CONTROL PREVENTIVO DE IDENTIDAD: COARTAR LA LIBERTAD

Publicado por Equipo GV 6 Min de lectura

Por Rodrigo Durán Guzmán
Magíster © Comunicación Internacional.
Universidad Diego Portales

controlUna de las iniciativas que ha generado mayor revuelo el último tiempo ha sido la que apunta a establecer el control preventivo de identidad por parte de las policías en una medida aprobada por la comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado. Y curiosamente esta medida, que bien podría ser propia sólo de sectores conservadores que buscan imperiosamente restringir la libertad de sus ciudadanos, ha sido fervorosamente patrocinada desde el gobierno, de esa Nueva Mayoría seudo progresista que desde su mandato arribó con la retroexcavadora bajo el brazo para romper las bases del modelo neoliberal pero lo único que ha hecho es romper las ideas y espíritu de una sociedad libre.

Ya lo han dicho desde todos lados y en todos los tonos. Incluso la ONU salió al ruedo para ver si logra colocar algo de cordura ante la tozudez de algunos sectores que empecinados por establecer el orden, y bajo la excusa de la seguridad, han propiciado esta medida arbitraria y que sólo contribuye a aumentar la segregación, profundizar el clasismo, el resentimiento social y los prejuicios, pero en cuanto a seguridad o prevención poco o nada en términos de eficiencia en la gestión de control de posibles actos delictuales que, dicho sea de paso, se restringen probablemente a variables propias de indicadores relacionados a la inseguridad ciudadana los cuales excluyen cuestiones tales como Penta, SQM o Caval, por nombrar algunos. En lo personal, esos sí que me asustan más que un grupo de jóvenes, de contextos vulnerables, que por el sólo hecho de nacer en ese lugar ya vienen condicionados en cuanto a educación y oportunidades de ascenso social: al menos ellos son capaces de agradecer y entender que delinquir no es el camino para alcanzar la felicidad y no privilegian la acumulación desmesurada de riqueza, donde el fin justifica los medios en una errónea comprensión de Maquiavelo, como forma de gratificación social.

Entiéndase bien. A diferencia de la detención por sospecha, donde las policías pueden actuar ante la posibilidad de un eventual delito, el control preventivo de identidad implica que las policías puedan solicitar los antecedentes de cualquier ciudadano aunque no estén cometiendo delito alguno. Probablemente uno podría pensar, ante ese tipo de acciones, que invocar la Ley Zamudio como garante del resguardo de la libertad propia de un estado de derecho podrían equilibrar el asunto pero la cuestión de fondo es: ¿Cuáles serían las razones, por ejemplo, para solicitar a un sujeto sus documentos de identidad? ¿Bajo qué criterios? Más aún, el hecho siquiera de vislumbrar la posibilidad de usar la Ley Zamudio ya conlleva que el acto en sí mismo es discriminatorio, por lo tanto hablamos de una política pública erróneamente pensada y que en vez de aportar a la disminución de la delincuencia perfectamente podría operar a la inversa fomentando espacios de canalización de la ira y frustración social ante un Estado y sectores conservadores de la sociedad, que son incapaces de tener una mirada holística del mundo quedándose sólo en sus sesgos, opresores y persecutores de la libertad, de la integración, de la diversidad.

Es cierto: la relación del mundo de la izquierda con la libertad no es de las mejores. Y en ese afán de control ya hemos visto globos de vigilancia, drones y ahora el control preventivo de identidad lo que además representa un declive en nuestra valoración como personas racionales y capaces de tomar decisiones. Todas, por cierto, forman parte de un abanico de acciones reactivas más que preventivas entendiendo que el foco para una sociedad más segura radica en la construcción social más que en el control. En la confianza y desarrollo de los individuos, que aportan desde sus fortalezas a la conformación de un todo social más amplio, inclusivo e integrador. Donde son los mismo sujetos, en derecho, quienes establecen el marco regulatorio en el cual se van a desenvolver y cuáles serán las sanciones que recaerán sobre aquellos que transgredan las normas. Pero para lograr esto necesariamente se requiere un cambio cultural, e idiosincrático, que valore a las personas como sujetos, respetando su libertad y capacidad de discernir. Cuando existe desconfianza hacia los individuos, en este caso desde visiones absolutistas o totalitarias, es cuando comienzan a desencadenarse conflictos sociales, irrumpiendo actos de violencias, que controles preventivos de identidad serán incapaces de frenar o prever por una cuestión simple y que la ciudadanía ha ido comprendiendo paulatinamente con el pasar, y no en vano, de los años: cosechas lo que siembras.

 

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