Por Pablo Varas Perez
Escritor
La derecha corrupta/golpista insiste en buscar el empate. Ellos votaron por el SI, querían que Pinochet y su imperio de muerte se prolongara para beneficio de su sector, tal como lo vemos en los tiempos actuales. Todo vale/cuesta dinero, todo.
A toda costa la derecha vocifera UDI/RN/PDC y sacan a la palestra el uso de violencia que fue utilizada como legítima durante el periodo de la dictadura militar que respondía desde el sector más golpeado, de los que ellos llamaban los enemigos de la patria, y que sin problemas definieron como “ratas a las que había que exterminar”. La derecha siempre ha utilizado las armas para defender sus intereses, el asesinato del general Schneider, caso Letelier, y cuando ellos no aprietan el gatillo entonces buscan a los militares, septiembre de 1973.
Fue legítimo el uso de la violencia.
Las Fuerzas Armadas quebraron el Estado de Derecho, y el Sexto Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos valida el uso de todas las formas de lucha contra la dictadura, la tiranía y así tenía que ser.
Fue legítima la resistencia, los hombres y mujeres que la ejercieron sencillamente porque los militares y sus pasivos convirtieron a Chile en un campo de concentración, mando único, sin parlamento, tribunales pusilánimes y cómplices, control absoluto, millones de personas convertidas en blanco móvil, y equipos de agentes del estado DINA/CNI asesinando a chilenos indefensos. No fueron millones ni miles los que tenían capacidad de enfrentarse al enorme bloque militar apoyado por los Estados Unidos, los aparatos represivos brasileños, sencillamente chilenos consecuentes que se negaron a pasar por el lado de la injusticia y la criminalidad desatada, toda una heroica muestra de libertadores.
Cómplices pasivos PDC también fueron los que salieron a defender el golpe militar y luego se refugiaron en sus cuarteles de negocios, sus oficinas de abogados y sus empresas. Los democristianos en los ochenta que dedicaron sus esfuerzos al asesoramiento de regímenes de extrema derecha como El Salvador, en los periodos de los Escuadrones de la Muerte.
En los primeros años de la dictadura, cuando Villa Grimaldi y de otros tantos recintos de tortura miles de chilenos fueron sacados clandestinamente para nunca más aparecer, o asesinarlos para lanzarlos a la Embajada de Italia como sucediera con Lumi Videla, no era posible negar la solidaridad para con los camaradas. No podía pasar inadvertido ni llegar a viejo el encapuchado del Estado Nacional. Correcto dejar en el cemento a Tapia Barraza jefe de un equipo de torturadores del Cuartel Borgoño. De los que enviaron a miles de uniformados para asesinar al pueblo en las calles protestando.
Todo era válido para detener la represión, desde el digno y valiente panfleto hasta la propaganda armada. Legítimo buscar en los bancos los recursos para financiar la resistencia popular.
En esos primeros años, estos, los mismos que condenan la violencia, vivían sus largos periodos sabáticos, mientras en las calles de todo Chile la DINA/CNI buscaba afanosamente a los luchadores y consecuente demócratas. Olvidan estos inquisidores trasnochados de la dignidad de los resistentes, el Wally/Corbalán y sus equipos de presa en caza al hombre. Tantos falsos enfrentamientos que hasta hoy esperan justicia de los tribunales.
En Chile hubo resistencia popular a mucha honra y queda en la memoria de la patria con el mismo valor que esos tiempos de la lucha por la Independencia.
Esos que condenan la violencia y quieren hacerse del NO, no fueron agredidos ni golpeados, sencillamente los militares les bajaron la cortina de sus tiendas y esperaron por años. Tienen la desfachatez los democristianos algunos pepedeistas y socialistas, insinuar que fue el lápiz y el voto lo que da la victoria del NO.
Precarios transformistas aquellos como Escalona y otros, que han pedido perdón a la derecha por la violencia ejercida antes del golpe militar, cuando ya el alzamiento militar estaba lanzado. Olvidan el gesto de los marinos y otros uniformados que denunciaron como la oficialidad al mando de Merino, gestaba el pedido que les había encargado la derecha y la CIA.
La precaria memoria de la derecha cuando olvida el Palacio de La Moneda bombardeado ardiendo, en una imagen nunca antes conocida en la historia de la patria y la violenta ofensiva criminal de todos los militares desplegados por Chile encarcelando, asesinando, azotando a miles bajo la tortura. Está la muestra imborrable del dolor y y los fusilamientos provocados por la Caravana de la Muerte. De eso tiene que hacerse cargo el ejército y el silencio PDC.
Los que fueron fusilados son víctimas, porque nunca utilizaron la violencia, fueron arrebatados desde las prisiones y fusilados sin juicio. Eso es violencia ejercida por el Estado y sus agentes. El Estado Nacional convertido en una enorme prisión y centro de tortura donde la violencia no descansaba en ningún momento, y los miles de testimonios lo ratifican.
Público es la histórica reunión de la izquierda de Indumet, entre ellos Miguel Henríquez en una fábrica ubicada en la zona sur de Santiago y también uno de los primeros enfrentamientos con los militares golpistas. En esos momentos Salvador Allende defendía su legítimo gobierno asediado la aviación que nunca ha ganado ninguna batalla.
No es casual que los medios del duopolio El Mercurio y otros, hayan abierto sus páginas a tantos aquellos que condenan la justa violencia y resistencia popular que dio sus pasos desde el mismo día del golpe militar. Eso dio paso para que la derecha intente reescribir la historia que luego de haber legitimado la criminalidad, ahora aparezca con la bandera que la lucha armada y la resistencia popular dieron por años.
Esa derecha patriota UDI/RN/PDC no condenó el fusilamiento de Ceucescu y su mujer sin juicio, sin posibilidad de defenderse. Aplaudieron el asesinato de Gadafi y sus hijos cuando lo correcto era llevarlos a un tribunal. Guardaron silencio. Esa derecha corrupta y servil es la que intenta descalificar la valentía de todos aquellos que se levantaron en armas, sencillamente porque esos hombres y mujeres dejan escrito en la historia la certeza de sus acciones.
Y aunque no les guste, el NO también se construyó desde la resistencia.