Por Sergio Urrutia
Profesor Escuela de Economía y Negocios, U. Central
La Real Academia Española define a la clase media como “conjunto social integrado por personas cuyos ingresos les permiten una vida desahogada en mayor o menor grado”, pero según el reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), denominado “Bajo Presión: la clase media exprimida”, ésta tiene cada día menos posibilidades de surgir.
En lugar de una movilidad social ascendente y una creciente prosperidad, la clase media está más preocupada por la tendencia a descender. El estudio, señala que la percepción de la disminución de oportunidades está causando un “creciente descontento”, y que el “estancamiento de los niveles de vida de la clase media” ha ido acompañado por el surgimiento de “nuevas formas de nacionalismo, aislacionismo, populismo y proteccionismo”.
Para Chile, el análisis sostiene que el 47% de sus hogares es de clase media, es decir, 14 puntos menos que la cifra promedio OCDE, y alerta sobre la reducción de este segmento cuyos ingresos fluctuarían entre 587 mil y un millón 566 mil pesos, aproximadamente.
Además, el reciente Informe de Cuentas Nacionales del Banco Central muestra que, en el endeudamiento sectorial, los hogares registraron un stock de deuda equivalente a 73,3% del ingreso disponible, superior en 3,2% al cierre del año anterior, explicado principalmente por el aumento de los préstamos de largo plazo con bancos. Asumamos que un alto porcentaje de estos hogares pertenece a la clase media.
Este grupo social suele ser la base de la democracia. Los economistas dicen que un país es más próspero cuanto más amplia y estable sea su clase media, pero esta base social parece ir a la deriva.