El recién fallecido ex dirigente socialista y médico de profesión, Manuel Almeyda, nos dejó una tarea; legislar sobre la eutanasia. Legislar sobre ésta, es legislar sobre cómo y en qué forma una persona puede decidir sobre las condiciones en que se enfrenta una enfermedad avanzada. Es un tema fuerte y piadoso, nos enfrenta al problema de decidir morir “sin dolor, sin frío, sin sed y acompañado”, como dijo el presidente del Colegio Médico. Es materia de derechos humanos el poder tener una muerte digna, y al mismo tiempo, es también legislar sobre un tema, incluso discutido en democracias muy libertarias y avanzadas.
Almeyda, lúcido en un 100% según señalan quienes lo rodearon, optó por la muerte en vez de un tratamiento lento y doloroso, y dejando de comer falleció a los 10 días. De esto trata la eutanasia, de optar por no vivir en dolor, cuando la muerte es inminente a raíz de una enfermedad.
Me provoca ruido que la primera muralla para legislar sobre eutanasia sea que no está en el programa de Gobierno, ese es un argumento bajo, mezquino y que anula otra gran discusión de algo que debería ser tema país. Que yo recuerde, el aborto sí estaba en el programa y nada hemos avanzado en esa discusión.
Debe quedar claro que independiente de que no esté en el programa, tenemos derecho a discutirlo, independiente de que se apruebe o no, ya que la discusión de estos temas hace a Chile madurar.
Entiendo que el proyecto estaría basado o es el mismo que presentara el brillante y fallecido Juan Bustos, y establece que quien sufra de una enfermedad incurable o progresivamente letal esté facultado para solicitar a una comisión ética la asistencia para interrumpir su vida en la medida que se cumplan ciertos requisitos. Se hablaría de una eutanasia activa.
Por su parte, Humberto Maturana manifestó que es absolutamente legítima y deseable la libertad de escoger el momento en que se muere, ya que es un tema de ética pública y no de salud pública, y que debe respetarse el deseo de una persona de no seguir viviendo cuando siente que su vivir no hace sentido para él o para ella.
Coincidir en este tema será difícil, pero no podemos negar que necesitamos discutirlo. Tampoco olvidemos nuestras prioridades, ¿legislaremos sobre la eutanasia en circunstancias de que la discusión sobre el aborto ni siquiera está en tabla? Dudo que uno de los dos asuntos sea más importante que el otro, pero el aborto es una materia legislada en gran parte del mundo y que sigue estando prohibido y penado, por los mismos criterios que hace 30 años. Eso me hace “ruido”.