Cristian Poblete Venturini, académico de la carrera de Fonoaudiología, UNAB Sede Viña del Mar
Mantener la salud auditiva es primordial en un mundo en que la comunicación entre personas es eminentemente oral. Entre los factores que pueden dañar nuestra audición, a largo plazo, se encuentra la exposición prolongada a ruidos o sonidos intensos, sin el uso de protección auditiva adecuada.
Los oídos son susceptibles a sufrir daños en condiciones adversas, como lo es la exposición a ruido laboral, y no todos los seres humanos nos vemos afectados de la misma forma frente a esta problemática, hay factores externos que influyen como el tiempo de exposición y los niveles del ruido o sonido al que nos enfrentamos. Asimismo, no todos tenemos la misma predisposición genética a sufrir daño de forma permanente y esto tiene que ver con las diferencias entre una persona y otra. Saber cómo respondería nuestro cuerpo frente al ruido constante no es fácil y requiere evaluaciones realizadas por profesionales que deben estar incluidas dentro de los requisitos de ingreso a un trabajo que incluya la exposición permanente a altos niveles de ruido. Por esto, el llamado es siempre a cuidar nuestros oídos, evitando y/o controlando los niveles y tiempos de exposición a ruidos o sonidos intensos.
Existen diversos oficios que se ven enfrentados a altos niveles de ruido o sonidos que podrían afectar nuestra salud auditiva. Ciertos sectores industriales como metalúrgicas, minería, forestales y construcción, tienen un alto número de trabajadores que estarán expuestos sobre las normas permitidas de ruido en algunos de sus procesos. Otras profesiones donde hay que cuidarse son, por ejemplo, carpintería, choferes de maquinarias pesadas, camiones o buses, técnicos en sonido y músicos que ensayen habitualmente o se presenten en escenarios con amplificación.
Los efectos de la exposición a ruidos de alta intensidad son variados y se describen como alteraciones en la concentración en nuestras actividades, afectaciones en la calidad del sueño, en la audición, aumentos de la presión arterial, favorece el estrés y puede afectar el estado anímico de las personas.
La exposición a ruidos o sonidos intensos puede afectar nuestra audición de forma aguda (pasajera) o crónica (permanente) y estas alteraciones se agrupan dentro de lo que conocemos como PAIR (pérdida auditiva inducida por ruido). En la primera, una única exposición a fuertes niveles de ruido o sonido puede generar un deterioro transitorio de nuestro umbral auditivo (DTU), el que suele recuperarse dentro de las 12 a 16 horas posteriores a la exposición. Suele ir acompañado de un ruido o sonido constante que va desapareciendo con el paso de las horas (tinnitus o acúfeno) y en ocasiones, con una sensación de descenso de la audición en uno o ambos oídos. Por otro lado, la exposición continua o diaria a altos niveles de sonido, por ejemplo, de origen laboral, puede llegar a afectar nuestra audición de forma crónica y producir un deterioro permanente de nuestro umbral (DPU), lo que significa que se generó un daño auditivo que permanecerá en el tiempo y es irrecuperable.
En todas las empresas que cumplen con la normativa actual (Ley del trabajador 16.744), existen programas de conservación auditiva (PCA) que incluyen la realización de mapas de ruido de la fábrica, evaluaciones permanentes de sus trabajadores más expuestos a altos niveles de ruido, modificaciones ambientales en las condiciones de trabajo y campañas preventivas que incluyen el uso correcto de protectores auditivos para evitar el daño permanente. Para cuidarnos, existen diversos tipos de protectores auditivos, algunos son de inserción en el conducto, otros son supraaurales (sobre los oídos), también hay protectores pasivos y otros activos (que incluyen cancelación digital del ruido). El uso de uno u otro tipo, se decidirá por los niveles de ruido y el tiempo de exposición de un trabajador en determinado puesto de trabajo, además se deben considerar las condiciones de seguridad necesarias según la faena que realice el trabajador.