Por Dra. Gisela Alarcón R.
Decana Facultad de Medicina, Universidad Central
Este 12 de diciembre se conmemora el día de la Salud Universal, se conmemora con mensajes cada vez más apremiantes instando a pasar de la teoría a la práctica, ir a la acción. Que duda puede caber sobre la urgencia de hacer que las cosas ocurran, de pasar de las declaraciones de buena intención a las acciones que contribuyan certeramente al bienestar de las personas.
Efectivamente, cada vez es más necesario avanzar hacia “salud para todos y todas, sin dejar a nadie atrás”. Particularmente cuando la pandemia por COVID -19 nos pone desafíos cada vez más urgentes de resolver, no sólo para avanzar hacia servicios de salud resilientes, integrales e integrados sino para resolver aquello que quedó postergado, para recuperar la disrupción de servicios esenciales; en definitiva, para recuperar el camino hacia la salud universal.
Es en estos contextos que el rol de la academia -de aquellos que nos comprometemos con la formación de profesionales sólidos e integrales, capaces de abrazar la incertidumbre del futuro, con recursos, habilidades y competencias suficientes- no debe ser olvidado. Los y las estudiantes de hoy son los equipos de salud del futuro y desde allí, nuestra misión seguirá siendo repensar la educación y problematizar la salud de manera tal de contribuir a recuperar el rumbo hacia la salud universal. La interdisciplinariedad, intersectorialidad e interseccionalidad sobre una sólida base científica, de humanización y ética, son, hoy día, conceptos ineludibles. Universidades abiertas y dialogantes con las personas y comunidades, atendiendo a las diversidades de los territorios, a las necesidades y preferencias de estudiantes y comunidades son claves para, efectivamente, pasar de la declaración a la acción con los equipos de salud. Avancemos hacia allá.