Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
Así como existen tradiciones que se traspasan en una familia de generación en generación, también hay enfermedades y trastornos que, lamentablemente, se traspasan al interior de las familias.
Una investigación realizada por un grupo de científicos liderados por el Dr. Ian H. Gotlib de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, pudo confirmar que la depresión puede traspasarse de madre a hija, situación que está en condiciones de generar un gran impacto en los integrantes de la familia.
Por otra parte, de acuerdo con la Dra. Sherryl Goodman y la Dra. Judy Garber, la depresión en las madres representa un factor de riesgo importante en el desarrollo de conductas desadaptativas en los menores, especialmente, en las niñas. El estudio de la Universidad de Stanford fue realizado a través del análisis del funcionamiento cerebral en niñas de nueve a catorce años que se sentían bien, pero cuyas madres habían sufrido o estaban viviendo una depresión. Se analizó cómo funcionaba el cerebro de estas niñas descubriendo que “presentaban similares patrones de actividad y que tenían niveles más altos de la hormona cortisol”, hormona que se relaciona con el estrés.
Al mostrarles imágenes de personas que expresaban en sus rostros distintas emociones, tales como alegría, tristeza o rabia, el cerebro de las niñas con madres con depresión mostró muy baja actividad neuronal en comparación con las hijas con mamás sin depresión. Los expertos descubrieron que ese tipo de “bajo funcionamiento era un reflejo de lo que sucedía en las madres con depresión”.
El grupo de científicos midió, asimismo, los niveles de las hormonas del estrés –particularmente la de la hormona cortisol– ante ciertas tareas específicas, pudiendo advertir que las hijas de madres con depresión mostraron alzas abruptas y repentinas en los niveles de esta sustancia, al mismo tiempo que una recuperación mucho más lenta del estado normal.
De acuerdo con el Dr. Gotlib, eso demostraba que, de alguna manera, “las madres traspasaban a sus hijas tanto sus problemas para enfrentar el estrés, como así también la dificultad para recuperarse del shock y desbalance emocional que éste puede generar en las personas”, al comparar los indicadores con los resultados de las niñas con mamás sin la enfermedad.
La evidencia recabada reafirma lo que señalan distintos estudios sobre el tema, al constatar que “la depresión puede ser altamente contagiosa en una familia, al saltar de un miembro al otro, mostrando, incluso, diversos síntomas”. ¿Cómo se explica esta situación? Lo que sucede es que los integrantes de la familia comienzan a “copiar y a compartir la forma de comunicarse a través del uso de ironías, descalificaciones, o percepciones negativas y pesimistas de la realidad”. La irritabilidad, la sensación de agobio y cansancio, y la inutilidad de los esfuerzos por salir adelante o para superar los problemas comienzan, asimismo, a ser compartidos entre sus miembros.
La forma en que la madre enfrenta la vida y ve el mundo se transforma en un patrón de conducta que se transmite a los hijos, con el resultado final, de que algunos de los menores terminarán por desarrollar una depresión, especialmente, en el caso de las niñas, para quienes la figura materna representa la imagen con la que ellas tienden a identificarse.
Si bien se sabe que en la enfermedad de la depresión intervienen factores genéticos que podrían predisponer a un menor a desarrollar la enfermedad, también juega un rol preponderante el hecho que la madre o el padre con depresión transmiten a los hijos su forma de relacionarse con el entorno, perpetuando por esta vía el círculo vicioso de la depresión.
La diferencia entre la madre o el padre que sufre depresión radica en un aspecto relevante, a saber, que “la madre suele tener un rol clave en la crianza de los hijos, en función de lo cual, sus conductas, mensajes y valores en relación con la vida marcan con mayor fuerza a los hijos”.
A raíz de todo lo anterior, los expertos en el tema señalan que las intervenciones de los especialistas –psiquiatras y psicólogos– deben ser “enfocadas para tratar psicoterapéuticamente a toda la familia”, además de identificar síntomas depresivos que permanecen en forma latente, a fin de cortar de raíz el círculo vicioso en la transmisión de la depresión de padres a hijos.