformas futuras, que no siempre consideran a los que efectivamente estaban complicados y que se rebelaron.
¿Resultado? Acusaciones cruzadas, extravío del objetivo principal, soluciones cortoplacistas que no dan respuesta a las demandas de fondo y muchas veces el quiebre y la constitución de nuevos referentes. ¿Cómo no darnos cuenta que es esto lo que le da vida al sistema?
Del caso de Chiloé aún en desarrollo, tenemos que conocer bien todo lo que ahí sucede, sacar lecturas que posibiliten nuestro trabajo futuro, principalmente en este tortuoso proceso de construir la unidad, profundizando en la integración y la participación de todos.
Otro tema que corresponde analizar es el llamado proceso constituyente, que se supone concluirá en una nueva Constitución.
Un proceso muy particular porque, siendo la Constitución un instrumento que afecta a todos los ciudadanos, no habrá participación real de estos en la generación y aprobación de la misma.
Un folleto entregado por el gobierno define la Constitución como “La llave maestra de nuestros derechos y libertades, tan poderosa que ninguna ley o regla la puede contradecir. Es la que establece las principales instituciones del país, como se van a relacionar los poderes con las personas y que derechos y deberes tenemos. Es la madre de todas las leyes de un estado”.
Visto así, lo lógico sería que el Estado estableciera los mecanismos para que efectivamente nosotros, los ciudadanos del país, pudiéramos pronunciarnos sobre esta ley madre que regirá nuestros destinos y el de las futuras generaciones. Lamentablemente, todo indica que no es el camino escogido y que al final quienes tomarán la determinación serán los mismos que hoy por hoy se reparten el poder.
En el folleto mencionado se indica la existencia de una página web donde se puede acceder y participar respondiendo un cuestionario. Luego vienen los llamados encuentros de Nivel Local, donde se puede participar junto a otras personas de un proceso de discusión y de toma de resoluciones que servirán como propuestas. Las conclusiones del nivel local se discutirán en Cabildos Provinciales que deben registrarse y elevaran conclusiones para el último nivel de análisis y discusión que tiene por nombre Cabildos Regionales.
A todo este proceso se llama Diálogos Ciudadanos, pero en ningún caso está asegurada la participación efectiva de los ciudadanos y los resultados hasta ahora difundidos dan cuenta de una baja participación. Aún así, seamos optimistas y pensemos que millones de ciudadanos participaran de estos Diálogos, lo que permitirá montones de ideas y propuestas para una nueva Constitución.
Y es aquí donde se produce uno de los 2 grandes problemas que se detectan al leer el documento del gobierno.
Resulta que todos los insumos resultantes de las reuniones ciudadanas, van a compendiarse en un documento que se llamará Bases Ciudadanas, las que servirán para que la presidenta de la república envíe un proyecto de cambio constitucional. ¡¡¡¡Plop!!!!, como dice Condorito.
O sea que la presidenta va a elaborar un proyecto de cambio constitucional y en definitiva quien va a resolver la nueva constitución será el Parlamento.
¿Quién va a creer que serán capaces de resolver una nueva Constitución los que han vendido su alma al diablo o sea al capital, quienes arreglan todo entre ellos porque más allá de las diferencia de coaliciones, están hermanados por el modelo que les permite lucrar, corromperse y vivir como reyes, mientras la mayoría de los ciudadanos se las arregla a duras penas para llegar a fin de mes?. No vale la pena participar de un proceso como éste.
Hacerlo es seguir validando instrumentos que son el fiel reflejo de la no participación ciudadana. Tenemos una monumental tarea por delante. Ser capaces de mostrar a nuestro pueblo la realidad en la que nos desenvolvemos y desde esa construcción de conciencia comenzar a levantar los instrumentos que posibiliten la participación activa y decidida de los descontentos.
Solo así podremos recuperar las riquezas básicas, el mar, en suma construir una sociedad más justa y digna.
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