Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
El íntimo deseo de una persona de disfrutar de óptimas relaciones familiares puede convertirse en una tarea muy compleja y tortuosa, si es que se sufre de la presencia de los llamados “familiares intratables”, es decir, aquellos malos parientes que atentan de manera flagrante en contra de la armonía que debe primar en las comidas en familia, así como en reuniones y fiestas familiares.
Se trata de un verdadero dolor de cabeza que –en ocasiones– la familia se ve obligada a tolerar sin saber qué hacer frente a esta desagradable situación, a pesar de los codazos, miradas incómodas y de reprobación que generan la presencia de los “intratables”. Saber enfrentar a este tipo de individuos puede convertirse en la clave para evitar que el almuerzo dominical se transforme en un verdadero campo de batalla, por cuanto, con una marcada –y macabra– falta de tino, estos sujetos atentan en contra de la alegría y la paz que debería reinar en comidas, reuniones y fiestas de la familia. Revisemos algunas características de estos “intratables”:
- Son desubicados y carentes de tino: la falta de tino y la escasa delicadeza que muestran para decir las cosas, es uno de sus rasgos más destacados, ya que son capaces de revelar intimidades y aspectos muy privados de la familia sin ningún tipo de recato, o bien sueltan ácidos e hirientes comentarios a diestra y siniestra. Su conducta resulta intolerable porque demuestran que son incapaces de tener algún tipo de consideración o de respeto por los demás. ¿Cómo tratar, entonces, a estos sujetos? Pues bien, se les debe decir claramente lo inapropiado e inaceptable de su conducta, aunque se enojen: es preferible soportar su molestia, antes que malograr el ánimo de los demás y romper la armonía familiar.
- Son frescos y aprovechadores: pueden ser muy gentiles y considerados cuando de pedir dinero o cualquier otro objeto a la familia se trata, pero que experimentan una inmediata amnesia temporal a la hora de tener que devolver el dinero o el objeto prestado. Este tipo de “familiar” espera sacar mucho provecho de la relación, pero sin dar nunca nada a cambio. ¿Cómo proceder? El principal problema de la familia es cómo decirles “¡No!” cuando piden algo, ya que son “familia”, y además porque “adoptan el papel de víctimas” ante el resto de los integrantes de la familia. Sin embargo, la respuesta de los expertos es una sola: jamás un familiar debe aceptar el quedar sometido al aprovechamiento del otro.
- Son mentirosos y fabuladores: en estos sujetos su inclinación a las mentiras y la mitomanía representa una característica esencial y su marca de fábrica, ya que mienten en todo tipo de cosas, siendo muy difícil –cuando no imposible– diferenciar o discriminar cuándo están diciendo la verdad. ¿Es posible hacer algo con este tipo de individuos? Si bien, una madre que tiene un hijo o una hija con este tipo de conductas no quiere perder la esperanza de que este hijo(a) pueda cambiar, para esta madre resulta difícil aceptar a este tipo de individuos por todos los desengaños que ya ha sufrido, de modo que lo único que resta en este tipo de casos es, simplemente, dejar de creer en ellos y pedirles que se vayan y que se alejen, a fin de no continuar sufriendo.
- Son intolerantes y pesimistas: nada les gusta, tienden a criticarlo todo y las cosas sólo son aceptables cuando se hacen como ellos y ellas quieren. Dado el hecho que estos sujetos no son capaces de tolerar las diferencias de opinión por parte de los demás, el resto de la familia tiende a mantener silencio, a bajar la mirada y quedarse con la opinión del sujeto intolerante, a fin de evitar discusiones inútiles, lo que, naturalmente, empobrece y limita la conversación y la riqueza de la vida familiar. ¿Qué se puede hacer en este caso? La recomendación, es evitar entregarles en bandeja el poder sobre el resto de la familia, en función de lo cual, con tono firme y decidido, hay que proceder a relativizar sus opiniones y demostrarles que no todo el mundo piensa como él (o como ella), lo cual, puede ser el primer paso para que estos sujetos aprendan, alguna vez, a escuchar al resto.
- Son rezongones y mal genio: la mirada amenazante y un tono exasperado en la voz cuando alguien se atreve a contradecirlos, convierte a estos sujetos en los “cascarrabias del hogar”, ya que su actitud iracunda se acrecienta cuando alguien de la familia responde con hostilidad a sus actitudes de matón de barrio. Esto abre la puerta para que estos personajes critiquen y agredan aún más, ya que tienen graves problemas para controlar sus impulsos y pueden ser muy explosivos. ¿Qué hacer con ellos? Hay dos posibilidades: (a) antes que esperar que ellos cambien su actitud agresiva, lo más sano, es salir del lugar y dejarlos hablando solos, o bien, (b) enfrentarlos y hacer explícito el gran malestar que provoca su mal genio y actitudes rezongonas, con el objetivo de que comiencen a hacerse cargo del impacto negativo que generan en la relación familiar.
- Son habladores y lateros: son individuos que aturden al resto de la familia con sus eternos e interminables monólogos y discursos. Poder hablar cuando están ellos presentes en alguna reunión familiar, sólo es posible cuando están comiendo y tienen la boca llena. ¿Qué trato hay que darles? También aquí existen dos posibilidades: (a) no prestarles la atención ni el espacio para que comiencen con sus chácharas y discursos, o bien, (b) decirles en forma clara y directa lo molesto y agotador que resulta tener que estarlos escuchando todo el tiempo.
Digamos finalmente, que a raíz de la falta de tino con la que actúan los “intratables” de la familia –al atentar con sus actitudes y conductas fuera de lugar en contra de la armonía y paz familiar– la recomendación es una sola: hay que aprender a tratarlos de acuerdo con sus conductas y actitudes desubicadas. Esta puede ser la única clave para evitar una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento y terminar en un quiebre familiar de grandes proporciones.