¿DESGOBIERNO? EL MALDITO CUOTEO Y LA FALTA DE LIDERAZGO

Publicado por Equipo GV 7 Min de lectura
Cuando un gobierno pierde el timón, cae en credibilidad, va a la deriva, es fácil darse cuenta que ello es consecuencia de matrimonios por conveniencia al interior del bloque político, lo cual produce feudos o cuotas de poder, inconsistencias programáticas , marchas y retrocesos, falta de convicción,  deslealtades y luchas intestinas. 
Por Hernán Narbona
votarFrente a un gobierno debilitado, la propia dinámica del poder va generando presiones que aumentan el círculo vicioso, ya que otras fuerzas e intereses pugnan por ocupar los vacíos de poder, se viene la desobediencia civil, las crisis políticas que contaminan lo económico, la percepción pesimista de la población,  el desorden y los quinta columna atornillando al revés, Las deserciones y el apuro de quienes financiaron al líder en desgracia a fin de cobrar facturas con alguna medida que les favorezca,  antes que termine el gobierno.
La situación de desgobierno genera pretensiones de imponer por la fuerza un orden de cualquier signo, mientras sea una reposición de una convivencia relativamente tolerable, sin las sorpresas de una convivencia crispada y violenta.
El cuoteo político y la falta de liderazgo son quizá las causas fundamentales de una crisis de gobernabilidad y esta sensación va paralizando  la economía, impactando en  la vida diaria de las familias. 
Como vivimos en una sociedad mediática en donde el poder pasa por el control de los medios, la posición dominante la tiene una plutocracia que ha corroído los pilares republicanos de integridad y consecuencia. Una élite política de izquierda o ultraizquierda, que se convirtió en un a cohorte de mercenarios, esbirros del sistema impuesto vía golpe de Estado, a cambio, claro,  de una buena tajada.
El poder de los medios permite desinformar, generar cortinas de humo, manipular a la opinión pública. Afortunadamente, las redes sociales han cobrado una importancia enorme para equilibrar el oligopolio en la prensa escrita,  radio y televisión. La población,  la sociedad civil, se ha rearticulado desde la virtualidad, pero con demostraciones reales de fuerza y convocatoria en movilizaciones que han apuntado a la línea de flotación de la plutocracia, como lo son las pensiones,  la salud y la educación.
Frente al síndrome anticipado del “pato cojo”, derivado de los casos de corrupción que han estallado en las dos alas de palacio, la izquierda y la derecha, se adelantó la campaña presidencial y las calculadoras empezaron a funcionar,  con realineaciones, zombies llenos de estiércol fotoshopeándose para nuevas mentiras.
Sin embargo, los que apuestan a la mala memoria de la ciudadanía, a que se mantenga una alta tasa de abstención, a lograr distorsionar la realidad conocida con grandes shows de marketing político, a dividir para reinar, están equivocando el análisis y eso quizá sea el reflejo de cuán distantes están del sentir de la gente de a pie.
La convicción de la población es de indignación, hay bronca acumulada, se vive en una caldera social y la situación política de desgobierno podría llevar a la irrupción a la política de nuevas fuerzas, que vienen de lo social y no están controladas ni pagadas por los partidos políticos históricos.
La sensación de desprotección es generalizada y obedece a una lectura y medición constante que se hace al gobierno desde la opinión pública. Lo que se aprecia es un equipo de gobierno incoherente, con un ánimo conservador, con una Jefa de Estado dubitativa, una coalición fragmentada por el cuoteo, una notoria incapacidad de decidir a favor de la ciudadanía, sin rigurosidad para combatir la corrupción, echando la basura bajo la alfombra, manteniendo legislaciones que han sido fruto del cohecho, debilitada por un nepotismo que le reventó dentro de su propia familia a la Presidenta de la República, todo lo cual ha venido generando un inmovilismo y una pérdida de  tiempo irrecuperable para gobernar bien.
Estamos en las vísperas de la prueba de la blancura y los tironeos a lo que queda de poder político se advierten con personajes que más que historial tienen un prontuario político y, pese a eso, se yerguen en un autobombo ofreciendo su disponibilidad a seguir sacrificándose por la Patria.
Y están al acecho los que, desde posiciones extremas, nostálgicos del golpismo, están asomando sus tesituras de ultra derecha, y amenazan entre líneas con un quiebre institucional por ser éste un “gobierno socialista” . Esa comparación puede ser panfletaria, pero empieza a jugar en el inconsciente colectivo como una amenaza de quienes sienten que si la democracia cautelada actual intentan cambiarla, no tendrían empacho en volver a la fuerza de los cuartelazos o reuniones de enlace, en especial frente a marchas de millones de descontentos que detrás de la idea fuerza “No Más AFP”, están anunciando un paro nacional para el 4 de Octubre.
Como para los grupos económicos la actual política rentada, se puso difícil de manejar, pueden ganar espacio esas nostalgias golpistas. Por ello, esos sectores se esfuerzan en comparar a este gobierno de “chavista” o “revolucionario” cuando es de lo que nadie puede acusar a la Nueva Mayoría, que vendió un programa de gobierno con música y letra de Quilapayún, pero ha gobernado con el patito chiquito no quiere ir al mar de los Quincheros.
La falta de liderazgo de la Jefa de Estado y las ambiciones personales de caudillos trasnochados, ha anticipado la contienda electoral presidencial. Es la consecuencia del desgobierno, consecuencia de una coalición desmembrada, sin rumbo ni voluntad asociativa, donde cada quien juega su sálvese quien pueda.
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