CÓMO DESBANCAR AL POPULISMO EN VALPARAÍSO

Publicado por Equipo GV 9 Min de lectura

En la vida de la ciudad hay realidades muy diferentes que conviven, en armonía o conflictos. La complejidad social de una ciudad patrimonial como lo es Valparaíso, que ha sido maltratada y mantiene un estado de ánimo de desencanto y frustración, hace de las próximas elecciones municipales una situación sin parangón, con la irrupción de una tercera fuerza ciudadana, que se opone a los estilos caudillistas muy parecidos, usados tanto por la Nueva Mayoría, como por Vamos Chile.

Por Hernán Narbona

¿Cuáles serían los desafíos de una impronta ciudadana para superar el populismo?

valpoLas familias de trabajo, los comerciantes de los cerros, los oficinistas, los trabajadores del puerto, los funcionarios públicos, los profesores, son una expresión del esfuerzo cotidiano por progresar o sobrevivir al menos, tratando de llegar a fin de mes. Son los sectores medios que pagan sus impuestos, no califican para ningún subsidio y son quienes sufren el impacto de las malas políticas públicas, de la falta de fiscalización a los grupos que controlan la economía. Son las víctimas constantes de un sistema depredador, que abusa impunemente porque, según las evidencias de los últimos años, tienen comprados a representantes populares, partidos políticos y autoridades.

Es la llamada clase media, sobre endeudada, aspiracional, que cree en la educación como medio de movilidad social; sometida al individualismo, y condenada a pensiones de hambre en un panorama estresante. Es un segmento social que se maneja en las tecnologías y las redes sociales, y que, fragmentado, busca reconstruir el tejido social, intentando generar alguna opción de poder para tener influencia en las decisiones de sus barrios, de su ciudad y de su país. Busca, en resumen, recuperar la cultura republicana, asumiendo la realidad de una comunidad que no puede seguir fraccionada si quiere frenar los abusos de los monopolios, los zarpazos al territorio comunal de los poderes inmobiliarios, la corrupción que lo contamina todo.

Pero en la población de la ciudad hay también otra realidad: la de esos sectores que están estratificados como pobres o vulnerables. Grupos que de su lado han entendido muy bien la lógica del populismo y por ende se manejan en los instrumentos de apoyo de la municipalidad, el Estado o las iglesias, empadronándose en las municipalidades, recibiendo subsidios para pago de servicios, tomándose terrenos, generando campamentos, recibiendo bonos invierno, pensiones de gracia, los hijos con almuerzo en los colegios, subsidios para viviendas sociales. El neoliberalismo deja al Estado Subsidiario la función social con los sectores vulnerables, pero nada dice de promoverlos, promover la auto ayuda, el cooperativismo, las mutuales. Todo eso que suena a colectivismo está vetado en el sistema imperante.

Estos sectores funcionan en una economía informal, están en las veredas, no les interesa tener un contrato de trabajo porque los sacaría del estrato de pobres y se terminan muchos apoyos del Estado. Este sector baja de los cerros a trabajos informales, con o sin permiso municipal están en el “mall la cuneta”, en la “feria de los cachureos”, comercializando mercancías que son objeto de evasión tributaria, conformando una economía soterrada, colindante con los ilícitos.

Si se agrega al cuadro la existencia de bandas de narcotraficantes que actúan en los barrios, aparece un componente no explicitado de poderes fácticos de nivel local, metidos en los barrios populares,.mezclados con adictos dependientes que viven en la marginalidad, del microtráfico, sin estudiar ni trabajar, con conductas de violencia desde la pubertad, lo que les da el carácter de inimputables. Este escenario crudo, cruzado por el nihilismo, el resentimiento, el afán de pertenencia a través de la tenencia de artículos de marca, generan inseguridad, acciones de vandalismo, portonazos, turbazos, saqueos, destrucción de la ciudad, irrespeto total, rayados a todo lo que sea esfuerzo o belleza. Una corriente de feismo brota de estos espacios de marginación.

El populismo ha manejado esta complejidad social de la ciudad con el caudillismo que puede ejercer un Alcalde. La capacidad de contratar personas que tiene un Municipio, o de autorizar actividades de servicios como puestos ambulantes, deja a los municipios con un gran poder de acción sobre ese territorio complejo.

Electoralmente, esto hace de una campaña municipal una dura y desequilibrada competencia, pues el Alcalde en ejercicio tiene hasta el último mes previo a la elección para mover su máquina en búsqueda indirecta de votos. Los candidatos ciudadanos que representan a los sectores medios enfrentan la barrera de acceso a los sectores vulnerables, campamentos o poblaciones críticas de la comuna. Quizás por eso, en una lectura pragmática, el PPD y luego la NM apostaron a un candidato que tenga simpatías en el sector popular, jugando con un candidato que va con ese perfil.

Objetivamente,por su parte, el candidato emergente de las Primarias Ciudadanas tiene que movilizar voluntarios a pura convicción, mientras sus competidores, con fondos del Servel, tendrán propaganda y promotores rentados en campaña. En el espacio de los sectores medios, que son los mismos que marcharon en contra de las AFPs, el desafío es hacer que la gente vote y no se abstenga, que la juventud con mayor conciencia cívica apoye a los candidatos jóvenes, resistiendo el anarquismo y otros cantos de sirena que buscarán dividir para seguir reinando.

Ya la campaña se ha iniciado y la élite emergente con las Primarias Ciudadanas, con manos limpias y alejada de la corrupción imperante en la política encarnada en el duopolio, tiene que salir a los barrios a convencer de que harán una gestión en pro del interés general y no a favor de los grupos y poderes fácticos. Las platas para financiar los gastos básicos se recolectarán con aportes de los vecinos de Valparaíso, en una recolección voluntaria de aportes que esa coalición informará al SERVEL.

Pero se debe entender que las malas costumbres están enquistadas y los operadores políticos seguirán en el mismo estilo, clientelista y demagógico de siempre. Las onces, el pago de la luz atrasada, ofertones de bonos, reparto de pelotas de fútbol, han sido los estilos que se han visto en campañas municipales desde 1990.

¿Cómo llegar a los grupos marginales que están usufructuando del sistema, para convocarlos a trabajar y pagar impuestos como lo hace la gente de trabajo?

Seguramente, no va por allí la cosa. El desafío es con la juventud y la dificultad es la ignorancia cívica, la abulia, la falta de compromiso. La potencialidad es que esa gran cantidad de votantes que antes se han abstenido, se manejan en las redes sociales y es factible hacer campaña por esa vía en forma exponencial. Lo crucial es que al final vayan a votar y la juventud de los líderes nuevos que han surgido, puede ayudar en esta convocatoria.

La apuesta está, sin dudas, en ese 60% de abstención histórica que corresponde principalmente a jóvenes que no creen en el sistema, pero que hasta ahora no se han querido jugar para cambiarlo. En Valparaíso se juega una odisea ciudadana que puede cambiar de fondo la política chilena, es decir hay enfrente una gran oportunidad,

Aunque se deba asumir que el populismo cala culturalmente, la ciudadanía que se ha manifestado en las calles y en las Primarias, representa esa pauperizada clase media que está tocando fondo y sabe que se hará cuesta arriba desbancar al duopolio del poder comunal.Pero los desafíos son un acicate para el espíritu y la unidad en la acción es siempre la mejor estrategia.

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