Por Sergio Urrutia D.
Docente Escuela de Economía y Negocios, U.Central
Se realizó la esperada reunión del G-20 en Japón, con la participación de los países que representan el 85 % de las economías más importantes del mundo y, también, las llamadas economías emergentes, como las BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y con Chile como invitado.
Los ojos del mundo estuvieron centrados en Trump y Jinping: Estados Unidos y China enfrentaban el desafío de reestablecer el diálogo comercial, aunque ya rondaba la nueva amenaza por parte del presidente estadounidense de aplicar aranceles por 300.000 millones de dólares a una lista de nuevos productos chinos. Si bien ambos países decidieron reanudar las conversaciones, no se aseguran los resultados finales como que Estados Unidos disminuya las restricciones a Huawei o que China retome niveles aceptables de importaciones de productos agrícolas.
Lo más sorpresivo vino cuando Jinping exhortó a las BRICS a construir un nuevo tipo de relaciones internacionales, más solidaria, equitativa, orientada a la cooperación, la sustentabilidad y asumiendo una postura clara contra el proteccionismo.
En el otro lado, e inesperadamente, Trump visitó al líder norcoreano Kim Jong Un, aliado incondicional de China, convirtiéndose en el primer presidente de Estados Unidos en pisar suelo norcoreano. Luego se realizó una breve reunión a puertas cerradas, donde se asume trataron el tema armamentista.
Luego de estas jugadas, ha pasado el tiempo y el mundo sigue esperando. La incertidumbre impera en los mercados, la esperanza de los inversores se diluye y las bolsas mundiales reaccionan tibiamente. Todo sigue igual.