Por Javier Mancilla Aliste
Académico de Terapia Ocupacional, U.Central
El trimestre final del año es un periodo altamente exigente a nivel personal, social y laboral, las organizaciones aumentan su nivel de tensión y con ello la demanda a sus trabajadores debido a cierres de procesos, estados financieros, metas de cumplimiento, entre otros hitos, por lo que es frecuente escuchar comentarios relacionados al estrés y el cansancio. Objetivamente, aumenta el ausentismo asociado a permisos, licencias y faltas sin previo aviso, mientras que, por el otro lado, aparece el fenómeno del presentismo, en el cual trabajadores asisten a sus puestos de trabajo, sin embargo, no logran cumplir con lo esperado.
El estrés laboral, según la Comisión Europea para la Salud y Seguridad en el Trabajo, se define como “reacciones físicas y emocionales nocivas que ocurren cuando las exigencias del trabajo no igualan las capacidades, los recursos o las necesidades del trabajador”, lo que genera una serie de efectos multidimensionales en las personas. A nivel físico, se experimenta un aumento de la frecuencia cardiaca, se percibe la sensación de corazón acelerado, aumenta la contracción muscular general del cuerpo, sin embargo, se percibe de mayor forma en la zona del cuello y espalda alta, aparición de dolores de cabeza y molestias gastrointestinales persistentes, fatiga o cansancio que no desaparece con el descanso.
A nivel emocional, se experimenta ansiedad, miedo y frustración al no poder responder a lo que se le exige, la persona no logra separar los contextos de trabajo y el hogar, presenta insomnio o dificultades para conciliar el sueño, lo que impacta en las relaciones sociales externas al trabajo y a nivel familiar. Si los efectos del estrés laboral se mantienen en el tiempo sin intervención adecuada, se corre el riesgo de desgaste crónico o también denominado ‘Burnout’, el cual debe ser tratado de forma oportuna, y no ser desestimado, ya que trae consigo consecuencias graves a nivel de salud mental.
Es importante que las organizaciones generen acciones de prevención, evitando que llegar a un nivel de estrés crónico en su personal. Para lo anterior, es recomendado planificar y notificar con antelación las actividades y tareas solicitadas especificando los resultados esperados, desde luego evitando solicitudes que requieran una resolución inmediata. Además, es fundamental medir las cargas laborales, considerando la capacidad real de tiempo de ejecución.
Por otra parte, también se debe equilibrar la cantidad y exigencia de tareas de forma equitativa en los equipos de trabajo. Por otra parte, estas fechas son espacios ideales para generar actividades extra laborales, que permitan fortalecer la cohesión de los grupos de trabajo, que generen apoyo mutuo laboral y emocional, esto permitirá generar ambientes laborales gratos y aumentar los sentidos de pertenencia de un lugar.
Las organizaciones deben tener en cuenta que el bienestar es un eslabón clave en el funcionamiento y en los resultados esperados, por lo que debe ser la piedra angular en los procesos de alta carga, como lo es el fin de año. Por otro lado, recordar siempre el valor de cada integrante, no sentir culpa por presentar fatiga o cansancio, aprender a identificar las señales que da el cuerpo y buscar ayuda en compañeros, personas cercanas y profesionales de salud mental de la organización o la Mutual que corresponda.