El legado transformador del Papa Francisco

Publicado por Equipo GV 4 Min de lectura

Por José Pedro Hernández
Académico e historiador Universidad de Las Américas

En 2018, tuve la inesperada fortuna de ver al Papa Francisco en Chile. Mientras me dirigía al trabajo, supe por las noticias que su comitiva pasaría cerca. Como historiador, la oportunidad de presenciar a una figura tan influyente en la historia occidental era irresistible. Y así, casi sin esperarlo, me encontré a metros de él.

Su elección el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, marcó un hito, al ser el primer Papa latinoamericano y el primer jesuita en la historia de la Iglesia Católica.

Desde el inicio, su sencillez y cercanía con la gente lo distinguieron, rompiendo con frecuencia el protocolo. Su humildad, inherente a su personalidad, resonó con millones, como se evidenció en la multitudinaria misa en Filipinas en el año 2015, congregando a más de seis millones de fieles.

El Papa Francisco no se rehusó a los temas difíciles, abordando cuestiones antes consideradas tabú dentro de la Iglesia. Su postura sobre la homosexualidad, manifestada en gestos como la felicitación a parejas del mismo sexo por el bautizo de sus hijos, significó un cambio de tono radical. Este enfoque más inclusivo se alineó con su llamado a una “Iglesia pobre y para los pobres”, una filosofía que se traduce en acciones concretas, desde renunciar a los lujos y la ostentación del Vaticano, hasta abrazar una vida sencilla, en consonancia con sus raíces jesuitas.

Con valentía y humildad, Francisco no se limitó a pedir perdón por las acciones del pasado, sino que expresó profunda vergüenza y se comprometió a acompañar a las víctimas en su camino de sanación. Este compromiso se materializó en cambios drásticos al código canónico, incluyendo la tipificación del delito de pederastia, un paso crucial para enmendar el rumbo de una institución fuertemente cuestionada y que atraviesa uno de los momentos más complejos de su historia.

Su preocupación por el futuro del planeta lo llevó a alzar la voz sobre el cambio climático, instando a la humanidad y a sus líderes a asumir la responsabilidad del cuidado de la casa común. En esta misma línea, su compromiso con el diálogo interreligioso, plasmado en encuentros con líderes judíos, musulmanes y ortodoxos, promovió la paz y el respeto entre diferentes credos, construyendo puentes en un mundo a menudo fragmentado por la diferencia. Esta apertura al diálogo se extendió también al ámbito ecuménico, buscando la unidad entre las diferentes ramas del cristianismo. A través de estos gestos y acciones, el Papa Francisco buscó no solo reformar la Iglesia, sino también inspirar un cambio profundo en la sociedad, promoviendo valores como la compasión, la justicia social y la fraternidad universal.

El Papa Francisco impulsó una transformación profunda en la Iglesia Católica, acercándola a los marginados, promoviendo el diálogo y enfrentando con valentía los desafíos del siglo XXI. Su legado, sin duda, seguirá resonando en las próximas décadas, más allá de las paredes del Vaticano.

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